Cookie MonsterEsta web utiliza cookies. Si sigues navegando, entendemos que aceptas las condiciones de uso.

Do you speak english?

¿If you prefer, you can visit the Literautas site in english?

Apuntes, tutoriales, ejercicios, reflexiones y recursos sobre escritura o el arte de contar historias

<< Volver a la lista de textos

La caída de los dioses - por Peter Walley

-¿Sabes? –dijo Elena-. Cuando Nico me propuso este viaje me pareció una locura, pero ahora que estoy aquí no puedo agradecérselo bastante…mira a ése, junto a la piscina. ¿Tú crees que estará con alguien?

Clara soltó una risita.

-Con un poco de suerte, contigo.

-El caso es que irme de crucero mientras él se quedaba trabajando me hacía sentir egoísta – bajó la voz – y hasta cierto punto era un regalo envenenado, porque…

-¡Mamá, Jorge me ha quitado el libro!

Una niña venía agitada hacia ellas. Estaba en ese momento previo a la adolescencia en la que incluso los niños más guapos, y ella no lo era, se desproporcionan y parecen raros. Elena suspiró.

-Lo que te decía. ¿Y ahora qué pasa?

La niña se quedó parada un segundo, pero inmediatamente continuó.

-¡Estaba leyendo y Jorge me ha cogido el libro y se ha ido corriendo con él, y yo no le había hecho nada!

-Bueno, ya sabes que a tu hermano le gusta jugar y se aburre si tiene que hacerlo solo.

-Ya, pero es que yo…

-Cariño, mamá también tiene derecho a descansar. Juega un poco con él y ya verás cómo luego te lo devuelve.

La niña se marchó, enfurruñada.

-A veces me pregunto a quién habrá salido.

-Los hermanos pueden ser muy diferentes- dijo Clara- . Mi Arturo y mi Diego…

-Sí, ya lo sé, son como la noche y el día –la cortó Elena-. Pero, ¿sabes?, uno se parece más a ti y otro a tu marido, que es lo normal. En cambio ésta se pasa el día leyendo, y últimamente ¡escribe poesía!

Clara soltó una carcajada.

-¿No me digas? Pues eso está muy bien.

-No sé, a mí siempre me ha parecido que eso del arte queda bien en la gente con estilo, pero en ella…

Y como si la hubiesen invocado en ese momento la niña volvió a aparecer.

-¡Jooorge, devuélvele a tu hermana sus cosas!

-¡Son unas rimas tontas, mamá! –se oyó-. Fíjate, habla de un caballero que es justiciero. ¡Seguro que luego lo rima con torero!

Elena se rió.

-¡¡Mamá!!- dijo la niña, indignada.

Elena se puso seria.

-Oye, me estás dando dolor de cabeza. Tienes que aprender a resolver tus problemas por ti misma. Vete un rato a la piscina y luego te busco y nos cambiamos para cenar, ¿vale?

-Pero…

-Ni peros ni peras. ¿No ves que estamos en medio de una conversación?

La niña se alejó con la cabeza agachada.

-Es que me saca de quicio. Y además me resulta imposible enfadarme con Jorge, ¿ves lo guapo que es?

-La verdad es que parece un ángel- admitió Clara.

-¡Y tiene unas ocurrencias! La semana pasada le cogió el diario a la niña (porque lleva un diario, con eso te lo digo todo) y estuvo recitándonoslo a Nico y a mí, ¡con una gracia! Y aunque sabíamos que estaba mal no podíamos parar de reírnos, nos fue imposible llamarle la atención.

-Caray, seguro que ella lo pasó mal.

-Pues no te creas, cuando entró y nos vio se quedó muy seria, pero al día siguiente ya ni se acordaba del tema.

-Así y todo…

Elena meneó la cabeza.

-En el fondo le viene bien, ¿sabes? Va a tener que aprender a protegerse. Tan feúcha, y con esas aficiones raras…cuando vamos al club no sé muy bien qué hacer de ella. Todas las otras niñas son tan guapas, y, no sé, tan parecidas entre sí, y en cambio ella…no encaja en absoluto. En cambio Jorge es un líder nato, todos juegan a lo que diga él.

-A veces la vida resuelve los problemas sola- dijo Clara, filosófica.

-Eso espero. Y de momento nuestro problema es conocer al tío de la piscina – rió Elena-. Lo que
voy a hacer…

En ese momento oyeron gritos al otro extremo del barco, y varios tripulantes pasaron
corriendo por delante de ellas.

-¿Qué habrá pasado?- dijo Clara- Ha sonado como un chapoteo- agarró del brazo a un
camarero.- Disculpe, ¿a qué se debe el alboroto?

-Parece ser que un niño se ha caído al agua, están intentando rescatarlo.

-¡Madre mía!- dijo Elena-. Espero que esté bien- se volvió hacia Clara con una mirada de complicidad-. Anda, que se te caiga el niño por la borda…¡vaya! Si está aquí la niña. ¿Ya estás mejor? Veo que has recuperado el libro.

-Y no sólo eso- dijo la niña, sonriente-. También he conseguido mis poemas.