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Ecos Desde el Triángulo del Silencio - por Paco Chinchilla

Web: http://pchinchilla.wordpress.com

Los golpes metálicos que escuchaba Juan se hacían cada vez más fuertes. Con su traje de submarinismo dándole una ligera sensación de protección intentó descubrir qué producía esos extraños ruidos _¿Escuchas eso?_ Juan accionó el interruptor de la radio pero el silencio fue lo único que recibió como respuesta del barco.

Preocupado por lo que escuchaba fuera y lo que no escuchaba desde el barco, inició apresuradamente el ascenso. La bombona de oxígeno estaba prácticamente completa. Ya vislumbraba el cascarón cuando la radio se accionó. Sólo se escuchaba el mismo sonido metálico y constante que en el agua. Era como si golpeasen con un gran martillo sobre un yunque.

Llegó al viejo y fiel barco que utilizaban en sus comunes inmersiones por el Mediterráneo. Él siempre había sido escéptico. Creía que mitos como el del Triángulo de las Bermudas o el Triángulo del Silencio donde se encontraban eran paparruchadas. Ascendió a la cubierta por la escalera que descansaba en la popa. Observó alrededor mientras acababa de ascender y sólo el azul mar se veía en el horizonte. Sin darse cuenta, giró su cabeza de nuevo al agua. No era sólo el azul mar, decenas de cuerpos de pájaros flotaban en las aguas. Con la vista fija aún en las aves, un escalofrío recorrió todo su cuerpo y el mismo repiqueteo metálico se escuchó claramente. Esta vez desde el interior del barco.

Estaba asustado, agarró el machete que llevaba consigo y descendió hacia el ruido. Ahí no había nada ni nadie. «¿Dónde se han metido mi dulce esposa y mi tío? ¿Quién se ha llevado todo?» pensaba mientras comenzaba a escribir todo lo que sucedía en el block que reposaba sobre la mesa que era de lo poco que no habían saqueado. En ese momento la radio que había arrojado sobre cubierta sonó. Al principio sólo eran interferencias, cuando se acercó otra vez el ruido metálico sonó durante medio minuto. Seguía escribiendo lo que pasaba cuando en el aparato cambió su constante sonido por la voz clara de una mujer. _ No me dejes sola_ era su mujer y su voz sonaba bastante asustada y triste_. Ven aquí conmigo Juan.

Su sangre se heló. Buscó por la pequeña embarcación mientras acababa de escribir todo lo que había vivido esa corta mañana. Tras dos horas de infructuosa búsqueda, el martilleo horrible que cada vez le ponía más nervioso volvió a aparecer. Juan levó anclas y corriendo hacia donde el ruido se hacía más fuerte gritó. _¡Cabrones! Llevadme con mi mujer_ dijo esas palabras con lágrimas nublandole los ojos. Tiró el cuaderno al camarote mientras, machete en mano, se dirigió hacia el ruido.

Tres días después el viejo barco a motor apareció frente la costa de Castellón. Los servicios de emergencias, al no recibir respuesta por radio, fueron rápidamente. Tras subir, vieron que todo estaba saqueado. Lo único que quedaba era un sucio block de notas clavado en la pared con un machete oxidado con todas las páginas arrancadas salvo una. En ella, una frase escrita en mayúsculas se repetía sin cesar por ambas caras.

¡¡¡NO BUSQUEIS LOS ECOS DEL SILENCIO!!!