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POBRE Y PODEROSO VIENTO - por Pilar Alcántara

POBRE Y PODEROSO VIENTO
Me llamo Rosalía ( Rosi para los amigos) y soy de un pueblo de interior ( o sea de secano), mi novio se llama Carlos y él es de un pueblo costero, un día me propuso ir de excursión con unos amigos, Toni y su novia Marga en su llaut, bueno no sé si sabéis que un llaut es una embarcación de pesca, con un pequeño camarote abajo y arriba tiene como una caseta donde va el timón, Toni había dejado de trabajar en turismo para dedicarse a la pesca de langostas, como anteriormente había hecho su padre; a mí lo de navegar me pareció una idea genial…y llegó el día, y por cierto con un tiempo esplendido, embarcamos… y el llaut fue saliendo del puerto poco a poco y me pareció fascinante, en tierra se veían algunos pescadores reparando las redes rotas; conforme nos íbamos alejando yo disfrutaba contemplando el bonito paisaje, cuando llegamos mar adentro Toni durante la mañana hizo su trabajo y también me enseñó una clase de pesca que se llama de volantín, que es como pescar con una caña pero con muchos anzuelos, de esa manera se pueden pescar varios peces, de una vez, y me gustó ese estilo de pesca que no conocía, porque con una caña normal la pesca la encuentro aburrida; al medio día Toni y Carlos hicieron un arroz con langosta que nos chupamos los dedos, acompañado de un buen vino, eso es algo que yo siempre tengo en cuenta; después Laura y yo tomábamos el sol en cubierta con nuestros coloridos biquinis, y estuvimos nadando en el magnífico Mediterráneo en aguas trasparentes con un color azul celeste precioso, todo iba estupendo… pero de pronto cambió la luz del día, el cielo se tornó gris oscuro, y el mar también del mismo color debido al reflejo del cielo, de repente comenzó a tronar y relampaguear y a llover torrencialmente se movió un viento racheado que soplaba a la barcaza como si fuera de papel, peligraba la vuelta al puerto; el estruendo era impresionante con la lluvia el viento y el oleaje…parecía que todos los elementos se habían puesto de acuerdo para jugar con la barcaza, y tan pronto la subía a la cresta de la ola gigante como la bajaba a lo más hondo de las profundidades, pero aún era mucho peor cuando el viento empujaba a la embarcación de costado, pues se inclinaba tanto que se ponía casi vertical, ¡no volcaba de milagro! los cuatro íbamos agarrados fuertemente donde podíamos, sin soltarnos ni un momento; estas clases de embarcaciones no son rápidas pero con aquel temporal es que avanzaba a paso de tortuga… ninguno decíamos nada, y yo dudaba que pudiéramos llegar al puerto, no rezaba aunque soy católica, pero rogaba a Dios que calmara a los elementos, pero nada el temporal arreciaba por momentos, entonces supuse que Dios no se encontraba presente por allí en esos momentos, y yo le preguntaba al viento ¿por qué estás enfadado, por qué ruges enfurecido, que te pasa viento, estás como enloquecido? ¡ que pena, que miedo me das! ¡pobre y poderoso viento! no se calcular las horas que estuvimos hiendo a la deriva, pero en esas horas al mismo tiempo que lo pasaba mal, me di cuenta que me gustaba, me parecía una experiencia emocionante, supongo que sería la adrenalina que nos produce el organismo en los momentos de riesgo y que nos hace disfrutar a los jóvenes aventureros, y yo siempre he sido bastante aventurera, para mí era la primera vez que navegaba en una embarcación pequeña, lo había hecho varias veces antes, pero en barcos de pasajeros, y esa vez a pesar de la mala experiencia, no por eso dejó de gustarme el mar y la navegación, de hecho no hace mucho tiempo hice un crucero por el Nilo, durante toda mi vida me ha seguido gustando el mar tanto como la tierra. Por suerte tengo capacidad para superar lo malo, porque si no, habría dejado de hacer muchas cosas, como por ejemplo: montar en bici o a caballo, o a creer en las personas etc. etc. etc.
Al final llegamos al puerto sanos y salvos, aunque muy cansados, tanto que no volvimos a repetir la excursión nunca más ¡que pena! y eso que el llaut no sufrió ningún percance, solo que cuando Toni amarró bien el llaut nos dimos cuenta todos que las olas nos habían robado la gran pesca de langostas.

F I N