Cookie MonsterEsta web utiliza cookies. Si sigues navegando, entendemos que aceptas las condiciones de uso.

Do you speak english?

¿If you prefer, you can visit the Literautas site in english?

Apuntes, tutoriales, ejercicios, reflexiones y recursos sobre escritura o el arte de contar historias

<< Volver a la lista de textos

El artefacto - por Steppenwolf

Web: http://followingfreyja.wordpress.com

Aparte de mi propia presencia, no podía sentir nada más. Pensé que hacía los esfuerzos suficientes para volver a percatarme del exterior. Pero no era cuestión de pensar. En ese lugar, el interior de mi cuerpo, la tranquilidad conformaba gran parte de la atmósfera. Tanto las palabras como visión y desplazamiento pierden todo sentido. El tiempo es inexistente, no había alguna correlación de hechos rítmicos para poder usar como referencia.
Fue que, poco a poco, un pequeño retumbar se hacía presente y junto a él la sensación de balanceo. Supuse que mi cuerpo estaba volviendo a reponerse de lo que sucedió anteriormente. Tampoco mi memoria ofrecía ayuda. Sabía que ocurrió algo que me dejó en esta situación pero no lo recordaba. Mientras más fuerte se hacia el retumbar y el balanceo me comenzaba a marear, sentía como la temperatura externa ascendía de manera insoportable. Antes de abrir mis ojos estaba seguro que la situación no era nada favorable.
Solamente tenía una camisa y un pantalón, no eran viejos pero estaban sucios y deshilachados. Éramos tres personas dentro de una especie de bote salvavidas. Intenté recordarlos, sus caras me eran familiares. No importaba hacia donde dirigías la mirada: el mar lo ocupaba todo.
– ¡Miren a quien se le ocurre despertar ahora! –gritó uno de ellos, tenía una contextura delgada y vestía igual que yo. Al ver su rostro maltratado por el sol supuse que a mí me pasaba lo mismo.
– ¡JA! ¡Conque piensas seguir haciéndome la vida imposible! –le respondió el otro, era más grueso y parecía medir cerca de dos metros, poseía únicamente pantalones cortos. – Me acabas de hacer perder la mitad de mi paquete de galletas.
– ¡Cállense! –interrumpió el último, que por su peinado parecía pertenecer al ejército, tal vez a la marina. Tenía musculatura marcada y eso dejaba su tamaño entre los tres. – ¿Acaso se han olvidado de nuestro trato?
Ni siquiera la palabra “trato” me trajo algún recuerdo. Solamente el que tenía aspecto militar me parecía de confianza.
De alguna manera sabía que si decía que no recordaba nada de lo que había sucedido iba a ponerme en una situación de desventaja. Intenté acercarme al militar.
– ¡Detente! ¿Tú también te has olvidado del trato?
Los otros dos comenzaron a reír. No lo había notado al principio o tal vez no me importó lo suficiente pero cada uno estaba en un lado del bote. Algo malo había sucedido. Volví a ver el mar. Una maleta apareció flotando cerca de mi lado, hice un pequeño esfuerzo y la metí al bote. De nuevo las risas.
– ¿Te has olvidado que ya habíamos revisado esa maleta? –me dijo el tipo con la piel quemada– Ella es nuestra mascota, adonde nos lleve la corriente nos va a seguir.
Dije que no la había reconocido del todo. ¿Qué fue lo que sucedió? Otra cosa que había visto era que todos tenían una cantidad de provisiones cerca de ellos. No eran muchas pero comparado a no tener nada como yo, era fastidioso.
– ¡Ya me harté! –el sujeto más grande se levantó y siguió gritando– ¡Han pasado más de dos días que naufragamos y ninguno de nosotros sabe que fue del artefacto! ¡Estoy más que seguro que no vamos a salir vivos de esta, así que todos digan lo que saben! ¡No quiero ir al infierno con esa duda!
– Que ya te hemos dicho lo que sabemos. El quinto se fue al fondo del mar con él –le respondió el militar– Pero si quieres echarle la culpa a alguien hazlo con el doc que él fue quien nos organizó el paseito.
Todos se voltearon a verme. Esto es peor de lo que me imaginaba. ¿Qué hacía con estos sujetos? Y yo era quien había organizado todo. Me senté en mi sitio y volví a ver el mar está vez junto a la fiel maleta percibí una caja, casi imperceptible. Negra con bordes metálicos. Algunos pensamientos pasaron por mi cabeza, no la recordaba, pero había algo en ella que me atraía enormemente. Volví a ver mi situación dentro del bote.

Salté al agua me aferré a la caja y me olvidé de todo o lo poco que sabía.