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Envidia - por J. Colmarias

Dicen que todos tenemos un doble en alguna parte. El mío apareció de la nada, un día cualquiera a finales de un caluroso agosto. Había pasado la mañana solo, buscando sapos en la charca de Jepigarma. Nos cruzamos cuando regresaba, a la altura del viejo puente. Venía montado en mi bicicleta, liderando un grupo formado por todos y cada uno de mis amigos. Recuerdo que cuando pasaron tuve que mirar mis sucias manos, pues me sentí un fantasma al comprobar que ninguno me dirigía ni la más escueta mirada.

Apenas una hora después lo vi pasear con Helen Radney, mi chica. Su mano se deslizaba sobre el límite de la cadera y ella reía, complacida y ruborizada ante el descaro de Marlon Lasley. Más bien del impostor que se hacía pasar por él, porque el verdadero Marlon era yo.

Los seguí en la distancia durante buena parte de la tarde, nadie en todo el pueblo se daba cuenta del engaño, el muy rufián se había molestado incluso en imitar mi leve cojera. Decidí volver a la charca y, armándome con una vieja rama, di muerte a cuantos sapos tuvieron la desgracia de ser objetivo de mi ira. Cuando la ausencia de sol y el ruido de las tripas marcaban la hora de una buena cena, me encaminé hacia casa con paso distraído y habiéndome olvidado por completo de aquel suplantador. La alegría fue efímera al observar desde la acera que el falso Marlon estaba en la mesa, sentado a la derecha de mi padre y frente a mi madre, comiendo mi comida y riendo con mi rostro. Giró la cabeza hacia mi dirección y corrí tan rápido como pude hasta abandonar el pueblo.

Penetré en el denso bosque, asustado y con un dolor vivo en el pecho, un dolor que no podía sino proceder de la decepción hacia mis amigos, mi chica y mis padres. Me invadió una soledad casi total, pues únicamente la luna acompañaba mis pasos por aquellas intimidantes lindes. Durante un rato creí ser Nate Fliston, ese chico huérfano que vive con su tía Sharom en una vieja cabaña cerca de la charca. Todo el mundo le llama Nate “la rata” porque dicen que siempre merodea por ahí, solo y sucio como una alimaña.

El hueco de un gran árbol me sirvió de refugio y, aunque la mitad de mi cuerpo estaba a la intemperie, conseguí dormir castigado por las pesadillas. En ellas escuchaba gente gritar por el bosque, destellos de luz se escapaban de la oscuridad, pero todo ocurría tan lejos que el sueño me impedía despertar del todo.

Amanecí tan dolorido y desorientado que necesité un rato para poner mis pensamientos en orden. Tracé un plan y esperé hasta el anochecer para regresar al pueblo. La misma oscuridad que me aterrorizó la noche anterior, me sirvió de cómplice para saltar con agilidad la tapia que cercaba la armería de William Wilson.

Aguardé a la aurora cerca de la salida oeste, oculto en los campos de trigo. Si era tan buen imitador, no tardaría en aparecer con Helen, ya que aquel lugar era donde nos solíamos dar el lote los sábados por la mañana. La noche en el pueblo había transcurrido tranquila, como una apacible charla. Los aceché en cuanto los vi, me situé tan cerca de ellos que las manos me temblaban sudorosas por los nervios. Se tumbaron y comenzaron a besarse. Cuando reuní el valor suficiente, me levanté y los apunté con la escopeta que había robado. Helen se había quitado la blusa y tenía el pecho descubierto. El impostor se levantó sorprendido mientras ella gritaba a pleno pulmón. Apreté el gatillo y puse fin a la falsa. Miré a Helen y le dije que yo era el verdadero Marlon. Sin tiempo de explicaciones y con el pecho y la cara salpicados de sangre y vísceras, huyó.

Confuso y de nuevo aterrorizado, volví al bosque y me escondí. La noche se comió al día y el sueño apaciguó mis pensamientos. Una potente luz me despertó. Un grupo de hombres me apuntaba con linternas y armas. Recibí un culatazo y me desperté en un hospital. A mi lado estaba aquella mujer, Sharom. Me miraba con pena y preocupación. Pronto me trasladaron a otro centro. Desde entonces esta es mi casa. Últimamente me dan unas pastillas que hacen que el mundo vaya más lento. Transforman mentiras en falsos recuerdos y hacen que me plantee una pregunta cuyas dos respuestas nunca son suficientes: ¿Quién suplantaba a quién?

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16 comentarios

  1. 1. Sira dice:

    Hola!, me gustó tu relato, solo me quedó una duda, era su gemelo?, o, era el mismo envidiandose a si mismo?… al final entiendo que acabo en el psiquiátrico entonces es posible que la misma envidia lo cegó tanto que no veía que el hombre que mato no era su doble sino una persona completamente diferente?..

    Es de ese tipo de relatos que te hacen pensar y el final realmente me sorprendió..

    Yo estoy en el 160 por si te interesa leerme

    Lo disfruté
    Saludos

    Escrito el 18 noviembre 2016 a las 16:33
  2. 2. SBMontero dice:

    Una de las cosas más complicadas cuando escribes es trasmitir una sensación, es decir, puedes trasmitir imágenes, incluso el tono en el que habla un personaje, lo que ve, pero crear empatía en la persona que lee es todo un reto y, además, es la base real de la literatura, desde el Cantar del Mío Cid, o el Lazarillo de Tormes. En este caso la sensación es angustia, y además de la más jodida, angustia vital.

    Al final resulta que lo de menos es si era su gemelo, un desdoblamiento de personalidad, un verdadero doble que suplantara al original, lo realmente importante es la angustia del personaje.

    Es muy bueno, y no digo nada de convertir un relato embutido en setecientas cincuenta palabras en un thriller psicológico.

    Sigue escribiendo.

    Un saludo.

    Escrito el 18 noviembre 2016 a las 17:15
  3. 3. M.L.Plaza dice:

    Hola.
    Soy M.L.Plaza del 46.
    El relato me ha parecido estupendo.
    Por buscar algún pero, por lo de la crítica constructiva, te diría que la última frase “…cuyas dos respuestas nunca son suficientes: ¿Quién suplantaba a quién?” me parece muy confusa.¿De qué dos respuestas habla?. Si ya tiene las respuestas se supone que ya está sano ¿escribe desde la locura o la cordura?
    Saludos

    Escrito el 18 noviembre 2016 a las 19:17
  4. 4. J. Colmarias dice:

    Muy buenas compañeros,

    Puede que la resolución del relato no haya quedado tan clara como me pareció en el momento en que lo envié. A lo largo del texto he dejado varias pistas para adivinar que el chico que cuenta la historia no es otro que Nate Fliston o Nate la rata. Una de ellas es el título. Nate era aquel chico solitario y marginado que envidiaba a Marlon.

    Agradezco muchísimo los comentarios.

    Un saludo.

    Escrito el 18 noviembre 2016 a las 20:26
  5. 5. K. Marce dice:

    Saludos J.Colmarias:

    Estoy un número arriba a tu relato, por ende, debo revisar tu texto conforme a las reglas del taller; forma, contenido y opinión personal.

    *Forma: Has cuidado mucho la ortografía, no he visto algo que salte a mi vista. Por lo que hay otras cosillas en cuanto a la redacción.
    En el primer párrafo, la expresión: “Venía montado en mi bicicleta”, la frase es confusa. Al continuar leyendo tuve que volver la lectura, para comprender si lo que era lo que estaba entendiendo. Ya que al inicio hablas en primera persona sobre sí mismo, al iniciar la frase “venía”, ya te referias a otro (pero se puede entender como Yo venía montado en mi bicicleta), por lo que sugiero “él venía…”
    Aunque al leer tu último comentario, comprendo que puede ser “una pista”, esta frase también es extraña: “impostor que se hacía pasar por él”, también confunde, porque lo ideal sería “se hacía pasar por mí”. Al usar un “él” le haces un desboblamiento al personaje, y las personas no suelen llamarse en tercera persona, sino en primera.
    La expresión “dar el lote”, no es común por esta parte del planeta, por lo que tuve que buscarla en Internet; no tengo problema con frases coloquiales, creo que comprendí en esencia la idea, que se me aclaró con la búsqueda. Para los amigos de América: Significa “apapucharse”,”rebanarse”, “darse besos y caricias sin llegar al sexo”, aunque según leí es una expresión fuerte.
    Muchas “Y” en esta frase: “. Sin tiempo de explicaciones y con el pecho y la cara salpicados de sangre y vísceras, huyó.”, creo que la que sobra es la primera. Por lo que noté que tienes afección por la “Y”, conté treinta en tu relato. La regla es: Si la frase se entiende sin la “Y”, elíminala.

    *Contenido: La idea me parece buena. Sin embargo, creo que me ocurrió lo mismo que a los demás que han comentado. Tuve la sensación que inclusive este era otro chico diferente, a Marlos o Nate. Aún con la pista del título, algo se perdió en el desarrollo.
    Siempre he pensado que si debemos explicar un texto, es porque no logramos desarrollarlo de la misma forma en como lo pensamos. Aunque este mes, creo que ya que la inclinación a crear dobles, puede crear esa confusión.

    *Opinión Personal: Fuera de leerlo con ojo crítico, creo que es un buen texto. De fácil lectura y entretenido. Un lector sin la obligación de encontrar fallas, lo disfrutaría de corrido. No recuerdo haber leído antes algo tuyo, espero que lo sigas haciendo.

    ¡Nos leemos!

    Escrito el 19 noviembre 2016 a las 14:50
  6. 6. Verso suelto dice:

    Hola J Colmarías,

    Enlace con el último párrafo del comentario anterior, el de K Marce: yo no he sentido la obligación de encontrar fallos porque desde el principio el relato ha tirado de mí y lo he leido sin parar y, cuando ocurre eso ¿porqué buscar fallos?
    Pero bueno como todos queremos mejorar he vuelto a leerlo con epíritú crítico.
    Resultado, solo he encontrado un pequeño “pero”, y es el cierre del primer párrafo “me sentí un fantasma al comprobar que ninguno me dirigía ni la más escueta mirada”.

    Es Nate, van en grupo…aunque no sea uno de los suyos, aunque , uno a uno, le teman, lo normal es que, en grupo, lo desprecien, o se rian de él o…pero ¿ni la más escueta mirada?

    En todo caso ¡Mi enhorabuena!

    Si quieres y puedes estoy en el 20

    Escrito el 22 noviembre 2016 a las 12:04
  7. 7. Earendil dice:

    Hola, J. Colmarias.
    He disfrutado la lectura de tu relato desde la primera hasta la última letra. Engancha al lector, sin duda alguna. Lo has ambientado muy bien. Enseguida he imaginado un pequeño pueblo de la América profunda (por lo de los nombres anglosajones), con su charca y su campos de trigo típicos. Además, el darle nombre propio a los lugares hace que parezca una historia real, ubicada en un sitio determinado, muy tangible.
    Como ya te han comentado anteriormente, no tengo nada que objetar a la parte formal que no se haya dicho.
    En cuanto a la identidad del asesino, desde luego que has sido tan sutil al dejar las pistas de su verdadera personalidad, que nos has pasado por alto a todos. La única frase que hace referencia a ello creo que es esta: “Recibí un culatazo y me desperté en un hospital. A mi lado estaba aquella mujer, Sharom. Me miraba con pena y preocupación. “. Desde luego que yo si encontré extraño en la primera lectura que, de todos sus familiares y amigos, la única persona que lo acompañara en el hospital fuese una persona ajena a su entorno.
    Has hecho un gran trabajo. Enhorabuena.

    Escrito el 25 noviembre 2016 a las 19:15
  8. 8. J. Colmarias dice:

    Muy buenas Earendil.

    Gracias por comentar mi texto habiendo pasado ya unos días desde la publicación de los relatos. Me satisface saber que has descubierto la identidad del protagonista. Efectivamente, como bien indicas, esa frase es la determinante para llegar a la conclusión que quería transmitir, aunque no es la única. Además, en el texto hay escondidos algunos otros detalles, de los cuales me temo que nadie se ha percatado.

    En cuanto pueda te devolveré la visita.

    Un saludo y de nuevo gracias!

    Escrito el 26 noviembre 2016 a las 01:38
  9. 9. Jean Ives Thibaut dice:

    ¡Buff, cómo me ha atrapado!

    Te felicito por haber logrado un relato tan intenso y desconcertante. Segun se avanza se sospecha pero hasta que no se termina de leer no se descubre la verdad.

    Hay algunos pequeños fallos, como el alargar algunas frases innecesariamente o explicar alguna cosa que sobra, pero en ningún caso estropean el texto, ni mucho menos. Pequeñas esquirlas que limar.

    Enhorabuena por tu relato.

    Nos seguimos leyendo.

    Relato número 18.

    Escrito el 26 noviembre 2016 a las 22:39
  10. 10. Marazul dice:

    Hola J. Colmarias: El primer párrafo de tu relato engancha y el lector ya no puede dejar de leer. A partir de ahí transmites sensaciones: soledad, angustia, impotencia al ir comprobando que hay un impostor que se adueña de su chica, de su casa, de su familia….Nos das una pequeña pista para que podamos entender el final,ese momento de lucidez: Nate Fliston y su tía Sharom. Todo muy dosificado, como debe ser para crear misterio. También compruebo que ambientas muy bien la historia: los nombres de los personajes, el ambiente rural que bien podría tratarse de alguna localidad perdida por los Estados Unidos.
    Me ha encantado la historia, J. Colmarias.
    Un placer leerte
    Marazul

    Escrito el 27 noviembre 2016 a las 21:46
  11. 11. Ebea dice:

    Hola J. Colmarias , paso a devolverte agradecida tu visita.

    He de decir que me ha gustado mucho tu relato, no sólo lor el discurso, el ritmo que me fue envolviendo y la buena exposición de la trama, sino el final, que, aunque lo intuí, me causó mucha satisfacción.

    Me queda la duda de quien suplantaba a quién y… de si realmente existía tal suplantación incluso (y no era él mismo en su aversiva locura) sobre todo cuando releí el texto porque concretamente en el momento en el que van en grupo… ¿no ven el doble? ¿no miran al otro? en la segunda lectura he de decir que fue algo que me generó más inquietud que la primera.

    Tal y como te indica algún compañero (no me leí todas las respuestas que has tenido) al final, resulta lo de menos si hablamos de un suplantador, un gemelo o él mismo, porque lo que importa es esa angustia que causas al lector al ir devorando tu escena y eso está genial si pasa en la primera lectura, pero cuando haces una relectura más analítica para buscar posibles fallos argumentales, faltas de ortografía o así… (yo no he buscado las faltas de ortografía, sino discordancias o alteraciones de trama) pues he de decir que en la segunda y en la tercera lectura analítica me captas de igual manera en esas sensaciones de que “algo va mal con este chico”

    Quizás bajo mi punto de vista me falte un poquito de sensaciones de auto odio o de manifestaciones de rabia por la situación que está viviendo, pero en tal caso, sería añadir a lo que ya tienes y no quitar o modificar todo lo que tu has expuesto, he de reconocer que yo soy un poco queen drama y en mis manos esta escena pienso que tendría otro ritmo emocional un poco más intenso. (también es muy posible que quedase desvirtuado y no fuese tan bueno como lo que tu has logrado)

    En fin, muchas felicidades por tu escena y aprovecho para solicitarte si podrías hacerme el favor de volver a pasar por la mía, ya que te he dejado unas preguntas acerca de tu comentario.

    Un saludo

    Escrito el 28 noviembre 2016 a las 12:30
  12. 12. Vespasiano dice:

    Hola J. Colmarias:
    Primero darte las gracias por pasarte por mi relato y comentarlo.
    Ahora me toca ser sincero. El tuyo lo he entendido gracias a los comentarios de los compañeros y después de haberlo leído otra vez. No te culpo en absoluto, el fallo de comprensión sin duda es mío; estos relatos que el lector tiene que calentarse la cabeza, no me resultan fáciles de asimilar.
    Al término de la lectura de tu texto; de los comentarios habidos y del título del relato, llego a la siguiente conclusión:
    No hay ningún doble en la historia. Cuando pasan los chicos en bicicleta no lo miran simplemente porque no lo ven. Está escondido detrás de algún arbusto. Al chico le gustaría ser el otro y lo que siente es “envidia” pura y dura.
    Cuando se acerca a la casa, que le gustaría que fuera la suya, y ve a su “impostor” sentado a la mesa percibe que esta le ha visto y sale pitando de allí.
    Una vez en el bosque tiene un momento de cordura y percibe que él es “desgraciadamente” Nate Fliston, “la rata”. Entonces decide acabar con Marlon Lasley.
    Que el autor de los disparos era Nate, queda claro cuando la única persona que le acompaña en el hospital es su tía Sharom.
    Al final veo que es una historia muy bien trabajada y que una vez asimilada resulta interesante.
    Espero seguir leyéndote.
    Felicidades.

    Escrito el 28 noviembre 2016 a las 20:29
  13. 13. Vespasiano dice:

    Hola J. Colmarias:
    Soy yo nuevamente.
    Donde digo: “…y ve a su “impostor” sentado a la mesa percibe que esta le ha visto y sale pitando de allí”.
    Quise decir: “..y ve a su “impostor” sentado a la mesa percibe que este le ha visto y sale pitando de allí”.
    También quería añadir que lo de esconderse y estar al acecho eran prácticas habituales de Nate cuando sigue a la pareja durante sus paseos y conoce que cada sábado se daban el lote.
    Hay una cosilla que me suena raro: “Conseguí dormir castigado por las pesadillas”. Creo que sería más adecuado decir: “No conseguí dormir castigado por las pesadillas”.
    Y tampoco veo que aporte algo a la historia, de por sí atrayente, la situación de la salida del pueblo: “Aguardé a la aurora cerca de la salida oeste”.
    Nuevamente felicitarte.

    Escrito el 28 noviembre 2016 a las 20:50
  14. 14. J. Colmarias dice:

    Muy buenas Ebea:

    Te agradezco el comentario y las buenas palabras, también tengo en cuenta tú opinión. Esta semana estoy muy liado, pero si encuentro un hueco pasaré por tu relato de nuevo. De antemano te digo que era un buen texto.

    Para Vespasiano:

    Te agradezco enormemente el comentario ya que no solo es generoso, sino que describe perfectamente todas mi intenciones en este texto. Has captado toda la esencia de la historia y has entendido cual era el significado de cada párrafo. Te vuelvo a agradecer la visita y el comentario.

    Escrito el 28 noviembre 2016 a las 21:25
  15. 15. María Kersimon dice:

    Hola, J. Colmarias, primero agradecerte que hayas pasado por mi relato y dejado un comentario. Te devuelvo la visita y te diré que no he dejado de leer hasta acabar, ya que me enganché a la primera y la curiosidad me llevó a devorar el texto en busca de la explicación. Nada más empezar el texto está trufado de incógnitas, ¿como puede ir liderando un grupo a bicicleta rodeado de todos sus amigos, y, acto seguido mirarse las sucias manos. Aquí uno ya se huele que la cosa no es como parece. Luego viene la descripción de Nate la rata que anda sucio como una alimaña y con quien, en un momento de descuido, el narrador se identifica por un momento —una fisura en su casi perfecta identificación con el chico exitoso— que muy pronto corrige. Aquí ya nos estás dando más pistas. Admirables, tus descripciones de la charca, el bosque, la choza, el hueco en el árbol, el trigal… la tapia de la armería de William Wilson. Lo haces todo muy presente al lector con tu estilo descriptivo. Nos haces sentir los sentimientos de desolación y autorechazo del chico solitario tan fuerte que no nos extraña que no quiera ser él mismo. Llevas el relato con muy buena mano, hilas muy fino para dar a entender sin decir y la escena crucial del final es una maravilla: he oído el disparo y he visto a Helen cubierta en sangre y trozos de carne huir gritando.
    Me pareció genial. Me hizo recordar algunas escenas de John Irving en “El mundo según Garp”. Me gustó. Sigue escribiendo, que vas bien.

    Escrito el 28 noviembre 2016 a las 22:24
  16. 16. Marcelo Kisi dice:

    Hola J.Colmarias!
    Ya hemos dado vuelta de página en el taller, pero no quería dejar de agradecerte por tu generoso comentario a mi relato y leer el tuyo.
    Me gustó muchísimo! Profundo, original, intrincado. Para mí muy claro, no hay nada confuso. Y a la vez muy cinematográfico. Realmente estupendo.
    Felicitaciones!

    Escrito el 5 diciembre 2016 a las 23:53

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