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El secreto que escondían - por Kathleen

El secreto que escondían

Bajo la luz de una vela, dos cuerpos desnudos se deseaban. Eran jóvenes, despreocupados, fervientes vividores del presente, a los que no les importaba la llegada del mañana. Formaban una alianza que parecía indestructible. Para siempre, se decían. Nunca dejaré de quererte. Tu amor es lo más grande que ha habido en mi vida.
Pero detrás de las sonrisas pícaras, de los viajes sorpresa y de los abrazos a medianoche, se escondía un secreto.
Una noche, cuando ella ya se había dormido, él aún seguía despierto. Tenía tantos pensamientos que le iban y venían que ni siquiera oía la lluvia contra el cristal. Miró el despertador digital, marcaba las 04:15. A los dos minutos se levantó. Intentando hacer el mínimo ruido posible para no despertarla. Se puso su suave bata negra y salió de la habitación. Ella seguía sumida en un sueño en el que una viuda le estaba leyendo la mano.
Bajó la escalera que lo llevaba hasta la planta baja. Al entrar en la cocina le vino el olor de las galletas que había hecho ella. Abrió el frasco y cogió una. Empezó a analizarla, como hacía con todo lo demás. Su aspecto redondeado, su color marrón, imaginaba cómo la había hecho, con el cariño que le ponía a todo. Demasiado cariño, pensó él. A veces el cariño no lo es todo.
Empezó a darle pequeños mordiscos como si de un roedor se tratase. Ahora que no la tenía delante, no se podría quejar de su particular forma de comer. Se limpió las manos dejando las migas en la mesa. Eso era lo único que quedaba de su amor, unas tristes migas.
Empezó a recorrer el pasillo que lo llevaba al salón. Era largo y estaba pintado de azul cian, a él nunca le había gustado ese color. Vio su foto de aniversario en el Lounge Bar, sonrientes, pero tras aquellas sonrisas se escondía la verdad, que todo era una simple mentira.
En otra aparecía ella con un vestido rojo con vuelo. Eran las clases de tango, que a pesar de haber pagado todo el curso sólo había ido tres semanas. Al final, no era lo suyo.
Siguió el pasillo y se paró en seco. Aquella era su foto favorita. Aquella sí que era verdad. A la mañana habían ido a visitar a su suegra al hospital tras una caída por las escaleras, después cogieron el coche y tomaron una ruta inesperada. En lugar de ir por la carretera de siempre, condujeron por una secundaria hasta llegar a un pequeño restaurante familiar. Se hartaron de comer marisco y pescado. Después dieron un paseo por el encantador jardín, que estaba junto a un pequeño pazo sorprendentemente en buen estado. Era un tranquilo y verdoso lugar, pasaron la tarde, se rieron y se sacaron bastantes fotos. A pesar de que a él no le entusiasmaban demasiado.
Todas esas, las doce fotos tenían un lazo común. En todas, ella llevaba puesto un talismán con una pequeña piedra central naranja. Era un regalo que él le había dado por su cumpleaños. A ella le encantaba lo místico. Ese día también había sido real, esos abrazos no podían haber sido falsos, o al menos eso deseaba él. Porque aquella mirada al ver el regalo y cómo se abalanzó hacia él fue demasiado real.
A pesar de todo, de las sonrisas, de los abrazos y de los momentos que compartían en su cama, él no podía seguir viviendo así. Se estaba ahogando en lo que al principio creía que había sido su salvación. Salvación que se había convertido en su propia destrucción.
Al tocar el despertador las siete en punto, ella se despertó sola en su cama. Con la extraña sensación de un sueño revelador. Una viuda le había leído la mano y había predicho el brusco cambio que iba a dar su vida y que se había convertido en realidad. Estaba sola en su casa, sola en su vida. Sin pareja, sin el que había sido el amor de su vida durante casi cuatro años. Solamente había dejado una carta donde reflejaba todos sus pensamientos. Al terminar lloró, en el fondo, sabía que todo lo que contaba era cierto.

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6 comentarios

  1. 1. alvifos dice:

    Hola! Me ha gustado la historia. Me parece que estaría bien desarrollar un poco más los acontecimientos que le llevan a él a irse. Al principio parece que la relación es muy buena y él mira las fotos con amor y de repente se va. También comentarte que he visto unos pequeños fallos de estilo en la redacción como “Eran las clases de tango, que a pesar de haber pagado”… Tal vez falte “a las” antes del “que”. Por lo demás, me parece que es una historia reflexionada y entretenida. Enhorabuena!

    Escrito el 17 febrero 2017 a las 19:59
  2. 2. Laura dice:

    Hola Kathleen.
    Me ha enganchado muchísimo tu relato. Un detalle técnico en la última oración, pero que es nada más que mío. Yo hubiese agregado un punto al poner: Al terminar lloró. En el fondo sabía que…
    Nada más.
    Me gustó muchísimo como colocaste las doce palabras de la escena, muy bien incrustadas.
    Si deseas pasar por mi relato, estoy en el 33.

    Escrito el 18 febrero 2017 a las 23:12
  3. 3. Kriptana dice:

    Hola kathleen,

    Muy buen relato y muy bien descritas las sensaciones y los sentimientos.

    Un saludo,

    Si te apetece leer mi relato, es el 198

    Escrito el 21 febrero 2017 a las 20:55
  4. 4. Perla Preciosa dice:

    kathleen, tu relato tiene un cierto matiz costumbrista que resulta atractivo, además del final tan original con el que termina. Estoy detrás de ti, si te apetece comentarme.

    Escrito el 21 febrero 2017 a las 22:48
  5. 5. Diego dice:

    Kathleen, para mi no hay cuento. Tiene lindas imágenes, sí, pero no cierra. También: ¡ojo con los punto de vista!
    Saludos

    Escrito el 23 febrero 2017 a las 13:34
  6. 6. ortzaize dice:

    hola como lector apesar de que has descrito muy bien la historia del amor y el desamor creo ( pienso yo) que falta un poco de empuje, que es muy monotono el relato, seguro que si lo relees le daras un enfoque diferente, y a mi personal mente me gustara mas, gracias saludos.

    Escrito el 23 febrero 2017 a las 14:29

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