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El mentiroso - por Fernando Caporal

Web: http://ojosdelalibertad.blogspot.com.ar/

El anciano llegó con dos botellas de cerveza. Los demás choferes lo miraron y se rieron; ya lo conocían. En la agencia de remises “Su viaje”, el miércoles era la noche de franco de Don Rosendo Giménez. El anciano chofer, aprovechando la noche en que no manejaba, se sentaba a tomar cerveza y a contar historias inverosímiles que, según él, eran parte de su pasado. Un poco en respeto a sus setenta años, aunque más por la diversión que provocaba escucharlo, sus compañeros aguardaban el momento en que comenzaba a hablar. Al terminar la primera botella, Rosendo había contado una docena de historias. Al terminar la segunda, las palabras casi no se le entendían. Solía quedarse dormido en una silla, donde lo sorprendía el amanecer.

Rosendo parecía extraído de una caricatura. De un metro sesenta y cinco, cabello tupido y blanco, los bigotes igualmente blancos y gruesos ocultaban el rostro arrugado, que coronaba una mirada triste y oscura. El pasado, según el anciano, había estado cargado de excesos, los cuales abandonó por su propia voluntad. Contaba que en su juventud era capaz de tomar una botella de whisky por noche sin siquiera sentirse mareado. Se autodefinía como un galán y se regodeaba de sus éxitos con las mujeres. —Tengo cinco ex esposas y quince hijos— Decía orgulloso. Alguien alguna vez le preguntó por qué se separó tantas veces. —Me cansé de los lujos y la fortuna, se la dejé a mis hijos, yo ya lo viví todo, ahora que la disfruten ellos—.

Según contaba, había sido un empresario muy exitoso en sus años de juventud. Sin embargo, ya no había en su vida rastros de aquel pasado; vivía en el piso de arriba de la agencia, dormía en un colchón con olor a humedad y a su lado, una silla servía de ropero para sostener un par de camisas, un par de pantalones viejos y un par de zapatos con las suelas despegadas.

Cierta noche luego de terminar la primera botella de cerveza, uno de los choferes le preguntó si guardaba algún recuerdo de su juventud, queriendo dejarlo en evidencia. Rosendo, sonriendo súbitamente, dijo —te voy a mostrar—. Luego de unos minutos, bajó con una caja. Parecía un relicario. Había en ella una entrada vieja y amarillenta de un cine del centro porteño, datada en 1973, del estreno de la película “Ultimo tango en París”. —Aquella noche, en el cine, besé a mi primera esposa— Dijo con un brillo repentino en los ojos. Había también una camiseta argentina con el número 10 en la espalda. La casaca era azul y estaba autografiada por alguien que firmó como Diego Maradona. —Esta me la regaló el pibe en México en el 86, después del partido contra Inglaterra— Dijo Rosendo, que pareció ensanchar su pecho. Todos rieron cuando lo vieron colocarse un antifaz y un sombrero negros. —Pertenecieron a Guy Williams, me los regaló cuando terminaron de filmar “El zorro”—. La sorpresa general se hizo notar con exclamaciones y preguntas de donde había conseguido esas cosas.

—Cuando era pibe como vos, yo me codeaba con mucha gente importante, de la farándula, del deporte, de la política, con gente que tiene plata; ¿sino cómo creés que hice la mía, pibe? Yo conocí mucha gente, más de la que me acuerdo. ¡Si hasta conozco al Papa en persona!

Al decir eso, todos estallaron en risas burlonas. Rosendo se quedó callado mirándolos; guardó sus reliquias en la caja, subió a su habitación y no regresó.

Luego de una hora, cuando el trabajo se detuvo por un rato, se dieron cuenta de que Rosendo no había vuelto a bajar. Pensaron que estaría ofendido por las risas y decidieron subir a pedirle disculpas.

Rosendo estaba echado sobre el colchón con la boca abierta, semidesnudo y roncando. Dos de los choferes que subieron, motivados por la curiosidad y la burla, tomaron la caja que estaba al lado del colchón y la llevaron a la planta baja. La abrieron y sacaron las cosas que había en ella, además de lo que Rosendo ya había mostrado. Grande fue la sorpresa cuando encontraron un hábito negro, un cuello blanco, una biblia, un rosario, un crucifijo con un Cristo y un diccionario de latín. Estaban tan asombrados que no pudieron creer lo que vieron, sobre todo cuando abrieron el diccionario. En la primera página había una dedicatoria: “Para el mejor monaguillo de la parroquia, con cariño, Jorge Bergoglio – Retiro San Alberto Hurtado, Chile, 1959”.

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7 comentarios

  1. 1. John Doe dice:

    Buenas tardes, que gran historia la que has logrado contar, llena de humor, con un personaje carismático, el tono del relato es muy bueno, y la.manera de hilar las acciones también. Gran relato, disfrute mucho el leerlo. Gracias.
    Si quieres leer el mío encontrarás de alguna manera similitudes entre los textos, jajaja, estoy en el #36. Saludos.

    Escrito el 18 marzo 2017 a las 23:26
  2. Hola Fernando 😉

    Una historia muy trabajada y con un toque humorístico muy acertado 🙂 La verdad es que lo que más me ha llamado la atención sobre todo, es la veracidad del personaje principal, has logrado crear un protagonista muy peculiar al que es fácil cogerle cariño, enhorabuena 🙂

    Con respecto a mis sugerencias solo comentarte el tema de los diálogos. Creo que se entendería mucho mejor la historia si los diálogos los separases de los párrafos y aprovecho para corregirte alguna rayas y puntos de estos que estaban mal colocados:

    —Tengo cinco ex esposas y quince hijos —decía orgulloso.
    Alguien alguna vez le preguntó (que) por qué se separó tantas veces. o bien podría hacerlo en forma de pregunta directa:
    Alguien le preguntó—: ¿Por qué te separaste tantas veces?
    —Me cansé de los lujos y la fortuna, se la dejé a mis hijos, yo ya lo viví todo, ahora que la disfruten ellos.

    E igual se podría hacer en el quinto párrafo donde también hay un dialogo dentro de un párrafo 😉

    Pero a parte de esto, un gran relato 😉

    Escrito el 19 marzo 2017 a las 10:52
  3. 3. Raymond Carr dice:

    Hola Fernando.
    Los parlamentos de los personajes están bien ordenados y claros. No es la forma habitual de puntuar pero es clara.
    Ni idea de lo que es una agencia de remises, aunque por el contexto se deduce algo.
    El giro final es inesperado. Es cierto. A lo mejor te copio y escribo una historia con la misma estructura. Pero no cruzaría la vida del personaje con una celebridad. Más bien se descubriría que era el padre del dueño de la compañía de remises o algo así.
    Hasta pronto.

    Escrito el 19 marzo 2017 a las 23:54
  4. 4. María Esther dice:

    Hola Fernando, me he deleitado con tu original relato.Está muy bien llevado y se lee sin problema. El personaje es pintoresco y muy creíble, creo que puede ser real en cualquier rincón de una ciudad. Por eso sus mentiras te dejan en duda, porque tienen ese tinte realista. Como el final, claro que es mentira que conoció al papa,pero si hubiera continuado diciendo, “cuando era cura en la parroquia…”Por supuesto que no lo iba a decir porque eso no era mentira. Pero lo que te quiero explicar, es que las mentiras del personaje están como cerca de la verdad, no sé si me explico.
    Saludos y no te invito a pasar porque esta vez no participé

    Escrito el 20 marzo 2017 a las 01:47
  5. 5. Roger/NHICAP dice:

    Hola Fernando,
    Gracias por tu visita y comentarios.
    Tu relato me gustó, desarrollas de manera sencilla y amena la historia de un personaje entrañable que se hace muy cercano al contar con nostalgia a sus compañeros sus vivencias del pasado. El personaje de Don Rosendo es muy creíble y su relación con el Papa Bergoglio hasta parece cierta. Ese final es un cierre muy efectivo. Buen trabajo Fernando.
    Prefiero leer escritos con diálogos no inmersos en un párrafo. Pienso que la claridad en los textos es importante y el tuyo mejoraría escribiendo los diálogos como te indica Celeste, incluso te ahorrarías algún “dijo” redundante.
    Me gustó leer el texto con giros muy argentinos; “remises” lo aprendí en un viaje Buenos Aires.
    Te comento una curiosidad. En el taller 10 de Literautas, junio 2013, participé con un relato. “El futuro llega antes”, donde el giro final es muy parecido al que empleas en tu relato.
    Un abrazo.

    Escrito el 21 marzo 2017 a las 10:42
  6. 6. Laura dice:

    Hola Fernando.
    Has logrado un maravilloso relato. Me queda la duda: ¿Es realmente mentiroso o nadie le cree sus relatos? Me da para inicio de novela donde relatas la vida del personaje, de lo que ha ido contando.
    Te felicito, realmente.

    Escrito el 23 marzo 2017 a las 11:20
  7. 7. charola dice:

    Hola Fernando!

    Un gusto leerte. El personaje es creíble que exagera un tanto las cosas hasta hacerlas poco creíbles (valga la redundancia). Hay personas que a fuerza de contar cosas, a veces falsas, hasta ellos mismos se las creen. Parece que ese es tu protagonista.
    La última “mentira” era una verdad a medias. Jajaja. Muy bueno el final.

    Felicitaciones. Gracias por brindarnos un buen relato.

    Escrito el 29 marzo 2017 a las 16:04

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