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Millenium: El secreto de la vida y la muerte. PRIMERA PARTE... - por L.M. MACIAS

Web: http://escrituraheroica.blogspot.com/

— ¿Quieres conocer mi historia? El viejo sonrió en alegrías, hizo un silencio y prosiguió.
— creo que ya has llegado a la edad suficiente para saberlo, has alcanzado los 15 años.¡Serás un joven apuesto! —cacheteo el rostro suavemente de su nieto.
—Siempre has dicho que soy demasiado joven. — Lucas se acerco a sentarse de frente a su viejo. — Cuéntamelo abuelo, ¿Qué ocurrió con ese antiguo libro?

— ¡Allá vamos! Escucha atentamente porque de lo contrario no repetiré nada. a mis 71 años…. nada es igual. —inhalo el cigarrillo hasta la profundidad de sus pulmones para iniciar.
—Cuéntame abuelo, ¿Cómo empezaron aquellas aventuras?

Nos ubicamos en la época cuando era joven, juvenil y de físico reluciente. Iba de paseo en valsa por las calles repletas de aguas claras en Italia. “Ya sabrás en donde estaba, pues si, estuve en la hermosa Venecia. De visita por la ciudad en unas vacaciones que me alejaban de mi verdadero oficio”. Le dije al conductor de la balsa que era un conocido periodista español, que mis hábitos mas apasionados eran las mujeres, el ron y un buen libro. El se sonrió diciéndome que en Venecia podía concebir todos esos placeres. “Desde luego venia a la ciudad a disfrutar, pero fue lo último que hice”.

“Mi verdadera estancia en la famosa Venecia era por la búsqueda de un libro. Del libro mas ancestral de todos los tiempos. Ese libro tenía algo especial, algo diferente a la biblia, a las cartas de los romanos y a las frases celebres de algún pensador colonial. Ese libro tenía el secreto de la vida y la muerte escrito por el mismo creador de todo lo que algún día han visto los ojos humanos”.

—Me podría llevar a los sitios que le dicho. Por cierto señor, ¿Cuál es su nombre? —Pregunto el periodista.
—Te doy la oportunidad de tutear me, no me trates como a alguien que le tengas temor y de ser así disculparme por no presentarme, soy Stefano Galiani. —dejo de remar y se acerco a un lado para estrechar las manos. —Le llevare por un trago ahora mismo.

Stefano Galiani Se volvió mi mano derecha desde aquel entonces. En aquel primer viaje de indagación me sirvió como un mayor a su amo. Luego de aquellos tragos juntos, Stefano quería dejar la visita a la biblioteca para el siguiente día, comentario que termine por apoyar cuando en medio de las bebidas me presento a Lucrecia Totti. Elegante, adinerada, perfil puntiagudo, piel de leche y con estatura similar a la mía. Unas piernas dobladas como la torre de pisa que hacían caer un dulce caminar en sus pies, “una mujer o una diosa, no estaba seguro”.

“Aquella noche fue inolvidable. Le hice el amor a tu abuela por primera vez.” Las habitaciones guardaban silencio, mientras que la mía era un huracán de gritos eróticos. Después de la velada le comente a Lucrecia sin pensar cuales serian las repesarías que tendría el decirle la verdad sobre mi verdadera estadía en la ciudad. Necesitaba ir a la biblioteca hablar con un ingles llamado Dennis Blakwell que me daría un arcaico texto.

— ¿Me dices que eres un periodista? —Se sonrió insegura. — ¿Por qué necesitas encontrar los papiros del millenium?
Su pregunta fue feroz y palpitante, “le termine por convencer de que no era solamente un periodista, sino más bien un investigador”.

Le hable sobre porque debíamos encontrar aquellas fuentes del conocimiento y le invente una vieja excusa que tenía preparada para cuando encontrase la gente correcta que me acercara a lo desconocido. Le prometí en nombre de Dios que no buscaba hacer nada malo en cuanto hallara el objeto. “Desde luego yo era ateo, Lucrecia no lo sabía”

“Por la mañana salí junto a Lucrecia de lo que parecía al principio ser un hotel, pero resulta que nos habíamos acostado en el hogar de Stefano” nos dirigimos afuera sonrientes y coquetos, Stefano nos esperaba en la valsa mientras silbaba alguna canción local. Se dirigió a nosotros en forma carismática, diciendo que era momento de ir a conocer a Blakwell. “Cuando soltó esa frase mi cuerpo se comenzó a sentir en alguna trampa, se erizaron mis bellos y mi cara fue más pálida de lo normal.

Al llegar, el lugar estaba desolado de gente, los cementerios y la biblioteca tenían un mismo sentir, el lugar era como imaginaba de niño al paraíso, repleto de libros de diferentes autores. Al preguntarme si esperaríamos a Blakwell, mi respuesta fue:

—“El año que viene, tal vez”

Continuara…..

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1 comentario

  1. 1. Servio dice:

    A esperar la segunda parte…
    Hay algunos errores por falta de acentos, una revisión no estaría mal.
    Saludos

    Escrito el 30 junio 2013 a las 02:13

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