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Me confunde - por Elena

Web: http://nihilomnisveritasest.blogspot.com

Había mucha más gente allí de la que Juan había previsto. Cientos de compradores caminaban arriba y abajo como abejorros inquietos, sin ton ni son, sin mirar por dónde andaban ni preocuparse por el resto.
Aquel día, al despertar, pensó que un lugar como la feria del libro sería el sitio perfecto para pasar una mañana tranquila pero, según se sumergía en la marea de gente que se acotaba entre la hilera de casetas de las distintas editoriales y librerías, empezó a pensar que quizá se había equivocado.

Bukowski, Auster, Truman Capote, Steinbeck, Jack London… No era lo que buscaba. De echo, de pronto se dio cuenta de que no tenía la menor idea de qué era lo que buscaba si es que estaba haciendo tal cosa. Frunció el ceño contrariado y se alejó de allí con dificultad, recibiendo y propinando sin querer algún que otro empujón.

Metió las manos en los bolsillos con la intención de alejarse de allí y echó a andar aprisa, tanto que de pronto, chocó de lleno con un hombre corpulento de mediana edad, canoso y cargado de bolsas de libros, que tras la sorpresa y el debido y molesto chasquido de lengua, tornó su rostro en alegría al mirar a Juan a los ojos.
–¡Hombre! ¡Pero, ¿cómo tú por aquí?!
–¿Disculpe? –Repuso él –. Creo que me confunde con alguien.
–¡Ja, ja, ja! –Su risa era gutural, alegre–. Vamos hombre, no me tomes el pelo. ¿Cómo están los niños? ¿Y Nati? Supongo que seguirá tan guapa como siempre, ¿no? ¡Ven aquí, hombre!
El hombre depositó los libros en el suelo y abrazó fuertemente a Juan pese al rostro anonadado de este, que le devolvió el abrazo a duras penas sin saber qué hacer.
–Señor, le digo que se confunde –Insistía separándose del hombre–. No sé de qué niños habla ni quién es esa tal Nati.
–Juan, por el amor de Dios, déjate de bobadas. ¡Hace demasiado que no nos vemos! ¿Sara ya va al instituto no? Tengo entendido que Jorge repitió algún curso. Es una pena separar a los gemelos pero en fin, qué se la va a hacer…
–Oiga, en serio. ¡No sé de qué me está hablando! –Juan empezaba a inquietarse. No sabía quién demonios era aquel hombre, de dónde había salido o qué quería de él. Empezó a sentir mucho más calor del que el sol que reinaba hubiera justificado.
El otro hombre arrugó la expresión y retrajo la cara, aquello estaba dejando de hacerle gracia de verdad.
–Juan te hablo tus hijos…
–Espere, ¿cómo sabe mi nombre?
–¿Qué cómo…? Oye, basta ya. Me estás asustando. ¿Te encuentras bien?
–No, la verdad. Hace demasiado calor aquí… –Se pasó una mano por la frente y comprobó que estaba sudando a borbotones–. No entiendo a qué viene esto ni quién es usted. Mire, si esto es una broma…
–¡Joder, Juan! ¡Pero que broma ni que broma! Soy yo, Miguel, tu primo. Nos criamos juntos en Cantabria, en casa de los abuelos y estudiamos los dos aquí en Madrid. ¡Yo mismo te presenté a Nati y fui padrino en tu boda! Os mudasteis a León, tuvisteis críos…

Juan frunció el ceño y trató de respirar, tragó saliva con dificultad y negó con la cabeza. Él no estaba casado, no conocía a Nati y desde luego no tenía hijos ni conocía a aquel señor. Él era… Él…
–Se confunde de Juan, ¿Miguel ha dicho? Se confunde.
–Oye –La preocupación nublaba por completo el rostro de Miguel–, ven conmigo a casa, beberemos algo y podrás descansar. Después hablaremos de… lo que sea que te esté pasando o… te haya pasado.
–No… –Sentía que se iba a desmayar en cualquier instante–. El año que viene tal vez. Lo siento.
Juan se restregó la cara con fuerza para secarse el sudor y se alejó de allí a grandes zancadas, perdiéndose entre la multitud, dejando allí de pie al hombre corpulento de las bolsas con los ojos abiertos de par en par sin comprender nada en absoluto.

Miguel recogió sus libros del suelo y sacó del bolsillo del pantalón su cartera. Hurgó entre los compartimentos hasta encontrar lo que buscaba y contempló largamente la fotografía. Allí estaban: Miguel y Juan en la boda de este último, veinte años atrás, con menos canas y menos tripa. Notoriamente más felices.
Puede que se parecieran poco a los dos hombres que acababan de mantener aquella confusa conversación pero no cabía duda, el de la foto era el mismo Juan de hacía un minuto…

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3 comentarios

  1. 1. sara isaac dice:

    Me has dejado….No entiendo nada pero me gusta,no sé, tiene algo que te llega. Un pero, de hecho es con h, me sabe mal no decírtelo. De verdad que tiene algo subterráneo que te deja un poso. Me gusta.

    Escrito el 27 junio 2013 a las 18:33
  2. 2. Servio dice:

    Me gusta. Te deja pensando, tiene ese efecto y es de alguna forma un relato sorpresivo. Intenté hacer algo similar en mi ejercicio, el número 34 de este mes.
    Felicidades, muy bien logrado. A seguir adelante.

    Escrito el 28 junio 2013 a las 21:59
  3. 3. lunaclara dice:

    Inquietante, sí… Te deja confuso pero es interesante. Echo de menos alguna pista mas a lo largo del relato sobre la enajenacion de Juan y poder asi intuir que le estaba pasando: amnesia? No era el? Por que llega a ese estado?… Felicidades!

    Escrito el 28 junio 2013 a las 22:01

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