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Tal vez no estemos aquí. - por Viktor Golewsky

Web: http://libresdelectura.blogspot.com.es/

Pronto serían las 7 de la mañana de un frío Martes de Diciembre. Marta, policía criminal de 25 años y señalada como una de las mejores en su campo, atravesó la entrada de la comisaría, otro día de Navidad en el trabajo. Fue directa al despacho de Daniel, su compañero, de 37 años y a quien su apellido solo le había servido para ser tachado de eterna promesa; junto a quien había entrado hacía dos años en esa comisaría. Era su primer caso importante desde que llegaron y tanto Daniel como Marta querían demostrar su valor. Hacía cosa de un año habían encontrado el cuerpo de un famoso escritor colgado bocabajo en la plaza de un pueblo cercano, sin cabeza, y con las manos cosidas a un libro con una sola página en la que se podía leer: “en tiempos de manipulación televisiva, leer es un acto revolucionario”. Desde aquel día, una vez al mes se encontraban con el cuerpo de algún escritor de renombre colgado siempre en la plaza de algún pueblo, sin cabeza, con el libro, y con la frase.
Marta entró en el despacho de Daniel, llevaba meses obsesionado con el caso, su escritorio estaba repleto de libros entre los que se encontraban los que habían estado cosidos a las manos de los escritores. No entendía el por qué de esa reacción de Daniel con el caso: no dormía, casi ni comía y no hablaba con nadie. Sabía que era un amante de la literatura, pero no acababa de convencerse de si actuaba así por esa razón o por callar las bocas que tanto le habían atacado. Y eso le molestaba, a Marta le gustaba Daniel desde el primer día que se conocieron, y su sexto sentido le decía que a él le ocurría los mismo, pero ya se estaba cansando de esperarle…
– Buenos días Daniel, ¿Quieres café?
Como era normal, no hubo respuesta por su parte. No podía más con esta situación, era el momento de actuar.

Daniel estaba sentado en su escritorio, le habían llegado unas conversaciones entre el director de una importante cadena de televisión y una agencia de detectives privados. Sabía que se estaba introduciendo en un tema fangoso y que podía salpicarlo con fuerza, pero era su oportunidad y no iba a dejar escarparla.
Acababa de ver llegar a Marta, su amor platónico, cada día la veía más guapa, y cada día veía más lejano el levantarse e ir a pedirle una cita. Ahora debía centrarse en el caso, no iba a fallar.
– Daniel, te estoy hablando – dijo Marta enfurecida.
– Sí, lo siento, estaba metido en esto – consiguió articular Daniel con una voz titubeante – Dime.
– ¿Qué si quieres café? Deberías dejar eso por un rato, seguro que el año que viene será mejor, ya lo verás.
– ¿Qué si quiero qué? Perdona no te escuchaba, sobre lo otro, no sé Marta, el año que viene, tal vez no estemos aquí.
– Mira Daniel, ¿sabes qué? Olvídalo, llevo demasiado tiempo detrás de ti, y tú lo único que haces es evitarme, y no lo voy a consentir. Así que aquí te quedas, voy a pedir que me trasladen, ha sido un placer estar contigo todo este tiempo, te deseo mucha suerte en el caso, seguro que lo resolverás. – dio media vuelta y comenzó a enfilar el pasillo hacia el despacho del comisario.
– ¡Marta, espera! – Daniel se levantó con el corazón desbocado, esperando que no fuera demasiado tarde.
La cogió en el pasillo, la metió en su despacho y le contó todo acerca del caso, y le abrió el corazón.
Marta se sentía otra persona diferente, por fin tenía delante al hombre que ella creía conocer. Lo miró con fuerza y le dio el empujón que necesitaba. Vio irse a Daniel, y explotó en un llanto, sacando toda la angustia guardada.
Eran las 12 del mediodía, se había quedado dormida en el despacho de Daniel y algo la había despertado. Su móvil. Lo cogió y vio cinco llamadas pérdidas del comisario. Tecleó su número y llamó.

Ahí estaba Marta, en la plaza de su pueblo, enfrente del cuerpo de Daniel, colgado por los pies, sin cabeza, y con un libro cosido a las manos. Abrió el libro y leyó la frase: “en tiempos de manipulación televisiva, leer es un acto revolucionario”. Pero a ella le rondaba otra por la cabeza: “no sé Marta, el año que viene, tal vez no estemos aquí”.

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