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Libros, ya ves - por Leosinprisa

Siempre escucharon hablar sobre Gran Imperial. Desde que aceptaron su entrada en la coalición de las Aguas Azules, los susurros sobre el contenido de aquel lugar, vedado para quienes no deseaban pertenecer a ese imperio único, las inquietaba.

Decían allí se encontraba el conocimiento. Encerrado, protegido por vastas y enormes defensas, de difícil comprensión para quien no comprobaba su extensión, hasta encontrarse ante sus propias puertas.

No se apercibieron de cuando habían llegado hasta la entrada, ni de las colosales dimensiones de esta, mucho mayor a cualquier acceso de cuantos edificios o construcciones hubieron conocido hasta ese momento. La nave era como una minúscula bacteria frente a un gigante inabarcable, posándose con diestra delicadeza en una pequeña repisa, en donde descendieron para sentirse aún más intimidadas.

El representante del imperio, Vaenos Lirte, sonrió con picardía, había visto esa reacción infinidad de veces. El propio Prímar, líder indiscutible, le había encomendado esa tarea y él la empeñaba a la perfección. Sabia ser teatral y darle un misterio aún mayor a todo cuanto les presentaba.

-Henos aquí. Si me permiten vuestras llaves, entraremos cuando así lo deseen –les dijo con su mejor entonación, amable y servicial, conciliadora en extremo.

-¡Llaves! ¿Qué llaves? –preguntó la mujer morena, alzando su ceja y mostrando con ello el primer indicio de su habitual mal genio.

La otra mujer, mucho más alta y de belleza incuestionable, miró a su compañera con un gesto de incredulidad- ¿No las has traído? Cómo puedes ser tan distraída, Testadurra.

-¿Qué llaves? No recuerdo nada de ninguna llave. Nadie nos ha dado nada ni ha mencionado ninguna llave.

Esta gruño, parecía fuese a estallar de un momento a otro, moviéndose intranquila en la escasa plataforma donde se encontraban, intentaba rememorar si alguien les había dado el objeto pertinente, sin lograrlo. Aquello no hizo sino enfadarla aún más.

-El año que viene, tal vez, –comentó la mujer de profundos ojos verdes, guiñándolos- nuestra venerada archimaga encuentre esas llaves que tanto necesitamos. Mientras soñaremos con volver aquí y ver el interior de este lugar, el cual sin duda satisfará nuestras expectativas.

Vaenos sonrió el buen humor de la alta mujer de cabellos plateados. El Prímar ya le había advertido cuan peculiares eran y no debía sorprenderse por sus comentarios o acciones. Pertenecían a un mundo tan único como el Gran Imperial y este en sí, era tan preciado como el contenido de aquella inmensa arca flotante.

Se colocó justo delante de la pared para pronunciar su nombre. Una luz parpadeó, cubriéndole por completo, se apartó esperando con calma a que sus invitadas adivinasen cual era la forma de entrar.

La morena dilató sus ojos, como si hubiese sido bendecida por un conocimiento perdido. Se acercó a la pared y pronunció su nombre-: Testadurra Durradeverras.

Nada paso y con su mal carácter palmeó la pared con manifiesta agresividad, en señal de impaciencia. La otra mujer la cogió por las axilas y levantándola la colocó detrás, mientras esta protestaba por tamaña insolencia.

Dudo entre decir su nombre auténtico o aquel por el cual todos la conocían, pero tuvo seguridad suficiente para nombrar el que más siempre la había definido-: Hurtadillas de Tamtasia.

La pared crujió. Tres puertas se abrieron, una por cada nombre, con la suficiente holgura como para permitirles pasar, acto que acometieron cuando Vaenos traspasó su correspondiente umbral.

-Qué chistoso. Llaves, ya ves su utilidad –refunfuño la morena, presa de su pésimo humor. Se habían burlado de ella, de su falta de atención por cosas que nunca consideraba necesarias.

Estaban sobre una plataforma volante. Esta se movió mientras una tenue iluminación llenaba el lugar. Al principio vagas líneas se percibieron, luego contornos y formas fueron siendo visibles y aquel sitio se mostro en todo su esplendor.

Inmensas estanterías, de millones de volúmenes se encontraban a su alcance. Textos de todas las materias, con todas las artes y conocimientos posibles. Hacia cuantos lugares miraban, aquella inmensa biblioteca se perdía en la lejanía.

-Hay miles de salas como esta. A vuestra disposición y la de todos los habitantes de vuestro mundo, a cualquier hora y tanto como deseen leer o aprender, sin excepciones –ratificó su guía, señalando en amplio círculo cuanto les rodeaba.

-Nuestros amigos van a disfrutar aquí. Sobre todo la Reina Roja, se olvidará incluso de su reciente casamiento, no va a poder reprimirse ante todas estas maravillas –dijo Hurtadillas.

Un gritó resonó por todo el lugar.

-Me he olvidado las gafas de lectura, ya ves –exclamó consternada la maga, maldiciendo ese inoportuno olvido.

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1 comentario

  1. 1. lunaclara dice:

    Hola! Me ha gustado tu relato, aun a pesar de que describes poco y es dificil imaginarse ese mundo. Me dejaste con las ganas de saber mas. ¿Te has planteado engordarlo y hacerlo crecer? Felicidades!

    Escrito el 30 junio 2013 a las 12:23

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