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La dedicatoria - por Peter Walley

Alicia volvió a contar a la gente que tenía delante en la fila.

-Todavía faltan por lo menos veinte, a este paso no nos toca hasta dentro de media hora. Espero que no se vaya.

Carlos le pasó la mano por la espalda.

-Tranquila, que tampoco va tan lento. Pero si quieres te guardo el sitio y puedes ir a que te firme Bárbara Estrella.

Alicia soltó una risa seca.

-Ja, eso es imposible, ¿no te fijaste en la cola que tenía? Después de salir el otro día en la tele contando que había engañado a Chete con el hermano de Paquita Morientes todo el mundo quiere que le firme su libro.

-Pues seguro que para firmarlo pone una cruz, porque lo que se dice espabilada no es mucho. Vamos, y eso si no coge el libro al revés.

Alicia se puso seria.

-Oye, con Bárbara no te metas, que con lo de la nueva novia de Chete lo está pasando muy mal.

Carlos la miró sin contestar. Volvió a preguntarse en qué estaba pensando cuando dejó a su novia para empezar a salir con Alicia. Al principio le hacía gracia que fuera tan distinta de las chicas con las que solía tratar en la universidad. No tardó mucho en darse cuenta de que en realidad era como un lienzo en blanco: su imaginación podía proyectar en ella muchas cualidades, pero en realidad estaba vacía.

-Y no me mires así-continuó Alicia-, que sé que todo esto te parecen tonterías. Seguro que a ti te gusta más el viejo ése de la caseta de al lado, que no tiene a casi nadie.

-El viejo ése, como tú lo llamas, escribe los mejores relatos de fantasía de España.

-Uuh, fantasía, qué interesante. Pues lo que escribe Bárbara es la vida real, ¿sabes? Y al final la gente no es tonta, si nadie quiere leer las fantasías de un viejo por algo será.

En ese momento avisaron por los altavoces que en la carpa principal Elena Rocasolano iba a firmar ejemplares de su libro de recetas de magdalenas. Al oírlo, la mayoría de las personas que estaban en la cola salieron en estampida hacia la carpa. Alicia se quedó dudando: se veía que quería ir también, pero le daba rabia perder el turno después de tanta espera. Carlos lo notó y le dio una palmadita en la cintura.

-Anda, vete y déjame el libro, ya le pido yo que te lo dedique.

Alicia sonrió y le dio un beso rápido en la mejilla.

-¿De verdad que no te importa? Eres un sol. Es que con un poco de suerte está alguien de la Familia-y antes de que Carlos pudiese contestar ya se había ido corriendo.

Carlos suspiró y avanzó hasta el extremo de la cola. Ahora tenía sólo a dos personas delante, e incluso a éstas no parecía importarles mucho la dedicatoria de Javier Esparta, el famoso (aunque desde que cancelaran su programa un poco de capa caída) mentalista. Miró la contraportada del libro, en la que Javier Esparta miraba a la cámara con cara de intensa concentración. En la foto parecía bastante más joven que el tipo que tenía delante.

-¿Me dicés tu nombre, por favor?

Carlos pegó un respingo. Sin darse cuenta las dos personas que le precedían ya se habían ido, y Javier le miraba con seriedad.

-Esto…en realidad no es para mí, ¿podría dedicárselo a Alicia?

Javier asintió.

-Es la chica que estaba con vos, ¿verdad? ¿Por qué se ha ido?

-Tenía que encontrarse con una persona y no podía esperar más-respondió Carlos, sin mirarle a la cara. Y aunque técnicamente no era mentira, se maldijo por no tener el desparpajo de Alicia para soltar lo que venía en gana sin importar las consecuencias.

-Entiendo-dijo Javier Esparta, muy serio. Se veía que había adivinado la verdad, y Carlos se sorprendió sintiendo un poco de lástima. Hubo una pausa incómoda, y a continuación Javier Esparta comenzó a escribir muy rápido-. ¿Sabés? Te voy a hacer un favor que nunca me agradecerás lo bastante- y acabando con un garabato le devolvió el libro.

Carlos abrió el libro y leyó la dedicatoria. ‘Para Alicia, aunque…ni te acuerdes de llevarle flores’, decía. Se volvió al mentalista, frunciendo el ceño.

-Disculpe, no entiendo qué pone en la frase del medio.

-El año que viene, tal vez-respondió Javier Esparta.

Y en ese momento se oyó un estruendo y Carlos se giró a tiempo de ver cómo la estructura de la carpa principal se venía abajo.

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6 comentarios

  1. 1. Candela dice:

    ¡Me ha encantado! He vivido la escena, muy natural y combinando exterior e interior del personaje con fluidez, y el final impactante.

    ¡Saludos! 🙂

    Escrito el 28 junio 2013 a las 12:05
  2. 2. Peter Walley dice:

    Muchas gracias! Acabo de leer el tuyo, y me ha encantado tanto el tema como la forma de contarlo, enhorabuena.

    Escrito el 29 junio 2013 a las 17:55
  3. 3. Carlos Dauro dice:

    Me has paseado por esa feria del Libro y metido en el personaje de Carlos. Enhorabuena

    Escrito el 30 junio 2013 a las 09:40
  4. 4. lunaclara dice:

    Muy interesante tu relato. Los personajes son verdaderamente reales, no se podria decir que no existe nadie asi. El desenlace me ha chocado mucho. Vaya tela. Felicidades.

    Escrito el 30 junio 2013 a las 12:40
  5. 5. José Miguel dice:

    Peter:

    Te felicito muy sinceramente por tus relatos. El de “Dos horas antes de la cena” fue extraordinario y este es también muy bueno.

    Te seguiré leyendo.

    Un saludo.

    Escrito el 4 julio 2013 a las 20:14
  6. 6. Peter Walley dice:

    Muchas gracias a todos por los comentarios.

    José Miguel: me alegro de lo que me dices de “Dos horas antes de la cena”, porque yo no me había quedado demasiado satisfecho con él. Normalmente los escribo de una sentada y en aquel caso lo hice en dos días distintos, y me parecía que el estilo había quedado un poco desigual.

    Escrito el 7 julio 2013 a las 07:49

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