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El santuario - por Josep García

Web: http://salvela.wordpress.com/

EL SANTUARIO
El señor Palabra esnifaba los libros. Hacía tiempo que se había quedado ciego pero continuaba acudiendo cada mañana a su santuario, sin ayuda ni apoyo de ninguna clase. Se levantaba puntualmente, antes de que el primer rayo de sol dibujase la línea del horizonte; se vestía; tomaba un pequeño refrigerio que Rosa, su ama de llaves, le tenía a punto cada madrugada; recorría la distancia que separaba la morada en dónde dormía de su santuario, diez mil setecientos cincuenta y cuatro pasos, ni uno más ni uno menos; abría la enorme puerta de roble, que barnizaba personalmente una vez al año y abría sus pulmones al olor liberador de los volúmenes acumulados en las estanterías que ascendían hasta la bóveda de crucería y que formaban amplias avenidas, que en algunos puntos se tornaban oscuros callejones que rezumaban una variopinta gama de intensas y exquisitas tonalidades de olor, algunas en peligro de extinción. El aroma del café, de la sangre vertida en la batalla, de la deliciosa naranja colgada de la rama, de la franela y del satén, del mar, de alquitrán y la cabuyería, de un queso manchego, de la arena del circo, de las letrinas, de la hierba meciéndose al viento de la tarde, olores y más olores, sabiamente destilados por las plumas que habían impreso cada uno de las palabras que esnifaba con deleite el señor Palabra. Yo he sido testigo de lo que creía una leyenda. El señor Palabra leía y reconocía todos y cada uno de los libros de los estantes por el olfato. Esnifaba con deleite cada molécula de tinta para saborear el olor de los pechos que amamantan en las uvas de la ira, de los odres de vino heridos por Don Quijote, de los pantanos del sabueso de los Baskerville. Yo he sido testigo.
-¿Sabes? En mi juventud leí Drácula. Varias veces. Me entusiasmaba. Su recuerdo aún me estremece
-¿Miedo?,-pregunté.
-No. Placer, un placer inmenso. Queda en aquella dirección,-dijo señalando una avenida flanqueada por volúmenes rojos, verdes y azules, que se perdía en el horizonte. Uno de los grandes misterios del santuario. ¿Cómo, un edificio limitado, podía albergar aquel espacio infinito en su interior? Admiraba la mente del arquitecto desconocido que lo había diseñado.- Su olor es inconfundible, ¿no lo notas? ¿No notas la hediondez del vampiro, el aire viciado de los ataúdes, la humedad de las criptas, la putrefacción del cementerio, el dulzor de la sangre? Siento la imperiosa necesidad de volver a leerlo, a disfrutar de la calidez del cuello de Mina, de su aliento celestial saliendo de unos labios firmes, decididos, dulces y sensuales. Lo he de degustar.
Hizo ademán de iniciar la marcha en busca del codiciado volumen. Dio dos pasos y se detuvo, absorto en quien sabe qué pensamientos.
-El año que viene, tal vez. No hay prisa. No, no la hay. –Se giró y me miró a los ojos. Yo tuve la extraña sensación de que veía más allá de mi aspecto físico, a pesar de su ceguera. -¿Estás seguro?
-Sí. Es lo que siempre he querido. Mi mayor deseo desde el día en que me encontraste perdido en la avenida de Francia, junto a las comedias de Molière.
-¿Has averiguado de qué huías?
-De la realidad.
Se dibujó una sonrisa en la cara del señor Palabra:
-¿Dónde fue la palabra puta?
-Desapareció.
-Sí. Tú eres el hombre. Lo supe el día que te encontré entre las comedias del genio, saboreando su verbo, y ya estás preparado. Elige un camino, el santuario es tuyo.

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2 comentarios

  1. Muy bien narrada la historia. Poderosas imágenes y un vocabulario cargado, rico, que crea un ambiente denso y superpoblado, perfecto para el santuario que describes. En cuanto a la historia, siento decirte que no la he entendido. Entre fantástica (una fusión de El perfume y La sombra del viento), y simbólica, no he sabido decidirlo, y un final francamente desconcertante. Aun así, me ha gustado mucho tu estilo.

    Escrito el 28 junio 2013 a las 18:18
  2. 2. Josep García dice:

    Gracias por tu tiempo. Siento no haber podido responder antes. Sí, es una historia simbólica.
    El final: La persona ya está preparada, ha madurado y ya no busca refugio de la realidad.

    Escrito el 5 agosto 2013 a las 19:16

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