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Es una larga historia - por tyess

Web: http://tyess.blogspot.com/

Erase una vez una fogata alimentada por libros.
Y si yo les hablara de los títulos y autores de aquellos buenos amigos tratados cual vil combustible, esta sería una historia de terror. Pero no podría listar tantos sociólogos, poetas, científicos y charlatanes; muchos menos podría citar cada una de sus obras, traidas en carretas desde mil bibliotecas hasta esta playa artificial.
Podría pasar páginas y páginas hablando de la travesía tan larga, tan difícil, tan enriquecedora, que vivieron Johanna y Morgan para llegar al sitio en que se amontonaban sin orden alguno las obras de arte y los registros de importantes sucesos históricos, en espera de ser destruidos sin remedio. Pero, sucede que tengo las palabras contadas, así que ha de bastarles con saber que sufrieron, lucharon, dudaron y perseveraron. Enfrentaron humanos, monstruos y demonios personales.
Me gustaría describir al menos la encarnizada lucha que dio inicio cuando fueron descubiertos por los hombres de idénticos trajes en blanco y negro, idénticos peinados e idéntico calzado. Pero este relato no podría ser para todo público si yo entrara en esos detalles tan sangrientos. Tampoco debo hablar de los hombres sin identidad individual, porque temo que mi juicio afecte este breve relato por medio de mi crítica contra los sistemas que exigen a la gente que no recuerde nada, que no piense gran cosa y que pase su vida entera entre cosas más inmediatas, realistas… aprobadas.
¿Qué puedo decir entonces de esta enorme fogata, que ardía alimentada por sus víctimas en una playa artificial bajo la luna blanca de una noche negra? Tal vez sirva la inocente metáfora de las llamas que bailaban coloridas enmedio de la oscuridad. O la comparación trágica entre el humo y las cenizas, restos descoloridos de aquel espectaculo de luces que fueran alguna vez las páginas que ardían.
¿Qué puedo decir de Morgan y Johanna, viajeros sin brújula que amaban los libros? Creo que lo importante ya está dicho: ellos perseveraron, fueron atacados durante un largo viaje y una vez más ahora que llegaban a tan terrible puerto, pero lucharon y vencieron. ¡Claro que vencieron!
Y asumirán ustedes, mis pacientes lectores, que siendo así las cosas, lo que voy a contarles sobre los hombres sin personalidad, es que perdieron. Pelearon con tantas ganas como los vencedores, y estaban en ventaja, pero eso no viene al caso, lo que importa es que, a la larga, perdieron.
Apagado el incendio, oculta la luna por el humo, la oscuridad reino sobre las cenizas de los libros y sobre los que habían sobrevivido al desastre. También cubrió a los dos héroes que los habían rescatado.
―Ahora habrá que devolver todos estos libros a sus sitios ―dijo una agotada voz femenina entre las sombras―. Pero supongo que podemos descansar antes. ¿Cuándo crees que debamos empezar a contactar bibliotecarios?
―El año que viene, tal vez ―respondió la igualmente agotada voz de su compañero de aventura.

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