Cookie MonsterEsta web utiliza cookies. Si sigues navegando, entendemos que aceptas las condiciones de uso.

Do you speak english?

¿If you prefer, you can visit the Literautas site in english?

Apuntes, tutoriales, ejercicios, reflexiones y recursos sobre escritura o el arte de contar historias

<< Volver a la lista de textos

Cincuenta y siete libros - por M. H. Heels

Web: http://mhheels.wordpress.com

Al llegar a la puerta le faltaba el aire. Se notaba que ya no estaba tan en forma como antes, pero creía que no le había seguido nadie. Se sintió aliviado cuando entró en su casa y echó los cuatro cerrojos que tenía instalados, aún así, no pudo evitar echar un último vistazo por la mirilla. Nadie. Lo había conseguido. Nadie más podría tenerlo, era suyo, lo había encontrado él. Si alguien más lo estuviera buscando, si alguien se lo robaba, aunque fuera por error…

Respiró hondo intentando tranquilizarse y dejó el paquete encima de la mesa. Flexionó varias veces sus dedos entumecidos por la tensión y la fuerza con la que lo había estado sujetando, gimiendo por el relámpago de dolor que le subió desde las articulaciones. Por un instante pensó en masajear sus manos con aquella crema que había comprado en el barrio chino, eso le aliviaría, pero enseguida descartó la idea. No podía esperar más, necesitaba comprobarlo cuanto antes.

Abrió el paquete con cuidado, saboreando el momento, disfrutando de esa emoción nerviosa que se agarró a su estómago mientras lo desenvolvía, a pesar de saber perfectamente lo que contenía. El olor de la piel de la cubierta fue lo primero que percibió, incluso antes de haber desenvuelto el libro por completo. Rozó con un dedo las letras doradas del título, cerrando los ojos, sintiendo una excitación que tenía casi más de sexual que de cualquier otra cosa. Abrió el libro con cuidado.

-Página 333… – susurró mientras pasaba las hojas con veneración.

El grabado estaba en la hoja exacta, eso le animó. Había comprado demasiados libros que no tenían el grabado o en los que no estaba situado en la hoja correcta. No eran más que copias, no le servían. Sus ojos expertos repasaron cada filigrana del borde exterior del grabado. Sabía lo que buscaba.

Poco a poco fue perdiendo los nervios. No lo encontraba. La firma, la marca del Creador, no estaba allí. No era más que otra copia. Dos horas más tarde la frustración hizo que tirase el libro contra la estantería. Decenas de libros iguales cayeron sobre éste, haciendo que se perdiera en un mar de lomos de cuero rojo y letras doradas. Se dejó caer en un rincón intentando esconderse de sí mismo y de las lágrimas que asomaban a sus ojos. Debía encontrar el libro que llevaba La Marca, sin él nunca podría abrir el portal y rescatarla de los fuegos del infierno.

Se obligó a levantarse y a colocar de nuevo los libros en la estantería. Cuando todos estaban en su lugar dio un paso atrás y se quedó mirándolos fijamente. Cincuenta y siete libros y ninguno era el original. Cincuenta y siete fraudes.

Contaba la leyenda que unos monjes habían encontrado el libro que muestra el Camino por pura casualidad. Cuando abrieron el portal y vieron el otro lado con sus propios ojos decidieron que ningún otro hombre debería tener ese poder. Pero no se podían limitar a destruir el libro. Era el libro del Creador y en él estaban sus enseñanzas. No podían privar al mundo de sus palabras, por lo que decidieron realizar cien copias, omitiendo la clave para encontrar el Camino y destruir después el original.

Los monjes realizaron noventa y nueve copias del libro del Creador ocultando la verdad al mundo, pero cuando iban a realizar la número cien, una plaga cayó sobre ellos, dejando su obra incompleta. El monasterio fue saqueado y los cien libros viajaron por el mundo como un todo. Noventa y nueve falsos, uno original. Sólo debía encontrar ese único libro en todo el mundo, recorrer el Camino y traerla de vuelta.

Respiró hondo intentando recuperar el ánimo que parecía que le empezaba a faltar. Cincuenta y siete libros, ya había recorrido más de la mitad del camino. No tardaría en tenerla de nuevo entre sus brazos.

-No podréis separarme de ella, encontraré el correcto y la traeré de vuelta – gritó a los libros de la estantería.

“No lo conseguirás. No es tu momento. No estás preparado” creyó escuchar a los libros respondiéndole en su cabeza.

-Lo conseguiré. No será hoy, ni quizá mañana, pero el año que viene, tal vez… Ella volverá a mis brazos, podéis contar con ello – respondió a los libros, desafiante.

“Te destruiremos antes” les escuchó decir. Y supo que era cierto.

¿Te ha gustado esta entrada? Recibe en tu correo los nuevos comentarios que se publiquen.

4 comentarios

  1. 1. lunaclara dice:

    Un placer leerte, como siempre. Veo que se separa un poco de los relatos a los que nos tienes acostumbrados. Se lee con soltura, y la narracion es perfecta. Quizas me ha chirriado un poco que él este tan seguro de que acabaran con el. Algo de esperanza? Felicidades!

    Escrito el 28 junio 2013 a las 23:27
  2. 2. Enrique dice:

    Muy bueno, te deja con ganas de más.

    Escrito el 29 junio 2013 a las 18:04
  3. 3. Servio dice:

    Me atrapó, el relato es muy fluido y eso gusta.
    Al final no me gusta la actitud del prota, le quita motivación.
    Pero el relato atrapa. Felicidades

    Escrito el 1 julio 2013 a las 07:03
  4. 4. Candela dice:

    Me gustó, Heels, me pregunto quién será la ¿muerta? y qué la ha llevado allí, si una situación común, o alguna otra cosa provocada por esos que no tengo muy claro si están en su cabeza solamente, o también fuera. Como sea, pillaste mi curiosidad con ese paquete y me gustó lo que había dentro. 🙂

    Escrito el 5 julio 2013 a las 11:04

Deja un comentario:

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.