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Un futuro prometedor - por Patriciandr

Web: http://patriciandromeda.wordpress.com

Tras la puerta que acababa de abrirse para él, pudo contemplar extasiado un modesto despacho que, a sus ojos, era la representación del éxito y la reaparición, por fin, de su buena estrella.
Durante unos instantes, dejó que su vista navegara por el escenario que se desplegaba ante él, saboreando esa sensación de triunfo que tantas veces le había rehuido en los últimos tiempos. Admiró el amplio escritorio atestado de folios y manuscritos como proyección de su propio futuro; el ventanal que decoraba la pared de fondo, como esa puerta abierta a la esperanza, y las grandes estanterías de madera repletas de libros, como los brazos abiertos de su nueva familia. En ese impasse previo a la presentación, no pudo evitar que su mente retrocediera a, lo que ahora sabía, había sido el punto de inflexión.
Él, Manuel, aquel murciano que había terminado de gondolero por circunstancias del corazón, había sobrevivido a la suciedad y el tráfico de los canales venecianos mientras nadaba los cien metros estilo perrito. Llegó a la orilla con más agua del Adriático en su estómago que sangre corriendo por sus venas, con la dignidad pasada por agua y un remo que acabaría convirtiéndose en su escudo de armas.
“No preguntes” fue todo lo que dijo al llegar a casa; de modo que Luiggi, se limitó a contemplar atónito, cómo su compañero de piso colocaba con total naturalidad un remo en el paragüero de la entrada, para después dejar un reguero de agua que conectaba todos los rincones de la casa hasta ir a morir finalmente en el cuarto de baño. Tras tres cuartos de hora encerrado ahí dentro, Manuel se plantó ante Luiggi y sentenció: “Voy a aprender a nadar”.
Y sin duda le hubiera resultado muy útil si al día siguiente no le hubiesen echado del puesto de gondolero.
Esta vez el remo terminó colgado en la pared del salón, a modo de recordatorio de tanta frustración sentida y volcada en cada martillazo dado a las alcayatas que debían sujetarlo, y como símbolo de su recién adquirida determinación de salir siempre a flote, metafórica y literalmente.
Estando una vez más en paro, Manuel repartió su escasa economía y exceso de tiempo entre sus clases clandestinas de español, repartir currículos y aprender lo importante que era no respirar con la cabeza dentro del agua. Sabía que necesitaba pasar página de una vez por todas con Gina, hacer borrón y cuenta nueva y, sin siquiera darse cuenta, empezó a expurgar todas sus penurias y desdichas a través de los textos para traducir que les preparaba a sus alumnos como deberes de casa. Tan intensamente se aplicó en sus actividades que al cabo de unos meses había encontrado trabajo y siete alumnos nuevos…
—Manuel… ¡Manuel! ¿Sigues aquí?
Manuel despertó de su trance para encontrarse frente al editor al que pretendía impresionar en su primera reunión cara a cara, observándole con extrañeza.
—Sí, disculpa. Es que aún me parece increíble estar aquí, rodeado de tantos libros y sabiendo que pronto pasaré a engrosar esas estanterías—. Respondió mientras seguía paseando su vista por la infinidad de libros que forraban las paredes de la habitación.
—Pues aún tengo una sorpresa más para ti, hemos decidido que tu libro inaugure la nueva línea editorial que presentaremos en la próxima feria del libro.
“Inaugurar nueva línea editorial”… Eso sonaba como música celestial a sus oídos… ¡Qué paradoja! ¿Quién le habría dicho cuando comenzó a escribir esos relatos autobiográficos en los que siempre salía apaleado por el azar y la fortuna, que sus alumnos no serían los únicos en disfrutar de sus desventuras? Ya se veía como una lechera cualquiera, firmando libros en un stand de la feria de Madrid, rodeado de escritores consagrados felicitándole su éxito.
Y como una lechera cualquiera, vio romperse el cántaro en cuanto el editor volvió a abrir la boca.
—Pero para eso necesitamos pedirte permiso para cambiar el título original y darle un enfoque diferente —el aterciopelado tono de voz y el lenguaje corporal no auguraban nada bueno. —Verás, Manuel, la nueva línea que estamos preparando se compondrá esencialmente de guías de viaje, y dado que has vivido Venecia de una forma tan personal, creemos que tu manuscrito encajaría muy bien bajo el título “Curiosa guía para visitar Venecia en diez días”.
El estrépito del cántaro tenía nombre de “guía de viaje”; demasiado estruendo para responder coherentemente a la pregunta de si tenía pensado echarse alguna novia francesa…
—El año que viene, tal vez…

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6 comentarios

  1. 1. lunaclara dice:

    Patriciandr, que divertido que es tu relato! Creo recordar que Manuel viene de unas cuantas escenas mas atras. Que sorpresa volver a toparmelo! Narras de manera informal y muy graciosa. Tu relato se lee muy rapido y es super entretenido. Me quedo con ganas de saber mas sobre Manuel. Felicidades!

    Escrito el 28 junio 2013 a las 22:44
  2. 2. Servio dice:

    Patriciandr, me gusta lo fluido del lenguaje, no va forzando nada, además entretiene.
    Saludos

    Escrito el 29 junio 2013 a las 06:25
  3. 3. Carlos Dauro dice:

    Me reitero con los comentarios anteriores, divertido, fácil de leer. Llevo tres meses en Literautas y he leído tus relatos. Tienes el léxico adecuado para cada situación que eres capaz de imaginar y transmitir.Enhorabuena.

    Escrito el 29 junio 2013 a las 20:16
  4. 4. Patriciandr dice:

    Hola a todos!!
    Muchas gracias por vuestras palabras y por dedicar un ratito de vuestro tiempo a leer mis relatos 🙂
    Tienes razón Lunaclara, creé a Manuel para la escena de febrero (por cierto, mi primera participación en Literautas) y me divertí tanto escribiéndolo que, entre unas cosas y otras, le he cogido mucho cariño al personaje.
    Debo decir que se me ocurrió recurrir a él para esta escena porque, cuando la propusieron, estaba enganchadísima a un libro centrado en librerías y libros extraños (El Sr. Penumbra y su librería 24 horas), así que quería huir de todo lo que pudiese influenciarme o hacerme caer en clichés o tópicos.
    El caso es que me animé y la historia dio para una versión extendida que he colgado en mi blog. Y lo peor es que luego “me topé” con lo que hubiera sido el argumento perfecto para la escena de este mes, así que… es bastante probable que en algún momento Manuel vuelva a hacer de las suyas :p
    En fin, no quiero alargarme mucho más. Muchas gracias por vuestros comentarios y por echarle siempre un vistazo a lo que presento (también te tengo fichado, Carlos 😉 )
    Un abrazo y nos leemos!

    Escrito el 1 julio 2013 a las 00:41
  5. 5. Candela dice:

    ¡Pobre Manuel! Genial la historia de este luchador y esa forma de narrarla tan acertada, lo que más me ha gustado es la que has liado con el remo, jajaja, me encantó leerlo. Ahora voy a conocerlo un poquito más, que justo te descubrí en el de marzo con el texto de la sirena tan bonito y febrero se me quedó ahí. ^^

    ¡Un abrazo!

    Escrito el 1 julio 2013 a las 11:54
  6. Buen relato, muy bien narrado. Según me iba aproximando al final pensaba que iba a tener un final feliz, todo color de rosa, ¡pero no! Ese giro por parte del editor, que haces que imagine perfectamente, sin alterar su sonrisa ni su tono, con total naturalidad, un golpe de realidad en plena cara, me ha parecido buenísimo.

    ¡Enhorabuena!

    Escrito el 1 julio 2013 a las 15:56

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