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Léeme otra historia - por Mellisa

El autor/a de este texto es menor de edad

Volvieron a encontrarse en el pasillo de enciclopedias inglesas. Daniel caminó por los pasillos hasta encontrar una novela que se viese interesante y no fuese larga en demasía. Ella lo siguió en silencio y cuando él se hubo decidido, ella buscó un buen rincón algo apartado para que Daniel pudiese leer el libro en voz alta.
Era casi todos los días la misma rutina desde hace unos años.
Daniel terminó el libro y lo cerró de golpe.
-¿Sabes? Ni siquiera se tu nombre, pero eres muy importante para mí y no había querido decírtelo…- respiró hondo antes de seguir- Ésta es mi última semana de clases. Terminaré mi carrera y luego no podré seguir viniendo a verte como ahora. Es por eso que estos últimos meses me he quedado aquí contigo hasta que cierran la biblioteca.
Ella lo miró muy triste.
-A mi también me apena. ¿Qué tal si tan solo lo tomamos como unas largas vacaciones?
Ella no respondió. Daniel le sonrió.
-Ahora, olvidemos esto. Voy por otro libro, espérame aquí.
El tiempo vuela y una semana es corta. Daniel no tuvo fuerzas para una larga despedida. Terminó el último libro que leerían juntos ese año. Sacó un regalo para ella de su bolso, un lindo dije morado que colgó en su collar.
-Vendré a verte.
Se miraron con tristeza.
-El año que viene, tal vez.
Tras un gran abrazo, Daniel se marchó.
Las vacaciones pasaron lentamente para ambos. Daniel llegó a verla una tarde de principios de otoño, vestido de traje.
-Conseguí trabajo y ahora soy un hombre ocupado -Le comentó alegre.
-Pero te he extrañado tanto.
Tras hora y media, Daniel se marchó nuevamente, para volver al otro día.
-¿Están mis llaves aquí?
-Ella se las robó- Indicó el bibliotecario.- Ha estado muy revoltosa últimamente, de hecho, ya está buscando donde irse.
Entonces Daniel entendió su plan.
-Puede irse conmigo.
En el camino la abrasó y besó como nunca.
-Ya entendí tu mensaje: "No entrarás a tu casa de nuevo sin mí". Eres muy astuta… Tengo una muy buena historia para leerte.
Y ella se sentía la gata más feliz del mundo.

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