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LIBROS - por Abbey

LIBROS
Levantó el arma y apuntó hacia mí. Recuerdo claramente el sonido del disparo y el eco de sus pasos descendiendo la escalera mientras el suelo detenía mi caída. Paradójicamente, la caricia del frío pavimento en mi cara me espabiló y recordé uno de esos momentos felices de mi niñez. Sonreí.
Mi madre había sido siempre una apasionada de la lectura. Cada vez que pensaba en ella, la recordaba arropando mis sueños con la lectura de una novela de aventuras de Julio Verne o Emilio Salgari y cuando la adolescencia se asomaba a la puerta, se empeñaba en calmar mis arrebatos hormonales con algún clásico.
—Los libros salvan vidas. Te ponen al alcance de la mano todo el mundo y a todas sus gentes. Tan sólo tienes que brindarles tu amistad y la recompensa que te ofrecen es eterna—. Este era el mejor argumento que manejaba para defender su pasión.
Pero cuando llegué a la mayoría de edad, ella se nos fue y toda en mi vida comenzó a torcerse. Como en el argumento de una mala película, empecé a tomar malas decisiones y a rodearme de gente con aficiones poco recomendables.
Al principio, los pocos amigos que conservé me animaban a volver a su lado, a mantenerme dentro de la legalidad pero, supongo que acabaron hartándose de la respuesta que siempre daba: — El año que viene, tal vez…—.
Así, que despues de una década descendiendo a todos los infiernos a los que se puede llegar, y por una de esos giros del destino, me crucé en el camino de una importante banda de narcotraficantes y tuve que elegir entre arriesgarme a vivir acechando cada esquina que doblaba, cada coche que tomaba, cada local en el que entraba…. esperando una bala con mi nombre o delatar a los mafiosos y entrar en un programa de protección de testigos y comenzar una nueva vida desde cero.
Mientras fabricaban una nueva identidad para mí, pasaba los días en un chalet en medio del campo con dos trogloditas armados que no me perdían de vista ni a sol ni a sombra. No me podía quejar. Me lo daban todo hecho. Una señora, a la que no se me permitía ver, venia todas las mañanas a limpiar la casa y antes de irse servía unos platos de comida caliente. Lo único que yo tenía que hacer era mantenerme lejos de las ventanas y no armar jaleo.
La casa disponía de una gran biblioteca en el piso superior y las semanas que pasé allí me sirvieron para reconciliarme con la literatura. Lo más difícil que tuve que hacer fue tomar la decisión de elegir el libro que sucedería al que ya estaba leyendo.
Pero como en toda buena novela de aventuras, casi cerca del final, la buena señora que nos ayudaba solícitamente cada día, se transformó en la mala del cuento y una mañana dejó la puerta abierta para que entraran los villanos de la película cargados de balas. He de reconocer que mis trogloditas eran tan profesionales como cabía esperar y defendieron bien la situación pero no pudieron evitar que uno de los asaltantes llegara hasta la biblioteca donde me encontraba yo. Cuando oí como golpeaba la puerta e irrumpía en la habitación, me apoyé espantado contra la pared con el libro que había estado leyendo todavía en las manos. No vaciló. Levantó el arma y apunto hacia mí. Disparó. El impacto me hizo tambalear y caí. El huyó escaleras abajo cuando oyó a uno de mis guardaespaldas acercándose.
—¿Está usted bien? ¿Está herido?— se acercó a mí y ví la expresión de desconcierto en su rostro. —¿por qué sonríe? ¿qué pasa?
—Mi madre tenía razón. ¡Los libros salvan vidas! — acerté a contestar con una risilla floja. Todavía tumbado en el suelo, levanté el libro con las dos manos y se lo mostré. La bala aparecía alojada entre las páginas del grueso lomo.

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5 comentarios

  1. Menudo ejercicio de narración, francamente bueno. El comienzo, hasta que empiezan los problemas y la narración después de la vida en el chalet, me parecen magistrales. El resto está muy bien escrito, pero le falta un puntito para llegar al nivel de genialidad del resto. Mi más sincera enhorabuena.

    Escrito el 27 junio 2013 a las 17:58
  2. 2. Eunice dice:

    Comparto la opinión de David, me gusta mucho como has narrado el texto y como has hilado la frase inicial de que los libros salvan vidas con el final.

    Escrito el 28 junio 2013 a las 13:07
  3. 3. lunaclara dice:

    Abbey, narras muy bien. Haces que la lectura se realice en un pis pas. Felicidades!

    Escrito el 28 junio 2013 a las 22:37
  4. 4. Servio dice:

    Coincido con los compañeros, Lunaclara, Eunice y David. Buen relato, felicidades Abbey.

    Escrito el 29 junio 2013 a las 03:29
  5. 5. Abbey dice:

    Muchas gracias a todos por dedicarme un ratito y por vuestros comentarios. ¡Así da gusto!
    Gracias, gracias, gracias

    Escrito el 1 julio 2013 a las 19:25

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