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Extraña libreria - por Ismael Tomas

Salimos del hotel y después de tomar un suculento desayuno fuimos en dirección a la librería que nos habían indicado. Nos comentaron que esta era como un museo pero muy extraño. Pasamos por donde nos dijeron pero no vimos nada.
Ana me comento:
Miguel;es extraño que no esté, nos hicieron mucho hincapié en que no dejáramos de verla. Es posible que hayamos pasado por la puerta y no la hayamos visto.
Efectivamente, retrocedemos y vemos que hemos pasado por la puerta sin darnos cuenta.
Empujamos la puerta de entrada y vemos como una garita o despacho bastante amplio a la derecha y una puerta a continuación que nos oculta el local. En ella hay un caballero de avanzada edad, yo calculo que cerca de los ochenta años el cual nos indica que tenemos que sacar un ticket para entrar si queremos verlo todo. Es un precio muy económico pero me parece absurdo pagar para entrar en una librería que a primera vista no vale la pena. Ana me comenta:
Miguel, ya que estamos aquí no vamos a perder la oportunidad de ver la librería museo que nos han dicho, quizás haya algo interesante dentro.
No muy convencido le contesto:
Bien, Ana, pero echemos antes un vistazo.
Entramos en la dichosa librería, hay unas estanterías muy grandes con muchos libros muy desordenados, viejos y polvorientos, creo que sin ningún tipo de orden ni por temática ni alfabéticamente ni por autores ni nada.
Damos una vuelta por el interior y con una enorme decepción le pregunto al señor de la garita.
Caballero ¿Esto es todo lo que tienen?
No, me responde, por supuesto que no, por eso cobramos a los que quieren verlo todo. Pasen ustedes dentro de la garita.
Bueno, le digo, entonces déme usted dos tiques.
Entonces, nos da los dos tiques y a continuación cierra la puerta de la garita con nosotros dentro.
Nos quedamos sin aliento cuando esta empieza a descender como un enorme ascensor. Al llegar a un primer sótano se detiene y delante de nosotros se ilumina una enorme sala en la cual se pueden ver muchos pasillos repletos de estanterías con miles de libros, estos si, perfectamente colocados y ordenados por temáticas, autores y hasta incluso antigüedad, vemos varias estanterías con tomos encuadernados en cuero con exquisitos lomos decorados en oro y plata.
Al momento la garita empieza su ascensión dejándonos solos en aquel maravilloso sótano que a la vez me parece aterrador.
Después de varias horas deambulando entre los libros, ojeando cientos de ellos, descubriendo ese espectacular mundo de papel Ana se da cuenta de que al final de la sala, en un rincón, hay una pequeña escalera que baja a otro sótano, alumbrada esta por unas pequeñas antorchas en las paredes como si fuera el pasadizo secreto de algún castillo encantado.
Victimas de la curiosidad decidimos bajar. Ana que es mucho mas decidida que yo va delante pero de repente se vuelve y se agarra a mi brazo, abajo hay muy poca luz y eso la ha aterrorizado.
Llegamos al sótano escasamente iluminado por unas pocas antorchas. Al fondo de la sala, que esta sin ningún estante, las cuatro paredes vacías, se distinguen cuatro camas, en línea, junto a la pared. Al acercarnos nos sorprende ver que en vez de colchón tienen agua, pero un agua prácticamente sólida, como si fuera gelatina, además, tibia. Jamás había visto nada parecido.
Después de meditarlo Ana se decide, muy lentamente, y con mucha precaución, primero a tocarla y después a tumbarse en una de ellas.
Miguel: Esto es maravilloso, está caliente, y es extraordinariamente confortable y lo mas raro, esta totalmente seca. Es un perfecto relax.
Me convencen sus palabras y me tumbo en otra de ellas cuando, de repente grita aterrorizada diciéndome:
Miguel, Miguel: ¡Mira en el techo!
Me quedo paralizado, el techo se mueve, es como un mar de colores tenues, haciendo olas y arrugas a modo de dibujos, como si fuera una masa que esta viva. Se estira y se encoge y cambia de colores y formas caprichosamente, siempre con una belleza sublime.
Medio paralizados de la impresión, rayando en el terror, oímos un leve ruido y subimos a la planta superior a toda prisa. La garita ha bajado y sin pensarlo ni un momento nos adentramos en ella muy asustados.
No recuerdo como salimos de allí, pero se que según íbamos corriendo giré la vista y ya no se veía el edificio de la librería. El año que viene tal vez volvamos a preguntarlo

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1 comentario

  1. 1. Teresa dice:

    Me gustó, manejaste bien el suspenso, me quede con ganas de leer más, no sé si me convenció mucho el final.
    Te felicito, bueno!

    Escrito el 7 julio 2013 a las 15:11

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