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Cuando la realidad es superada por la ficción - por Naniis

Web: http://dianaleiiva.blogspot.com

El autor/a de este texto es menor de edad

Lenie caminó con paso cansado hacia la biblioteca, al otro lado del colegio. Le parecía bastante inútil tener que ir allí a hacer sus tareas; pues con unos pocos clicks en la computadora, ésta hacía el trabajo por él.

Una vez hubo entrado en ella, le sorprendió la cantidad de libros que ahí se encontraban, vaya, nunca había visto tanta información impresa. Unos eran pequeños y delgados; otros grandes y con tantas páginas que Lenie estaba seguro; nunca terminaría de leer.

Además de asombro, lo que le provocó entrar allí fue un sentimiento de soledad y silencio que le erizó los vellos de la nuca. Hacía frío; seguro esa parte de la escuela no tenía calefacción.

Acomodó sus libretas sobre una mesa vieja con olor a humedad, y, como no había nadie más que él, decidió que disfrutaría del silencio que envolvía el espacio.

Buscó unos cuantos libros de utilidad y los hojeó sin realmente poner atención en lo que decían. En cambio, se preguntaba el por qué no había ningún bibliotecario… y por qué la gente aceleraba el paso al pasar frente a la puerta…

Un ruidito lo sacó de sus cavilaciones y volteó lentamente la vista a una pila de libros que había acumulado junto a él. Los de hasta arriba se cayeron con un estruendo que resonó al chocar contra el piso de madera vieja.

Los levantó con hastío; al tiempo que veía como las tapas duras de los libros estaban un poco onduladas por la vejez, seguramente por eso habían perdido el equilibrio….

Las hojas olían a papel viejo, y aunque le gustaba el olor, después de un rato le mareaba. La mayoría de los libros allí eran tan antiguos que el papel era de color amarillo y extrañas manchas cafés habían aparecido en algunas de las páginas.

Una risa ajena y un escalofrío le hicieron dar un salto; ponerse en alerta.

-¿Quién eres tú?- escuchó una vocecita detrás de él- ¿Qué haces aquí?

Con los reflejos afectados por su vida sedentaria, giró lentamente. Detrás de él estaba una pequeña niña, blanca, muy blanca; que sostenía en una mano un libro y en la otra algo que no se alcanzaba a distinguir.

Suspiró relajándose; era una niña solamente… No pudo evitar pensar que era algo cliché.

-Hola- saludó Lenie con el ceño fruncido- creí que no había nadie…

-¿Quién eres?- insistió la niña.

-Mi nombre es Lenie- levantó una ceja- ¿Y el tuyo?

No respondió, como era de esperarse.

La chica avanzó hacia él atravesando lentamente el umbral; balanceando de un lado a otro su falda blanca que le llegaba hasta los pies.

Lenie tuvo un mal presentimiento, pero lo ignoró y se volvió a sentar en el escritorio. Ya sabía qué sucedería después, había leído algo así en una publicación de Facebook.

-¿Crees en los fantasmas?- la niña le susurró al oído ¿En qué momento se había acercado tanto? Lenie pegó un brinco y volteó hacia atrás. Aún sentía el frío aliento de la niña golpear detrás de su oreja.

Le confundió ver que ella estaba muy lejos; a unos cuatro metros o más. Un poco asustado, respondió:

-Nunca he visto uno – tragó saliva-

La chica soltó una risita histérica y sonrió de oreja a oreja; ay Dios, que se veía malévola. Seguro sacaría un cuchillo y lo apuñalaría o algo parecido… Ella ladeó su pequeña cabecita y enseñó lentamente lo que tenía en su otra mano: un objeto puntiagudo y brillante… un cuchillo, había adivinado. Lenie volteó los ojos, en las caricaturas había visto cosas más originales.

-Estoy muy sola, y nadie viene a visitarme- Sollozó y alzó su cuchillo, con expresión triste y psicótica al mismo tiempo- ¿Quieres ser mi amigo?

El susto de antes ya se le había pasado a Lenie, ahora se estaba aburriendo, y en unos minutos tenía que volver a casa.

Suspiró y recogió su mochila, su mp3 y sus libros.

-El año que viene, tal vez- respondió irónico-

Fantasma, demonio o lo que fuera, esa niña de apariencia maligna le estaba agotando la paciencia. La dejó ahí parada, al tiempo que salía de la biblioteca terriblemente fastidiado. ¿No había un lugar tranquilo donde hacer la tarea? Joder.

Se alivió cuando la niña no le siguió por la puerta, sería un dolor de cabeza estar lidiando con espíritus malignos.

La próxima vez, definitivamente iría a un Cyber Café para hacer sus deberes, total, en Internet habían historias de terror más interesantes.

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