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La gran aventura - por Maiwey

Decidí visitar a la bruja.

Salí esa misma mañana muy temprano sin decir nada a nadie, sabía que no lo aprobarían. A decir verdad tenía otras opciones mucho más racionales y seguras pero todas ellas me resultaban… cómo decirlo, aburridas.

Acudir a pedir consejo a la Vieja del Manantial era una locura, admito que si hace un par de años alguien me hubiera sugerido esta idea le habría tomado por un pobre demente. Sin embargo, aunque mi situación no es desesperada, el riesgo y la aventura que este viaje conlleva me atraen tanto como la polilla a la luz. Además si todo sale bien, por pequeñas que sean mis posibilidades, obtendré el resultado más positivo de todos los finales que alcanzo a imaginar.

Hace ya varias jornadas que partí desde mi hogar, lugar del que nunca me había alejado más allá que unos cuantos kilómetros.

Camino solitario en esta vasta tierra contemplado los colores cambiantes del cielo. Los violetas y azules de la noche van dejando paso a los tonos ambarinos y suaves del nuevo día. En esta quietud en la que me encuentro, en la frontera de la realidad y los sueños me doy cuenta que realmente no me importa lo que me cuente la bruja.

Los problemas que tantas noches en vela me habían hecho pasar, esas tontas ambiciones mías tan imposibles de cumplir no eran más que sueños. Ideas peregrinas que inconscientemente creaba para que mi vida fuera interesante.

De niño siempre inventaba aventuras sobre ser un pirata o un aventurero para cruzar el mundo de un extremo a otro, según iba creciendo esos sueños fueron modificándose, (conseguir tener más dinero, ser famoso, vivir un gran amor…) Sin embargo trataban de lo mismo. Tener una vida mejor, más emocionante.
No obstante nunca había hecho nada por llevar a cabo ninguno de esos planes, me conformaba haciéndolos revivir una y otra vez en mi mundo imaginario. Había elegido la inmovilidad como medio de transporte.

Ahora, por primera vez en mi vida estaba haciendo algo por mí mismo. Me había arriesgado.
Aunque fracasara en llegar hasta la bruja, aunque ella no me concediese lo que deseaba, no me importaba. Ya no me martirizaría ese nudo amargo de saber que apenas había vivido mi propia vida. Ahora estaba escribiendo mi propia aventura.

Ya tenía una historia para contar y asombrar a mis nietos, si es que llegaba a tenerlos algún día.
“Era sé una vez un apuesto caballero que contra los designios de su destino decidió visitar a la bruja.”

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3 comentarios

  1. 1. Abbey dice:

    Muy buen diálogo interior, la lucha contra uno mismo… Interesante giro para el tema propuesto en el taller.
    Sólo puntualizar que alternas formas verbales en presente y pasado en la narración. Crea una atmósfera “rara”, no se distingue si es una experiencia que ocurre ahora o en un tiempo pretérito.

    Escrito el 30 octubre 2013 a las 22:04
  2. 2. Servio Flores dice:

    Me gusta, el prota tiene un objetivo simple. Bastará con pulirlo un poco.
    Saludos

    Escrito el 31 octubre 2013 a las 23:10
  3. 3. Montse León dice:

    Me ha parecido una idea original.

    Escrito el 9 noviembre 2013 a las 23:41

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