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Qué es lo que comen las brujas - por Abelino

Decidí visitar a la bruja. Demasiadas pesadillas, noches en vela, ansiedad, nervios… No debí haber cogido ese libro, no debería haber hecho esa poción. ¿En qué estaba pensando? ¿En qué momento pensé que algo así podría siquiera funcionar? ¿Qué me estaba pasando últimamente?

Sara me acababa de dejar. Se había ido con el fortachón y el guaperas, ese que derretía a todas las chicas con su mirada, que las tenía a todas detrás. Yo simplemente hice lo que cualquiera en mi posición habría hecho: me metí en el único sitio en el que puedes llorar tranquilamente, la biblioteca. Parece ser que en este pueblucho nunca nadie necesita cultura. Entonces me fijé en un libro que, aún escondido en el rincón más recóndito fuera de mi alcance visual, ejercía una tentadora atracción sobre mí. Su mera presencia en la sala hacía que la sangre me percutiese en el cerebro, cada vez más fuerte, como si fuese a estallar de un momento a otro. Tenía que cogerlo, me levanté, me acerqué, lo agarré temblorosamente con mis dos manos y pude leer en su cubierta, "Brujería". Era grande, pesado y con las páginas amarillentas. Decidí abrirlo por la mitad y di a parar con una página que ponía "cómo recuperar al amor de tu vida". Se trataba de una poción y no parecía muy difícil de preparar. Estando tan desesperado, ¿qué otra cosa podía hacer?

Crecí escuchando las historias que contaba mi abuela de pequeño. Antiguamente en la casa de la bruja vivía una mujer encantadora, atractiva, inteligente, bondadosa… Trágicamente se quedó viuda al poco de casarse por razones nunca esclarecidas. La pobre muchacha se fue malogrando con el paso de los años, sin ninguna compañía. Los más escépticos dicen que abandonó el pueblo y en esa casa ya no queda nadie. Pero otros dicen que enloqueció y empezó a practicar magia negra y necromancia para devolverle la vida a su marido. Aunque todo el mundo cree que son tonterías y que la casa está deshabitada, muchos jurarían haber escuchado voces y sonidos procedentes de dentro, y nunca nadie se atreve a acercarse.

Por eso pensé que podría funcionar. Pero desde el mismo momento que me tomé la maldita poción, nada funcionó como debería. No solo no conseguí recuperarla, si no que notaba que me estaba consumiendo rápidamente. No lograba descansar, empezaba a perder pelo y el que me quedaba se volvía canoso, me aparecían arrugas en la cara, mis articulaciones perdían elasticidad, me notaba cada vez menos vivo…

Por eso, mientras miraba la casa en lo alto de la colina, supe que estaba decidido, iba a dar el paso y hacerle una visita. Pero, ¿lo estaba de verdad? Sí, claro que sí, ella y solo ella podía ser la responsable, podía tener algo que ver, sabría de qué se trataba el libro. Conseguí cruzar el jardín hasta el porche. La puerta era gigantesca y se notaba en la madera el paso de los años. La casa daba la sensación de estar descuidada durante mucho tiempo, ¿deshabitada, quizás? Me armé de valor y llamé al timbre. No funcionaba. Volví a llamar, tampoco funcionaba. ¿Estaría todavía a tiempo de rectificar? Un pensamiento cruzó mi cabeza, dar media vuelta, volver por donde había venido. El terror se apoderaba de mí y no podría seguir así mucho tiempo. Di un paso hacia atrás, convencido de dejar ese lugar, de echarme a correr en cuanto tuviera la oportunidad, cuando la puerta se abrió lentamente. Las bisagras chirriaban y al otro lado, se proyectaba una silueta, era ella. No quería estar ahí, no debería de estar ahí. Y como si yo hubiese dejado de tener voluntad sobre mi cuerpo, empecé a avanzar hacia adentro. Ahora lo entendía todo, todo cobraba sentido, mientras entraba en la casa veía al otro extremo de la sala una masa deforme que poco a poco empezaba a cobrar vida, la misma vida que a mí me empezaba a carecer. La poción sí que era para recuperar al amor de tu vida, para que ella recuperase el amor de su vida. Era demasiado tarde, ya no había escapatoria y mi último pensamiento fue para Sara.

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1 comentario

  1. 1. Paula dice:

    Me ha gustado, ¡espero volver a leerte pronto! 🙂

    Escrito el 28 octubre 2013 a las 13:43

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