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fin de semana en familia - por isabella

Decidió visitar a la bruja y zanjar del todo el asunto. Las cosas no podían continuar así.
Marta llevaba de viaje a penas diez días y su vida se había convertido en un infierno. A duras penas conseguía llegar a su hora al trabajo porque su hija Sara no quería levantarse por las mañanas, y Luís aunque era un buenazo al escuchar a su hermana terminaba descontrolándose también.
Cuando conseguía llegar a la oficina estaba reventado, simplemente no podía más.
Los días que no llamaban de la escuela eran un milagro, y a decir verdad, insuficientes; pues la niña estaba como loca desde que su madre salió de viaje. Cómo lo hacía para manejarlo todo tan bien…
Después del trabajo, al entrar en casa, aquello era la guerra; la canguro a penas podía recoger la casa y atender a los niños, pero por lo menos estaban cenados y duchados. Normalmente, a esas horas tenían mucha mas vitalidad que una manada de rinocerontes.
Aquello no podía continuar así.
Ringggggggggg…
-¿Hola mi amor, que tal anda todo por casa?
-Hola pequeña, no puedo más…
-¿Problemas en el paraíso?-dijo Marta sin evitar reírse. Daría lo que fuese por mirar por un agujerito.
-Te echo de menos.
-Y yo, pero todavía no puedo volver…
-Lo se, lo se…es sólo que te extraño mucho.
-Dales a los niños un beso de mi parte, no he podido llamar antes.
-Si. Están deseando verte- Como yo quiso añadir, pero no sería justo- He pensado en hablar con tu madre.
-Upsssss
-Bueno…
-Se alegrará mucho. Ya lo sabes.
-Supongo…
-No debiste decirle aquellas cosas.
-Si, me pase un poco. Pero es que tu madre me supera.
-No debes tenerle esas cosas en cuenta…Conoces sus peculiaridades.
-¿Peculiaridades? Cariño tu madre es muy, pero que muy rara. Es más, yo diría que estrafalaria.
De nuevo sonó el teléfono móvil, sabía que tenía que contestar. Era Manolo, su jefe; otra vez. No podía desatender la llamada.
A la mañana siguiente arregló a los niños y les dijo que pasarían el fin de semana con su abuela materna, a lo que respondieron gritando de alegría; aquello significaba que lo pasarían bomba. Abu, como la llamaban cariñosamente, era la más divertida.
Cuando una hora mas tarde Teresa abrió la puerta de su casa la cara se le iluminó. Halloween quizás no era el momento más oportuno para que su yerno claudicase…pero lo cierto es que estaba muy contenta. Tenía planes de sobra para divertirse con los niños.
Al despedirse de ellos sintió una punzada en el corazón, pues no estaba acostumbrado a verlos marchar; siempre era él quien los dejaba. Aunque por dentro sabía que necesitaba descansar.
Decidió esperar un poco desde el coche, observar si todo marchaba bien. Entonces Sara salió corriendo por la puerta, y su corazón dio un vuelco; pero descubrió que tan solo estaba interesada en la calabaza de la entrada. Era evidente que no lo necesitaban. Quizás estaba equivocado con su suegra y no era tan bruja como él pensaba.
Cerró los ojos, sacudió la cabeza y arrancó el motor del coche. Allí ya no pintaba nada, mejor sería aprovechar el tiempo y descansar.
Esperó a que pasaran varios vehículos para incorporarse al tráfico, encendió la radio y descubrió que ya se sentía mejor. No era bueno que los niños creciesen sin los abuelos…y aquella estrafalaria mujer era la única que tenían, los demás ya no estaban.
De repente un perro atravesó la calzada y estuvo a punto de atropellarlo, su corazón se puso a mil por hora. Por suerte no había pasado nada. Sin embargo, al echar marcha atrás, lo que vio por el espejo del retrovisor lo dejó estupefacto… ¿que eran aquellas chipas de colores que salían de la chimenea de su suegra?

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1 comentario

  1. 1. lunaclara dice:

    Me ha gustado mucho tu relato. Entrañable, sencillo, … Se lee del tiron. Es muy divertido! Felicidades!

    Escrito el 29 octubre 2013 a las 00:50

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