Las Furias - por Montse León

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Decidí visitar a la Bruja. No las tenía todas conmigo porque el hecho de que alguien se hiciera llamar así, no me hacía ninguna gracia. Pero era mi única posibilidad si quería hacer daño a Santi sin que nadie sospechara de mí… si es que de verdad era una bruja.
Al entrar en su casa me sorprendí mucho. Sí que había velas por todos lados, y un gato, y muchos libros. Pero no había un caldero en medio de la habitación, ni telarañas, ni tarros de cristal con mejunjes y miembros dentro. Esto me descolocó.
La Bruja era una mujer joven y bella, y pensé que debía haberme equivocado. Pero la Bruja me lo confirmó.
-¿Qué quieres de mí?
-Quiero darle su merecido a un ex novio. Su nombre es Santi.
-¿Qué te hizo para que quieras hacerle año? Porque entiendo que con “merecido” no te refieres a un ramo.
-Me dejó.
-¿Y sólo por eso merece dolor?
-Bueno…si… – me estaba haciendo sentir mal. Yo creía que las brujas no tenían remordimientos o conciencia alguna.
-Yo no hago magia negra, querida. Sólo magia blanca.
-¿Entonces por qué me dijeron que tú me podrías ayudar?
-Porque puedo. Puedo decirte qué pasará si haces daño a Santi.
-¿Ah si?- dije incrédula e irritada- Dime.
-Toda hechizo tiene un precio. Y cuando la magia se desata, se tiene que compensar. Porque el Universo debe quedar en equilibrio. Si él hizo algo realmente malo para el orden total del Universo, el mismo Universo se encargará de castigarlo. Pero si tú obligas al Universo a hacer algo en su contra, el Universo después tendrá que hacer algo en contra tuya.
Me quedé fría. Tenía sentido lo que me estaba diciendo. Pero yo estaba furiosa con Santi. La última noche, en aquel bar, me trató de zorra y me dejó con la palabra en la boca, todo sin venir a cuento. Y eso no podía tolerarlo.
-¿Y tú no puedes hacer algo para protegerme? – pensé que esa era la clave: un hechizo para hacerle daño a Santi y otro para protegerme. Sería más caro, pero más seguro.
-Creo que no me has entendido, querida. La magia pertenece al Universo. Yo sólo la puedo acelerar, dirigir, aumentar. Pero la decisión final no es mía… De todas maneras no me necesitas.
-¿Cómo?
-Si realmente deseas hacerle año, si todo tu ser lo desea, desatarás las Furias.
-¿Qué o quiénes son las Furias?
-Las Furias aparecen cuando hemos transgredido a Dike.
-¿Quién es Dike?- temía que se fuera a convertir en un listado de nombres sin sentido para mí.
-Dike es una de las cuatro hijas de la Diosa Themis, que es la diosa que representa el orden correcto que constriñe en la vida diaria. Dike representa a la justicia. Como te he dicho, las Furias o Erinias aparecen cuando hemos transgredido a Dike. Tienen cabellos de serpiente, alas de murciélago, cara de perro y llevan látigos en sus manos. Castigan de formas horrorosas…
Me pareció una imagen terrible y lo debió notar en mi cara.
-No te preocupes. Sólo acuden cuando sentimos culpa.
-¿Qué quieres decir?
-Que si en el fondo de tu corazón te crees culpable de alguna manera de la reacción de tu ex novio pero quieres castigarlo, aparecerá y serán implacables con él.
Eso bastó.
Como pude balbuceé un gracias, deposité un billete en la bandeja de mimbre que había entre nosotras encima de la mesa y me disponía a irme más pálida que aliviada.
-Espera. He dicho que te ayudaría y me gustaría saber si lo he hecho.
-Bueno…ahora mismo estoy asustada.
-No lo estés. Cuando te calmes, repasarás mis palabras y entenderás que sólo tú puedes ser justa contigo misma. El resto le corresponde al Universo. Deja pasar unos días y vuelve a visitarme. No te cobraré por un té.
Y así me fui a mi casa. Asustada, confusa, sin saber si seguía odiando a Santi, y con unas extrañas ganas de volver a visitar a la Bruja.