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“El rostro de la traición” - por Mary Muñoz Lopez

Decidí visitar una bruja. Baje del coche y camine hasta la puerta.

¬¬- Buenas noches- Dije. Una mujer madura abrió la puerta. – Necesito hablar con la señorita White.

Hizo señas de que la siguiera, me condujo al interior de una antigua mansión de grandes salones. Entramos a una habitación tenue, de cortinas de lino largas que se arrastraban por el suelo. La mujer me hizo sentar, durante ese tiempo mi corazón pensaba en el único ser que he amado en toda mi vida. Sentí que me observaban.

– Buenas noches. Soy Joan White. – Dijo una mujer al verme.- El conde de Vadux me pidió su cita.

Nos sentamos distantes en el amplio salón.

– Puedo confiar en mí, sé que puede resultar difícil hacerlo, solo inténtelo. .- dijo con voz suave.

– Ayúdeme por favor –Dije al instante.- Llevo varias noches en vela, los peores momentos de mi vida. Algo pasa en mis noches… Es incomprensible.

– Entiendo. – Dijo ella.- Alguien podría hacerle daño? Pregunto al instante.

Talvez.- dije dudosa sin mirarla. – Esto es difícil para mí.

Ambas no miramos. A pesar de la distancia pude ver sus facciones pulidas, sus hermosos ojos azules que se perdían en una cabellera abundante y desordenada. Su rostro me parecía conocido. Con confianza comencé mi historia.

Tengo una relación indebida hace dos años, soy la amante del Comandante de las fuerzas Inglesas Brat Legner.- En ese punto me detuve casi sin poder respirar, pero continúe. – Hace un par de meses mi relación con el comandante se filtro y llego a oídos de su esposa. Por varias semanas evite asistir a eventos sociales para calmar la situación, incluso no hubo encuentros con el Comandante Legner. Pasados unos días cuando creí conveniente asistí a una boutique, una mujer se acerco y comenzó a abordarme de manera gentil sobre moda, pero de un momento a otro empezamos a hablar de su familia. La conversación ser volvió mas cordial y accedí a tomar el te juntas, allí me contó que su esposo estaba teniendo un Affair, que él no podía dejar a su amante, amaba su juventud, su belleza y las noches apasionadas que tenían; ella solo oraba con fe porque su marido encontrara la paz de su alma y estaría dispuesta a esperar pacientemente. Camino a casa me cuestionaba porque una mujer hermosa y bondadosa vivía esta penosa situación? aunque no la volví a ver. Días después me entere que esa mujer era la esposa del Comandante Legner, sentí remordimiento. Pero todo empeoro hace 7 noches cuando siento un peso oscuro sobre mi, me asfixia, mi voz se pierde en un abismo luego, en mi cuerpo aparecen moretones misteriosos. Ayer por accidente el Conde Vadux vio las marcas de mis brazos, no pude explicarle. Él vio mi desesperación y me dijo que Ud. podría ayudarme, nadie sabe que estoy aquí.

Estaba a punto de estallar en llanto.

– Inevitablemente se trata de algo nefasto.- dijo pausadamente. – Si no detenemos esto, no la dejara en paz. No realizo este tipo de trabajos hace algún tiempo, pero tengo un sentimiento de gratitud hacia el Conde Vadux y voy a ayudarle como le lo prometí. Necesito traer algunas cosas pero debe confiar en mí, con esto todo será normal. Espéreme aquí.

Cuando llego puso sobre la mesa unos frascos con unas instrucciones, me explico y me dijo que siguiera las instrucciones al pie de la letra y volviera en dos noches.

Salí esperanzada, llegue a casa e hice todo lo pedido por ella, esta vez ya no sentía incredulidad, solo la certeza de que volvería a ver al Comandante Legner, lo amaba con locura. Agotada caí en un profundo sueño, me despierto ahogada y me doy cuenta que todo comenzó de nuevo, pensé que debía tener paciencia y que los efectos no eran inmediatos, pero no pudo ser peor, todo se volvió más confuso cuando vi a la sombra convertida en Joan White, pero se parecía a la mujer de la boutique. Las lágrimas ardían por mi rostro y un dolor invadía mi cuerpo, esas horas fueron una eternidad. Entro en la bañera ahogada en llanto, evitando dormirme, tratando de borrar esta terrible pesadilla y de entender. De un momento a otro noto que el agua es oscura, densa y me siento diferente. Salgo desnuda, me paro frente a un gran espejo y con angustia veo el reflejo de un cuerpo viejo, estropeado, un rostro desencajado

Y me doy cuenta… Que no era yo!!!

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