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20 pasos tras la muerte - por SaulOnLinux

Web: http://www.tusrelatos.com/autores/saulbordes

Decidí visitar a la bruja… Todo comenzó con aquellas extrañas desapariciones. Primero fue aquella pobre muchacha… Jéssica. Era una chica normal, acudía regularmente a clase, tenía amigos y no había indicios de problemas familiares. La segunda víctima fue un hombre, era profesor licenciado, felizmente casado y nunca había tenido una multa de tráfico. Conforme más repasaba la lista menos sentido le encontraba, había un total de cinco víctimas todas ellas sin relación alguna aparente. Mi juicio estaba francamente nublado, llevaba dos días en los que apenas dormía y lo peor de todo es que seguía sin ninguna pista que me llevase a esclarecer el asunto.

Decidí entonces salir de mi apartamento, no sin antes coger mi revolver. Comprobé el cargador. Estaba cargada. Los primeros rayos de sol comenzaron a cegarme, mis ojos se habían habituado a las cortinas echadas de mi habitación, lejos de las miradas indiscretas y al ambiente poco diáfano que había ido emergiendo poco a poco, como si fuese un extraño microclima.

Decidí dar un paseo, recavar algo de información. Para no alargar demasiado mi historia resumiré las próximas cinco horas que acontecieron entre bares, búsqueda de posibles testigos, informadores con poco o nada que contar sobre el caso y un tiempo de perros. Justo cuando estaba a punto de mandar todo el caso al traste, apareció en una esquina una sombra. Aquel hombre menudo, con traje de tres cuartos que le quedaba demasiado grande para su pequeña estatura por cierto, y un fedora sobre su cabeza. Me hizo señas. No dudé ni un instante en acercarme a él, cuando ya bien estando a dos pies de él, habló en voz baja y dijo:

-Se donde puedes encontrar a quien buscas pero esta información te costará cara.

-Está bien, no tengo tiempo que perder así que dime donde puedo encontrarlo.

-La llaman la bruja. Vive a las afueras de la ciudad, en una cabaña en el bosque. 100 pasos norte, 25 al sudeste, 13 pasos norte. Allí la encontrarás, aunque tal vez no te guste lo que encuentres.

Pagué los honorarios a mi misterioso amigo salido de las sombras y me puse rumbo hacia el bosque. Me encontraba en la difícil situación de andar a ciegas tras una pista que bien podría ser falsa pero era todo cuanto tenía. Decidí hacer caso de mi intuición y desenfundé el revólver tan pronto como llegué a la vieja cabaña. Tenía un aspecto desolador, algunas zarigüeyas colgando de la fachada de la cabaña cabeza abajo, restos de lo que parecían ser cráneos de animales muertos y olor a sangre por todos lados.

Entré con el cañón apuntando bien al norte, mi mano diestra sujetaba el frío metal del revolver mientras que descansaba sobre mi mano izquierda a modo de apoyo para fijar el blanco. La mano zurda sujetaba una pequeña linterna con la que iluminar el lugar. Estaba oscuro y era espeluznante. Me movía con sigilo, sin hacer mucho ruido, salvo por aquellos desgastados y astillados tablones que de vez en tanto crujían y me ponían el corazón en vilo.

Atravesé el recibidor, inspeccioné silenciosamente las habitaciones colindantes, después la cocina. Pensé que no había nadie pero en ese mismo instante una voz joven e inocente clamaba en busca de ayuda. La misteriosa voz provenía de una puerta algo escondida detrás de un frigorífico que sin duda había tenido tiempos mejores. Aparté el dichoso frigorífico y de una patada se oyó un crujido y la puerta cedió. Unas escaleras llevaban hasta abajo. Descendí por ellas con suma rapidez aunque parecían no tener fin. Allí estaba la bruja.

Una joven harapienta, con el pelo negro como la noche y con las manos impregnadas de sangre. Se abalanzó sobre mi sin mediar palabra con un puñal macabro hecho artesanalmente de huesos de pollo. La empuñadura estaba personalizada y tenía el aspecto de una extraña bestia.

No lo pensé dos veces y la bala golpeada violentamente por el percutor salió del cañón como un restallido, abatió a la bruja. El cuerpo de la muchacha cayó inerte sobre el suelo salpicado por su propia sangre. Por desgracia ya era tarde, el cuerpo sin vida de la misteriosa voz que hacía unos momentos rogaba por su vida se hallaba frío e inexpresivo colgando sobre una pintoresca cruz de madera.

Aquello fue la gota que colmó el vaso. Decidí entonces que ya era hora de dejarlo.

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3 comentarios

  1. 1. lunaclara dice:

    Guau, novela policiaca 100 por 100. Me ha gustado mucho! Echo de menos oir a la bruja y tambien a la chica asesinada… Y algo mas sobre el prota. Pero entiendo que eso es materia de algo mas largo. Te animo a ello! Felicidades!!

    Escrito el 31 octubre 2013 a las 02:13
  2. 2. Servio Flores dice:

    Me ha gustado. Solo que retirar al prota ahora que recien lo conocemos… no me cuadra 😉
    Felicidades

    Escrito el 1 noviembre 2013 a las 13:47
  3. 3. Montse León dice:

    Historia policíaca con principio y final. Me ha gustado. 🙂

    Escrito el 10 noviembre 2013 a las 15:23

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