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Lencería fina - por Isabel

Decidí visitar a la bruja de mi vecina cuando recogí la ropa del tendedero y vi que la había desteñido con las gotas de agua aún con lejía que escurrían de su lencería fina otra vez. A saber de qué las mancha que anda siempre metiéndolas en lejía, pensé yo. No debí subir gritando por las escaleras: “¡Me tienes harta, modelitos, te vas a enterar, hombre!”, porque las puertas de los vecinos escuchan y el eco del portal amplifica las intenciones. Y es que a la gente le gusta malmeter. Cómo iba yo a saber lo que me iba a encontrar, si eso solo lo he visto en las películas. Cuando terminaba de subir las escaleras salía un hombre de su casa, qué novedad, me va a oír él también, pensé, que sepa con qué guarra está liado. Nos quedamos mirando frente a frente sin pestañear en el mismo umbral, pálido él, pálida yo. Para no dar que hablar sugerí entrar ahí dentro y aclarar todo los tres, pero él se empeñó en que bajáramos a casa y lo habláramos como personas civilizadas, porque los matrimonios tienen que hablar las cosas. Le encantaba decir cosas así. Era muy convincente.

Ahí estaba ella, tendida en el suelo del salón apenas sin ropa y en una postura difícil, casi diría que estudiada. No respiraba. Estaba preciosa la muy puta.

Convenimos llamar a la policía. Mi marido iría a la cárcel el mismo día que me enteraba de que estaba liado con la vecina de arriba. Que habría sido el marido de ella, decía, que lo mismo se había enterado. No colaba. Ella estaba desnuda y él salía de su casa, ya no podía creerle ni una palabra más. Mi corazón me decía al mismo tiempo que le dejara tirado y que le protegiera. Me desmayé.

Cuando desperté, mi vida estaba patas arriba. Era la principal sospechosa. Claro caso de crimen pasional, decía el inspector. Subí a cantarle las cuarenta completamente enajenada, porque lo de la ropa había sido la gota que colmó el vaso, amenazándola, todos los vecinos daban fe de ello, y la discusión se me fue de las manos por lo del lío con mi marido. Daban por hecho que lo sabía pero que me hacía la tonta. La misma teoría puerta por puerta. La mantenida consentidora, me llamaban. Lo peor era la media sonrisa de mi marido desde la pared del fondo, a espaldas de los inspectores. No me quitaba ojo. Me había arruinado la vida. Quizá ella le insistió en dejarlo, nunca lo sabré.

Por lo visto cocinar y limpiar día tras día no era suficiente. Renunciar a todo por él tampoco lo era. Quererle hasta la locura seguía sin serlo. A menudo me echaba en cara que estaba encima de él, que no le dejaba respirar. ¿Y qué va a hacer alguien que bebía los vientos por él? ¿Qué hice mal? Aún hoy día sigo preguntándomelo minuto a minuto entre estas cuatro paredes, y siempre obtengo la misma respuesta: elegir somníferos como condimento del pastel que cociné para ella. Parece ser que se ven en la autopsia. De nada valió que le rajara su cuello de cisne después. Eso también sale. Heridas post mórtem las llaman. Por eso fue inútil también que calculase el momento en que mi marido salía de su casa. La rutina mata las relaciones.

Al menos, cuando me encontraba con el hijo de mi vecina en el ascensor y le decía que se parecía muchísimo a su padre no le mentía. Eso me alivia el alma. Recuerdo que él me miraba con desconcierto.

Ya vienen los enfermeros con la medicación. Otro domingo que pasa sin visitas.

Ahora tengo que dejarte, querido diario. Voy a ordenar el cajón de la ropa interior. Lencería fina, nada menos. Hasta mañana.

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5 comentarios

  1. 1. Aitor dice:

    Es triste y a la par divertido, tragicómico. Me ha gustado.

    Escrito el 30 octubre 2013 a las 15:59
  2. 2. Aurora dice:

    Es dificil intuir de qué se trata exactamente hasta el final y la escena inicial, cuando ve la ropa desteñida, está muy bien retratada, muy de patio de luces real. Me ha gustado mucho.

    Escrito el 31 octubre 2013 a las 16:04
  3. 3. Isabel dice:

    ¡Muchas gracias, chicos!

    La verdad es que tiene algunas cosas que mejorar (como muy bien me sugirieron mis comentaristas) e incluso alguna incoherencia, pero se agradece que os haya gustado y os haya entretenido. ¡Es un placer!

    Un saludo.

    Escrito el 31 octubre 2013 a las 18:41
  4. 4. Nancy Eliana dice:

    Buena Isabel, es un buen texto, claro que hay cositas que superar, pero lo importante es que lo hiciste. Además es una buena historia, me recuerda a la vecina de la casa de mis padres. Felicidades.

    Escrito el 10 noviembre 2013 a las 16:47
  5. 5. Isabel dice:

    ¡Muchas gracias, Nancy Eliana!

    Me alegra que te guste. Por otro lado, espero que la vecina de tus padres no terminara de la misma manera… o_O

    Dejo el relato a la cola de todos los que tengo que reescribir (que en realidad, son todos). 🙂

    Un saludo.

    Escrito el 14 noviembre 2013 a las 17:56

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