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SECRETOS - por Abbey

SECRETOS

Decidió visitar a la bruja. Era una locura pero tenía que intentarlo.
Cuando Mark llegó a ese pueblecito diez años atrás, sólo acarreaba una mentalidad vestida de ciudad y una mochila azul casi vacía y remendada, testigo de múltiples caminos tortuosos acabados en fracaso. Y en el fondo de esa mochila la culpabilidad, el pertinaz recuerdo del imperdonable asesinato de un inocente.
La gran urbe no le había tratado bien. Por eso, el lento acontecer de la vida en el pueblo y sus gentes tan abiertas al diálogo y al contacto estrecho le calaron profundamente. Poco a poco fue encontrando su sitio en esa diminuta sociedad. Sin tierras, ni demasiada formación, se las arregló para hacerse cargo del reparto de la correspondencia y de pequeñas chapuzas, y consiguió su pequeña parcela de respeto y casi, la redención de su culpa.
Pronto cada visita se convirtió en una pequeña charla cafeinada en la que los vecinos vaciaban la bolsa de los remordimientos, vergüenzas, miedos y rencores. Al fin y al cabo, desahogarse con un extraño siempre era más fácil que arreglar los cabos sueltos con el vecino, ¿no? De este modo, sin pretenderlo, se fue haciendo poseedor de todas las verdades y mentiras ocultas de esa pequeña sociedad. Y, debajo de todas ellas, bien escondido, su secreto más inconfesable. Sabía a ciencia cierta que si se descubría su turbio pasado tendría que dejar de lado la vida que tanto le complacía y emprender de nuevo la huida.
Así también, supo de la existencia de Margery y de sus prácticas poco comunes.
Los lugareños no hablaban de ella con temor pero tampoco con especial cariño. Sus habilidades fuera de lo normal les imponían respeto pero no resultaban peligrosas. Sus dotes adivinatorias ayudaban con pequeñas cosas: joyas perdidas, inversiones correctas, corazones despechados… La única contraprestación que pedía a cambio, era acudir a su llamada cuando lo requería. Y todos, invariablemente, respondían a ese reclamo.
La primera vez que tuvo que acudir a hacerle entrega de una carta certificada lo hizo con un atisbo de emoción. La curiosidad sobre esa mujer había crecido bien alimentada por el parloteo de sus vecinos. La primera impresión lo desilusionó: una mujer en la cincuentena, con una melena castaña corta y bien arreglada y un rostro casi risueño lo saludó desde detrás de un alegre delantal floreado. La conversación fue afable y corta, el tiempo estrictamente necesario para presentarse el uno al otro y hacer entrega de la misiva. Nada fuera de lo normal. En sucesivas ocasiones, el ritual se mantuvo de la misma forma.
Mark se resistía a creer en sus poderes pero cuando dos policías en un coche de la metropolitana aparecieron circulando por las calles investigando el historial de sus habitantes, su pasado se situó frente a él de nuevo y la imagen que vio no le gustó. Decidió visitar a la bruja. Tenía que intentarlo. Tal vez ella le podría ayudar a salir de esa encerrona. Aunque su trato se podía calificar de cordial, el impacto de sus ojos oscuros como la noche sobre los suyos iniciaron una corriente que le golpeó cada terminación nerviosa y parecía tratar de liberar cada uno de los secretos que él se afanaba en esconder. Y finalmente, descubrió que de eso se trataba. Ese era el precio por su ayuda: los secretos de cada individuo de la comunidad. Su secreto.
Ahora sabía cuál era el precio a pagar y que a partir de ese momento, esa mujercilla tendría el control sobre su vida, pero no estaba dispuesto a huir y empezar otra vez de cero.
–Un mal menor y asumible, menor y asumible….-repitió para convencerse. Agitó la cabeza con un gesto de derrota y empezó a hablar.

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3 comentarios

  1. 1. Aurora dice:

    Realmente, me ha encantado. Ahora me gustaría saber más, se hace corto. Enhorabuena.

    Escrito el 29 octubre 2013 a las 16:54
  2. 2. Servio Flores dice:

    muy bueno, de verdad. bien hilvanado, mete en el personaje, sobre todo al final. me ha gustado mucho.
    felicidades

    Escrito el 2 noviembre 2013 a las 23:14
  3. 3. Montse León dice:

    Es cierto, se hace corto. Muy bueno.

    Escrito el 16 noviembre 2013 a las 20:48

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