INICIO - por Sissy

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Hace unos días que comencé a escuchar ruidos, apenas los entiendo, pero parece que son parte del lugar en dónde estoy. No veo nada aún, está oscuro. Hace mucho calor, y estoy apretado. Creo que estoy encerrado en algún sitio, pero no puedo moverme para explorarlo. Es como si no tuviera la fuerza necesaria para poder hacerlo.

Me sentía sólo y vacío, hasta que ayer por primera vez escuche a alguien más. Era un precioso canto, se notaba la alegría en su encantadora y dulce voz. Sentí calidez, después de mis primeros días tan solitarios. Quise buscarla, seguir el camino de su canto, pero aún sigo sin poder moverme. Me sentí impotente, quería acercarme, preguntarle dónde estábamos. Quizás podría ayudarme a escapar. Tuve curiosidad por ver su rostro, creo que esa es una voz que jamás voy a olvidar en mi vida.

Pasaron varios días y mi preciosa compañera sigue sin acercarse a mí, y yo sin poder alcanzarla, aunque no ha parado de cantar, así que mantengo las esperanzas de poder conocerla. Es la única que ha estado cerca desde que desperté. Me siento feliz cada vez que la escucho, algo muy grande en mi pecho hace que me ponga nervioso, quisiera de repente encontrarla y abrazarla, sentir su calor, y darle un beso. Debe ser buena y cuando la encuentre, no quisiera separarme nunca de ella.

Hoy me siento raro, un poco asustado, ha pasado un tiempo desde que no la oigo cantar, me pone triste, y aunque sigo intentando moverme, no lo consigo, quiero saber si se encuentra bien. Lo último que escuché de ella era una discusión con otra voz, una mucho más grave, vibrante, potente e intensa que hasta me provocó miedo. La situación no duró demasiado, pero luego de eso no la volví a escuchar cantar, es más, conocí un ruido nuevo… un chillido, fuerte, como el de una risa, pero doloroso. Y cada espacio del lugar en el que estoy, comenzó a apretarme más, me sentí mal, me sentí adolorido. No puedo salir de aquí, no abrí aún mis ojos, pero su voz llenaba todos los rincones de mi interior. Creo que me enamoré de ella, y que ahora no vuelva a cantarme, me desespera. ¿Será por mi culpa la discusión? ¿Será que el motivo de su canto no era para alegrarme, sino, para alegrar a la otra voz profunda y vibrante?

Hoy puedo escuchar con más claridad los ruidos que provienen de afuera, me he dado cuenta que la voz que me cantaba se sentía cerca porque en realidad yo me encuentro en su interior. Por las conversaciones que pude oír, ella se enteró hace poco de mi existencia, y ahora quiere deshacerse de mí, porque la voz vibrante con la que discutía la ha dejado sola y no sabe cómo seguir sin él. ¡Cómo quisiera poder hablarle y decirle que de ahora en más voy a ser yo el motivo de su canto, que nunca voy a abandonarla y que me deje salir para llegar a su lado! pero no puedo hacerlo. Aún no tengo la fuerza necesaria. Ya estoy cansado de intentar salir, porque nunca lo logro.

Esta tarde tiene cita con alguien que me sacará de este lugar, y ahora, soy yo el que no quiere salir, no quiero dejarla sola. Antes de movernos, una voz dulce y cálida como la de ella le habló, y le pidió que no se desprenda de mí, porque soy algo maravilloso, creo que el nombre de la voz que me enamoró es Mamá, porque así la llamó.

Pero nada de eso, ni siquiera la caricia que esa otra voz hizo sobre mí, logró que Mamá no me llevara a la cita. Ahora tengo miedo, no quiero irme. Quiero quedarme con ella, sé que la voy a amar para siempre. Que la voy a mimar, y que juntos vamos a ser felices, ¡no sé cómo demostrárselo! Me propongo hacer todo mi esfuerzo posible, y me prometo que si no funciona va a ser la última vez que lo intente, Mamá va a saber que la amo y que no está sola. No tengo mucho tiempo, escucho ruidos que me aterran. Lo intento rápido y el esfuerzo me está dejando exhausto, pero… ¡Lo logré! Estoy seguro que Mamá sintió el movimiento porque ahora de nuevo la escucho sollozar, pero no se siente feo, y logré su primera caricia desde afuera. Ahora estoy seguro de que no nos vamos a separar nunca más.