Cookie MonsterEsta web utiliza cookies. Si sigues navegando, entendemos que aceptas las condiciones de uso.

Do you speak english?

¿If you prefer, you can visit the Literautas site in english?

Apuntes, tutoriales, ejercicios, reflexiones y recursos sobre escritura o el arte de contar historias

<< Volver a la lista de textos

La ofrenda - por Peter Walley

Belén se subió a una silla y miró por la ventana al oir el ruido del 4×4 acercándose hacia la casa. Estaba encerrada en un sótano y la ventana apenas levantaba unos diez centímetros por encima de la superficie, con lo que no pudo ver mucho más que las piernas del hombre que salía del vehículo. Llevaba un pantalón caqui y unas botas de montaña, y una bolsa de tela de la que asomaba el mango de una pala. “Por lo menos podían haberme traído las revistas que pedí” se dijo. Bajó de la silla y se tumbó encima de la cama.

Pasados unos pocos segundos se abrió la puerta del sótano y el hombre bajó por las escaleras. Belén se sorprendió agradablemente al ver que parecía joven; por algún motivo se había imaginado que tendría unos sesenta años, como la chica que venía todos los días a la hora de comer y cenar. “Y nada más lejos” pensó. Con un gesto apenas consciente se soltó el pelo de la coleta y le dio volumen con las manos.

El chico apoyó la bolsa contra la barandilla de las escaleras y le sonrió.

-Hola, Belén. Me llamo Armando. ¿Qué tal lo llevas?

“¿Que cómo lo llevo?”-pensó Belén-. “Estoy hasta las mismísimas narices, cómo esperas que lo lleve?”. Pero en lugar de eso hizo un gesto coqueto con la cabeza.

-Pues un poco aburrida, ¿sabes? Esto de estar aquí encerrada no es muy divertido precisamente.

Armando la miró unos segundos con una expresión que Belén no supo decir si era de perplejidad o de ironía.

-Bueno, sabías a lo que venías, ¿no?-pero no se lo dijo de forma agresiva, sino más bien de complicidad; o al menos así lo interpretó Belén.

-Pues más o menos, porque teniendo en cuenta que soy la primera persona a la que le pasa esto había muchos detalles que no me podía imaginar.

-¿Ah, sí? ¿Cómo cuáles?

-Por ejemplo el no poder moverme de esta habitación, porque pueda pasar algún helicóptero de búsqueda por encima de la casa…

-Ya sabes que no nos podemos arriesgar.

-..y ya suponía que no iba a tener el móvil, pero no pensé que también fuesen a dejarme sin internet-señaló a la televisión-. Y ahí sólo se pilla el canal de la esperanza, donde rezan el rosario tres veces al día. ¡Tres veces! Lo contenta que estaría mi abuela si me viese tan pía.

Armando se rió.

-Por lo menos conservas el sentido del humor- hizo un gesto hacia la estantería-. Al estar en medio de la selva no llegan bien las señales de satélite, pero para compensar te dejamos unos cuantos libros ahí.

Belén le miró con incredulidad.

-Pues hombre, si como entretenimiento me dais una pila de libros, casi que parece un secuestro de verdad.

Armando se encogió de hombros y se miraron en silencio. Belén pensó que parecía tranquilo, como en el fondo si no le importase mucho, o nada, lo que ella dijese. Suspiró.

-Bueno, no importa-continuó Belén-. Si te soy sincera la situación es tan surrealista que nada me extraña ya. De hecho al principio, cuando me lo ofrecieron, pensé que estaban de coña. Pero luego me enseñaron la pasta y pensé: ¿qué te importa desaparecer unos días? Así no aguanto los malos rollos, ni las pruebas estúpidas, ni el coñazo ése de las nominaciones. Me dijo tu compañera que en casa se ha montado una buena, se supone que me ha secuestrado una secta llamada los Hijos de Mefísteles.

-Mefistófeles.

-Lo que sea, seguro que la audiencia está por las nubes. Luego cuando vuelva ya tengo apalabrados varios programas, aunque todavía me tienen que dar el guión. Para ser sincera, me extrañaba no haber sabido más de vosotros. Vale que estemos en la selva, pero quitando la chica de la comida no había visto a nadie más desde que llegué aquí. ¿Tú que me traes?

-Yo vengo a sacarte fuera.

Belén dio un salto de la emoción.

-¿De verdad? ¡Pues qué bien! Pues vamos, que ya tengo ganas de tomar el sol. Pero oye, ¿no iba a estar secuestrada dos semanas? Sólo llevo cinco días.

Armando asintió con la cabeza.

-La cadena ha cambiado de planes, porque la gente empezó a sospechar del montaje.

-¿Ah, sí? ¿Y qué va a ser?

Armando le indicó que subiese a la silla junto a la ventana.

-¿Ves esa cruz que han plantado ahí afuera?

-Sí, ¿para qué es?

-Ahí es donde los Hijos de Mefistófeles te van a sacrificar.

¿Te ha gustado esta entrada? Recibe en tu correo los nuevos comentarios que se publiquen.

4 comentarios

  1. 1. Olaya dice:

    Me ha encantado. Muy original y simpático; me he reído mucho. ¡Felicidades!

    Escrito el 28 noviembre 2013 a las 14:25
  2. 2. lunaclara dice:

    Ala Peter!! Que buen relato! Me encanta eso de ir revelando poco a poco de que va todo ese asunto. Atrapas asi al lector desde el principio y lo llevas a ese final, que me ha dejado sorprendida. Una pena que dure tan poco la chiquilla. Gran trabajo! Felicidades!

    Escrito el 28 noviembre 2013 a las 23:04
  3. 3. Ana Delicado dice:

    mmm…no me ha gustado a mi la pala de Armando…muy bueno Peter. Me quedo con las ganas de saber la reacción de la pobre chica.

    Escrito el 29 noviembre 2013 a las 10:35
  4. 4. Peter Walley dice:

    Muchas gracias por los comentarios.

    Escrito el 29 noviembre 2013 a las 22:46

Deja un comentario:

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.