Cookie MonsterEsta web utiliza cookies. Si sigues navegando, entendemos que aceptas las condiciones de uso.

Do you speak english?

¿If you prefer, you can visit the Literautas site in english?

Apuntes, tutoriales, ejercicios, reflexiones y recursos sobre escritura o el arte de contar historias

<< Volver a la lista de textos

Una nueva amiga - por Leosinprisa

Ella daba vueltas a mi alrededor, entre la penumbra, apenas dejándose ver mientras me observaba con sus ojos violeta. Disfrutaba de la situación, permitiéndose de vez en cuando detenerse, ocultándose y escuchando mi respiración tranquila, en aquel silencio en apariencia perpetuo que me envolvía.

Se acercó de nuevo, pudiendo contemplarla en su completa majestad. Un ser único, especial y según podía deducir, poseedora de una inteligencia devastadora. No dudaba podría ser capaz de cualquier hazaña, de cualquier hito que se propusiera, con solo desearlo y luchar por ello. Su belleza animal la hacía digna de contemplarla, se movía con una gracia divina y sus pasos medidos, calculados hasta lo imposible, absorbían toda mi atención como si estuviese hipnotizada.

-¿Qué haces aquí? –preguntó con su cara a escasa distancia de la mía.

Mi mente dio muchas vueltas, esperando encontrar una respuesta acertada a tan sencilla pregunta. La verdad era que no lo sabía. No había una razón en sí, mi viaje me llevó hasta aquel lugar, sin ningún otro propósito que la curiosidad, esa curiosidad insaciable que siempre me dominaba y a la cual debía de alimentar en todo momento, exponiéndome a peligros e incertidumbres, cuando no la vida misma.

-He venido a verte, porque me apetecía hacerlo –dije con la mayor naturalidad posible y esbozando una sonrisa de oreja a oreja.

Me miró extrañada, debatiéndose si se encontraba ante una burla descarada o una tonta sin sentido alguno de la temeridad.

-Eres muy rara –exclamó al fin, alejándose unos pasos de mí y mirando la humillante prisión donde me encontraba atrapada.

Las hebras de la tupida telaraña se apretaban contra mi cuerpo, impidiéndome el más sencillo movimiento. No podía moverme, nada en absoluto. Tan solo la cabeza se encontraba libre y eso era porque ella así lo había consentido. Quería mirarme cara a cara, ver si su extraña presa merecía la pena o podría desecharla, como había hecho con tantos otros.

Los restos de huesos, cubrían una parte de la espesa red, dándole un aspecto aterrador a todo el conjunto. Solo ella y su exquisita elegancia, desentonaban con aquel ambiente hostil y amenazador.

-A mi no me engañas, todo esto no es sino apariencia. Tú no eres así –me atreví a decirle. Pude contemplar un gesto de asombro en su rostro y la mirada hostil, convertirse en curiosa.

-¿Quién eres? –volvió a acercarse, sin duda para admirar mis ojos de intensos iris verdes, quienes siempre llamaban la atención de todos con quienes me encontraba.

-Una amiga tuya, si así lo deseas –contesté con total serenidad. No le estaba mintiendo, deseaba ser su amiga, la necesitaba, al igual que el resto de extraños seres que estaba recogiendo y uniendo en una singular alianza.

-Desde el primer momento, he sentido eras diferente a todos quienes vienen a molestarme. Los asusto un poco, con toda esta parafernalia. A decir verdad, los huesos los saqué de unas tumbas cercanas a mi nido, pues me pareció divertido darle ese toque de color grotesco. De ahí mi mala fama, pero no me importa, me gusta vivir tranquila y no que me anden encorriendo, con la excusa de que soy diferente. Tengo mi amor propio y no me gusta, vayan diciendo que soy un monstruo.

-Gracias, por ser tan sincera. Sabía podía contar contigo. Ahora si no te molesta, podrías soltarme. Tu corsé de fino hilo de araña me aprieta el cuerpo por todas partes.

-No –me dijo sin dejar de mirarme. Una expresión divertida la dominaba y no dudaba que aquel incidente, era de su agrado-. Tienes un cuerpo admirable y he de reconocer, los contornos de tu figura son muy sugerentes.

-Oh, vamos –exclamé disgustada. Por lo visto a la mujer araña le había parecido atractiva, aunque desconocía hasta que extremo podría llegar su libido. No tenía experiencia con esta clase de seres. Sabía que existían, pero nunca hasta ese instante, me había cruzado con ninguno de ellos.

-No me malinterpretes, pero me gusta verte ahí retenida –se tocó coqueta la mata de pelo rubio que la cubría- y creo saber quién eres. Ninguna otra elfa podría ser tan temeraria y bonita a la vez. Todo un honor, tener a la Dama Verde en mi presencia.

-Oh, vamos –repetí ansiosa. Era lo que me faltaba, que la hembra arácnida se encaprichase conmigo. Tenía calor, ahí envuelta y exhibida como si fuese un vulgar trozo de carne. Nunca he sido rencorosa, pero la situación se estaba excediendo-. Suéltame de una puñetera vez.

-No –dijo con peculiar sorna.

¿Te ha gustado esta entrada? Recibe en tu correo los nuevos comentarios que se publiquen.

Todavía no hay comentarios en este texto. Anímate y deja el tuyo!

Deja un comentario:

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.