Cookie MonsterEsta web utiliza cookies. Si sigues navegando, entendemos que aceptas las condiciones de uso.

Do you speak english?

¿If you prefer, you can visit the Literautas site in english?

Apuntes, tutoriales, ejercicios, reflexiones y recursos sobre escritura o el arte de contar historias

<< Volver a la lista de textos

Rober - por manuti

Web: http://masmanuti.wordpress.com/category/microrrelatos/

Siempre había asumido mi inmovilidad como algo natural, cuando naces así no te queda otro remedio. Algunas veces me he imaginado como sería poder correr, saltar, otras incluso me habría bastado con poder darme un paseo. Pero debo admitir que han sido poquísimas. Sin embargo, hoy ha sido diferente. Allí en el banco del parque estaba otra vez él. Era la tercera, no, la cuarta vez que lo veía allí. Se habían sentado a mi lado, en el banco verde desde el que se puede vigilar a los niños mientras juegan en los toboganes y columpios. El chico estaba contando otra vez la misma historia a una muchacha. Que era estudiante de intercambio, que este era su último fin de semana, que debían aprovechar para conocerse. Si yo pudiese hablar,y pudiese preguntar si alguien conoce una historia parecida, seguro que habría mucha gente que diría que sí, que era un viejo truco para ligar, para forzar la situación. Pero aquello no era tan simple. Hace un par de meses, al poco tiempo de ver este mismo teatro en el banco, alguien se dejó el diario olvidado sobre el asiento. Yo, aun sin poder moverme, pude leer la primera página, donde claramente se veía lo foto de la última chica con la que habló. Y por supuesto, debajo en letras enormes: «Tercera víctima del estrangulador del metro». Luego, había unas letras más pequeñas que casi conseguí leer antes de que el viento se lo llevara todo. Las chicas, habían sido vistas por última vez por la cámaras de seguridad de la parada del metro junto a este parque, es más, creo recordar las fechas y coincidían con cuando habían estado aquí sentadas junto a este desalmado.

Después de aquello, no había dejado de pensar en qué hacer si lo volvía a ver por aquí. Pero todo había sido inútil, una pérdida de tiempo. Mi inmovilidad total me impedía hablar y contar lo que sabía, incluso aunque alguien hubiese podido imaginar que yo supiese algo y haberme hecho las preguntas exactas, mostrarme fotos o cualquier cosa relacionada para que simplemente hiciera un gesto mínimo, un gesto que ayudara a parar todo esto, habría sido inútil. Pensé en llorar, pero era una emoción que no controlaba. Pensé en dejarme morir de alguna forma, no sé, no comer o no beber, para que así las personas que me cuidan se dieran cuenta de que me pasaba algo, de que pensasen que había algún motivo para mi dejadez. Así, tal vez así, alguien pensase que era por algo que había visto, algo terrible que me hubiese provocado esta depresión y estas ganas de morir. Y eso, finalmente haberles llevado a la conclusión de que era por los asesinatos. Lo sé, una locura, algo imposible, lo que dije antes, una pérdida de tiempo.

La tarde se estaba acabando y todo parecía indicar que terminaría de la misma forma. Esos juegos de adolescentes que había visto mil veces, esa explosión de hormonas que vuelve casi locos a los jóvenes, que al fin y al cabo son naturales y hasta cierto punto inocentes. Pero en este caso, era imposible para mí verlo así. Cuando se levantaron y él le puso el brazo sobre sus hombros y ella pasó el suyo por la cintura de él, supe que otra vez terminaría mal la historia. Él ya se había ganado su confianza de nuevo y la llevaría donde fuera que las llevase para matarlas. ¡Qué triste! Llevarse una vida joven de alguien sano. Mientras caminaban juntos hacia la salida del parque que llevaba a la parada del metro, juro que lloré. A pesar de ser incapaz de sentir las lágrimas por mi piel, a pesar de saber que no podía hacerlo, sé que algo debió ocurrir y que si hubiese habido alguien a mi lado prestando la suficiente atención se habría dado cuenta.

Siempre he asumido mi inmovilidad como algo natural, pero hoy sinceramente me gustaría no ser yo, me gustaría no llamarme Rober, y por supuesto no ser el roble más viejo y famoso del parque.

¿Te ha gustado esta entrada? Recibe en tu correo los nuevos comentarios que se publiquen.

1 comentario

  1. 1. Marazul dice:

    Un tema muy fuerte pero muy bien tratado y bien escrito. Engancha porque mientras lo lees te imaginas quién o qué puede ser el narrador y el final muy acertado. Me ha gustado. Enhorabuena…!!!!

    Escrito el 30 noviembre 2013 a las 12:09

Deja un comentario:

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.