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desdecuándo - por Maude

Quedarse de piedra no es solo una expresión sin más.
Rodolfo lo vivía cada día en sus carnes. Y a la vez quedarse de piedra, su significado no literal que expresa sorpresa y devenir estático por diversas razones, también le pertenecía: No poder moverse, quieto, inamovible, petrificado, fijo y a la vez firme y constante. Ser una estatua.

¿Desde cuándo Rodolfo? Le preguntaban sus conocidos desdecuándo. Y él desde dentro de sí, de aquello que sí se movía, les decía que no lo recordaba, que antes de conocerlos, tal vez, y desdecuándo era una pregunta extraña, petrificada también en su mente.

¿Cuánto tiempo? No sabría decir. Pero sí sabía todas y cada una de las sensaciones que tenía…
El cosquilleo en los pies, como si miles de hormiguitas subieran y bajaran presas del pánico. Los gemelos, uno y otro, al unísono e idénticamente como guardias mirando al infinito. La espalada erguida y sin temperatura, como un muro que se erosiona lentamente. Y los brazos, qué locura pensaba, ¡qué maldita locura los brazos! Como si la función de un circo se apagara de repente, luces y colores cubiertos en el flash de la fotografía que paraliza el momento. Como si el elefante gigantesco con piel agrietada al tirar agua por su trompa quedara atrapado en un fotograma y no ocurriera nada más.
Y ciertamente los dedos eran otra cosa. Desde luego. Agarrotados en su mismidad desconocida al no moverse. Teclear una letra bloqueada en su repetición.

Rodolfo se maravillaba al pensar su rostro y saberse de material semejante al mármol, y como su espalda, como su todo notar que el aire limaba sus asperezas y a la vez le daba volumen a su bloqueo. A su cuerpo inmóvil, en su corteza.

¿Desde cuándo Rodolfo? Una y otra vez la misma pregunta. Y él explicaba entonces la quietud momentánea de su estómago. La maravilla del interior en suspenso. En el flotar en un espacio de sí mismo.

Y se veía a él y a su estómago sentados en una montaña rusa. De esas que suben y suben y suben a lo alto. La parálisis previa al movimiento. La adrenalina que se acumula dispersada en cada miembro, pero sobre todo en las entrañas.
¿Desde cuándo decís?
Rodolfo les decía desde el clink! Desde el sonido de la moneda al caer al fondo de la lata, desde ahí la estatua se movía lentamente para volver a empezar de nuevo.
Y abría los ojos y pestañeaba mirando al infinito, a la pared de la calle, sobre las multitudes y sus ruidos en movimiento.

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