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Confusión - por Irie

Algo le estaba sucediendo. Ese día no se sentía “normal”. En el fondo de su ser sabía que algo lo detenía y no lo dejaba moverse. Su mirada estaba fija, lo único que podía ver era un largo corredor, el piso estaba formado por mosaicos blancos y negros, y al final del mismo se podía ver el barandal de una escalera. ¿Qué lugar sería ese? ¿Por qué no podía recordar cómo llegó ahí? De pronto, sus reflexiones se vieron interrumpidas por un ruido sordo que provenía del final del corredor, parecían pasos, alguien venía subiendo la escalera. Su corazón empezó a latir más rápido, quería correr en sentido contrario a aquel ruido que le atemorizaba sin saber por qué, pero sus pies estaban pegados al suelo. Los pasos cada vez se escuchaban más cerca, la impotencia y desesperación se apoderaban de su mente. Dos obscuras figuras aparecieron al final del pasillo, junto al barandal, vestían largas capas y sombreros en sus cabezas, pero no podía distinguir si eran hombres, solo veía dos rostros amorfos que le observaban detenidamente, como escrutándolo.

Aquellas siluetas que tanto miedo le infundían comenzaron a caminar hacia donde se encontraba, sin quitarle la vista de encima. ¿Qué es lo que querrían? ¿Qué interés tendrían en un sujeto como él? Las figuras caminaron pausadamente hasta el lugar donde se encontraba parado: Cuando estuvieron lo bastante cerca, se pudo dar cuenta de que eran dos hombres a los que nunca había visto, hablaban en un lenguaje extraño que no pudo reconocer y lo señalaban, mientras hacían algunos apuntes en una libreta. Uno de ellos sacó una cinta de uno de los bolsillos de su capa y comenzó a pasarla por algunas partes de su cuerpo ¿Qué significaba todo esto? ¿Por qué lo tocaban? Quería moverse, soltarle un puñetazo al hombre de la cinta, pero ni sus brazos ni sus manos respondían a las órdenes que su cerebro les enviaba. Mientras tanto, el otro hombre seguía apuntando en su libreta, dándole indicaciones a su compañero. Cuando hubieron terminado, los dos hombres lo miraron nuevamente, y regresaron por donde habían llegado. ¿Qué había sido todo eso? Nunca se había sentido tan incómodo como en ese momento. Seguía tratando de recordar quién era, de dónde venía y por qué estaba en aquel solitario corredor. Sin embargo, su mente se negaba a responderle, estaba llena de recuerdos confusos que no le permitían analizar la situación que estaba viviendo.

De tanto intentar recordar y pensar, se empezó a sentir muy cansado, quería dormir y despertar con la mente despejada, pero sus párpados no se cerraban. Sus ojos estaban fijos en el barandal de la escalera y en la lámpara de cristal que pendía del techo. También alcanzaba a ver que las paredes estaban adornadas con algunos cuadros, al parecer retratos de gente a la que no conocía. Y si no conocía a esa gente ¿qué hacía él en aquel lugar? Nuevamente escuchó pasos. Podía escuchar que alguien sollozaba y que alguien más hablaba. Cuando los tuvo frente a él, se dio cuenta de que era una pareja, un hombre y una mujer. ¿Quién era ella? Creía conocerla, pero ¿de dónde? Ambos voltearon hacía el lugar que él ocupaba y los sollozos de ella se hicieron más fuertes e incontrolables, provocándole espasmos que le hacían agitar todo el cuerpo. El hombre la abrazó, como consolándola. Detrás de ellos aparecieron los dos hombres de las capas negras, acompañados de dos hombretones desaliñados que venían cargando una caja. Se acercaron a él y lo levantaron para meterlo en la caja. Ella se asomó para verlo por última vez, le acarició la cara. Una de sus lágrimas cayó sobre su frente. Después de eso, para él todo fue obscuridad y confusión. El hombre y la joven subieron a una carreta, que los habría de llevar al cementerio.

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1 comentario

  1. 1. Martina dice:

    Irie, me tocó leer tu relato y pienso que es muy bueno. Ya te comenté que me recuerda al gran escritor Henry James. Es el tipo de género que más me gusta.
    ¡Enhorabuena por la ejecución del ejercicio! Un placer leerte.

    Escrito el 29 noviembre 2013 a las 12:25

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