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Suerte - por Mela

El autor/a de este texto es menor de edad

-Lo siento- sollozó sin poder contenerlo por más tiempo- Lo siento, pero ya no puedo más. No puedo seguir haciendo esto- lo miraba con ojos apenados, con culpa, y con amor también, pero esa era la mirada de alguien que no tiene más fuerzas para luchar, los ojos de alguien que se ha dado por vencido- He pasado todo este tiempo intentando comprender tu paranoia y de adaptarme a ella, pero ya fue suficiente.
-¿Qué quieres decir con suficiente?- se angustió él.
-Terminamos.
Él quedo totalmente paralizado, inmóvil, incapaz de realizar cualquier movimiento. Sus ojos se cegaron, y lo invadieron una cantidad de recuerdos que vivía como si estuviesen ocurriendo en ese mismo instante.
-¿Qué lees?- le pregunto al verla sentada en un café concentrada en un libro.
-Oh- se sorprendió ella y volteó la portada- Es mi escritor favorito- le sonrió y fue en ese instante cuando notó que era la cosa más perfecta que había visto- ¿Quieres sentarte?- ofreció, intentando ser amigable.
Él tomó asiento frente a ella, admirando con profundidad sus ojos, y la forma en que estos lo observaban.
La imagen comenzó a empañarse, para darle paso a otro recuerdo. Caminaban tomados de las manos y sonriéndose. Ninguno de los dos comprendía lo que les sucedía, la felicidad que se generaban. La conversación fluía fácilmente, hasta que él la interrumpió con un frío, seco y cortante:
-¡Cuidado!- le apretó la mano y la retuvo.
Justo frente a ellos se alzaba una escalera inmensa de un electricista que reparaba un cartel.
-No es nada- se alivió ella luego del susto que se llevó y amagó a pasar por debajo.
-¡No lo hagas!- se desespero él, y le apretó aún más la mano. Ella al principio rió, pensando que estaba bromeando, pero luego comenzó a dudar. Ambos acabaron rodeando la escalera.
-¿Te tomas estas cosas muy en serio?- le preguntó luego de unos segundos.
-Sí- respondió muy seriamente.
El recuerdo se desfiguró y se transformó en el comedor de un restaurante. Se escuchó el crujido de un vidrio y la cara de él se transformó.
-Derramaste sal- pronunció como si aquellas palabras fueran un conjuro maldito.
Ella intentó no burlarse, y adaptarse a las creencias de su amado, por lo que tomó un puñado de sal y lo arrojó a sus espaldas, tal como él le había indicado que hiciese. Tras este hecho, su novio sonrió mas relajado.
Los cambios de recuerdos eran cada vez más bruscos, y ahora apareció la imagen de ella de pie frente a él, gritándole con dolor:
-¡Me has estado evitando desde el día que rompí ese espejo!
-Romper un espejo conlleva siete años de mala suerte. Y si a ti te cae mala suerte, también sobre tus seres amados.
-¡Oh, por favor! Deberías ir a un psicólogo- grito enfadada y dolida.
Y todo llevaba al momento en el que comenzamos:
-¿Qué quieres decir con que no celebraremos nuestro aniversario?- soltó una risa nerviosa y un tanto enojada- Cariño, cumplimos ocho meses juntos. ¿No te parece un motivo de celebración?
-Sabes que sí, pero no es buena noche para salir. Es viernes trece- se justificó- si salimos, estoy seguro de que algo malo pasará.
-¿Es esto alguna clase de broma?- levantó la voz.
-Sabes que no bromearía con esto- se defendió él- Amor, no quiero que llores- dijo al ver que se le desprendían lagrimas de los ojos- Pero tampoco quiero que nos pase nada malo.
-¿Cumplir ocho meses de novios es algo malo?- argumentó ella.
-No, claro que no. Pero si salimos…
-Lo siento- sollozó sin poder contenerlo por más tiempo- Lo siento, pero ya no puedo más.
“Terminamos, terminamos, terminamos” se repetía una y otra vez como un eco en su cabeza.
-¡¡No!!- volvió a la realidad- Por favor- suplicó.
-Lo siento, pero no puedo seguir en estas circunstancias.
-Lo sé, y lo lamento- dijo sorpresivamente él- He sido un tonto y he estado tan ciego que no me había dado cuenta de la verdadera realidad.
-¿Cuál realidad?- lo miró con sorpresa y con esperanzas.
-Te lo diría, pero es un secreto.
-Oh, vamos, no es momento de chistes- se enfadó ella.
-De acuerdo, de acuerdo, te lo diré- soltó rápidamente- Pero prométeme que guardaras el secreto con candado y bajo llave- la miraba fijamente y la vio asentir- La realidad es… que te amo con todo mi corazón, y no me había dado cuenta que tenerte a mi lado es la única suerte que necesito.

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