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Confusión - por Lua Read

-Buenos días.
-Buenos días, contesta la recepcionista sin apartar la mirada del ordenador.
-Buenos días, repite Jon, con la intención de llamar la atención de la señorita, que levanta la mirada y levantando la voz dice, -Buenos días, el Doctor le espera, pase.

Jon recorre el pasillo blanco que va a dar a la consulta del Dr.Requena un prestigioso psicólogo del barrio de Salamanca.La puerta está entreabierta, Jon pretende llamar antes de pasar cuando se da cuenta de que para ello ha de tocarla con la mano, cosa que no le gusta nada, así que golpea la puerta con el codo y entra.
La consulta parece el despacho de un escritor del s XVIII. Muebles antiguos y reliquias decoran la gran sala, al fondo la mesa principal, el sillón en el que está sentado el Doctor simula un trono, con sus detalles tallados y bañados en oro. Suena música clásica que proviene de un gramófono dorado situado bajo una lámpara de pie que lo ilumina.
Jon se sienta delante del doctor que está escribiendo su número de colegiado en unas recetas, no dice nada, el doctor tampoco dice nada y sin levantar la cabeza garraspea y dice: – ¿Qué tal Jon? ¿Cómo estás esta semana? Jon responde al doctor: – Muy bien, doctor, verdaderamente bien. El paciente se acomoda en la silla, mucho menos pretenciosa que el sillón de D. Requena, aunque por supuesto de una calidad excelente. El doctor tarda un par de minutos en dejar su tarea para mirar a su paciente. Ambos se miran, Jon observa la cara del psicólogo, piensa que es un viejo que alguna vez en su vida supo mucho pero que ahora tenía pinta de no saber de nada, pensaba que había tardado en prestarle atención porque no sabe ni escribir.
El doctor, cierra un cajón con candado y observa a Jon, – ¿Cómo llevas los ataques de ansiedad?, Jon se hace el sorprendido,- ¿Ataques? A mi no me dan ataques perdone, lo que me dan son sofocos. – Ya, sofocos…Bien y la conducta maniaco obsesiva?¿Hizo los ejercicios?.
Si, los hice, pero yo creo que usted no tiene ni idea de lo que me pasa ¿Sabe? Yo soy un tipo tranquilo, tengo mis manías…¿entiende? No me gusta pasar por debajo de una escalera, ni que me pasen la puta sal en la mano, esas cosas se saben y la gente no se da cuenta de lo que hace. Y lo que no comprendo es que usted no lo vea.
Bien, de acuerdo, le voy a recetar un par de tranquilizantes y me hace los ejercicios que aqui le propongo para la semana que viene.
¿Qué día es hoy Doctor?
Viernes trece de Diciembre
¿¿Qué??¿ Hoy es Viernes trece? Perdone pero tengo que irme…. Jon se levanta de la silla y va directo a la puerta.
Oiga, sientese, porfavor que no hemos terminado.
Le digo que tengo que irme, usted es otra persona sin conocimiento, estoy cansado de que no haga nada por mi. ¿Cómo se le ocurre citarme un viernes trece? Usted no tiene corazón.
Pero…. El doctor se queda pasmado con el bolígrafo en la mano. Jon le hace un corte de mangas desde la entrada y grita -¡Inepto! ¡Matasanos! y sale acelerando el paso de la consulta.

Nunca más volvió.

Un día que Jon pensó que la suerte estaba de su parte y fué al Bingo, mientras decidía donde sentarse se encontró con una silueta conocida, era el Doctor Requena. En la mesa tenía seis figuras de santos y una herradura, estaba como loco mirando las pantallas y sus cartones llenos de números. Los altavoces cantaban los números que salían del bombo.- El trece, uno tres, trece.
-¡Linea! gritó el Doctor entusiasmado.
Jon vió con claridad que aquel hombre estaba enfermo y le dió pena saber que nadie ayudaría a ese cínico que pretendía hacer de su enfermedad la enfermedad de otros. Suspiró.. y se sentó tres mesas más atrás. Pidió tres cartones y le dijo a la trabajadora… – Sabe, es una pena que haya tanta gente enferma, yo soy un simple supersticioso, pero me han tratado como un loco. ¿Perdone, podría traerme un vino tinto? Pero por favor lave la copa tres veces antes de ponerlo. Gracias.

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