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El encuentro fallido de una historia más - por Chdnk

Web: http://www.bitácoradeunmortal.blogspot.com

La suerte había constituido una sucesión de eventos al azar en el destino de cada individuo, un conjunto de directrices que limitaban ante un futuro las posibilidades y el alcance de las oportunidades de todo ser humano. Pero ¿Hasta qué punto nos limitaba la suerte y se volvía algo subjetivo a modo de refrán consecuente?
John se encontraba escribiendo frenéticamente acerca de su próximo libro, siempre había logrado escribir algunas novelas sobre inventos de ciencia ficción o simple sátira, cualquier cosa que vendiera. Sin embargo, sabía que estaba estancado como escritor, puesto ante la monotonía y la procrastinación diaria dejaba cualquier escrito para un mañana que nunca pasaría.
Tras mucho meditarlo y realizar algunas investigaciones pertinentes estaba seguro de que debía presentar algo nuevo, basado no sólo en investigaciones indirectas de un buscador, sino de una leyenda basada en hechos reales, bajo los cuales tuviera que seguir las señales del pasado y las consecuencias que implicaran las mismas.

Aquella semana estaba determinada por ser una de las últimas del año y por ser indicar el triple de trabajo en las oficinas donde trabajaba John, los trámites legales y los cortes presupuestarios parecieran ser lo único que podía ocupar la mente de los trabajadores de la empresa, sujetos no sólo al horario diario sino en las obligaciones emergentes que sugería esa semana. Entre la flojera indiscreta de horas laborales, John se planteó que al final de la semana averiguaría una leyenda de antaño a 2 horas del pueblo en una casa abandonada, habría una historia de aquello estaba seguro.

Llegó el día indicado, el joven escritor se aproximó lo más rápido que pudo, fingiendo un compromiso posterior para huir de la comida habitual pseudo-navideña de la empresa y decidió dirigirse a su destino predeterminado, con cierta desconfianza ante la fecha señalada en aquel día, era viernes 13.
Tras 2 horas y media descritas por cola, canciones sobre explotadas de bajos por los reproductores de los carros, John llegó a su destino, el sol se encontraba en sus últimos minutos, como máximo duraría alrededor de 15 o 20 minutos. Ante la expectación y la incertidumbre, el escritor sabía que debía apresurarse, aprovechando parte de la luz restante.

Al aproximarse a la casa abandonada, encontró un conjunto de candados oxidados que denotaban que rápido había transcurrido el tiempo, buscó romper de una forma discreta los mismos al percatarse que quizás estaba siendo vigilado y que a final de cuentas, sólo había un gato negro alrededor de la entrada de la casa.

En el vestíbulo de la casa, un conjunto sin fin de telarañas describían el lugar, John estaba seguro de que no tenía nada que perder, ya a que final de cuentas, su suerte estaba echada. Investigó parte del lugar, tratando de buscar algún resto de cierta leyenda, encontrando un par de libros y objetos de aspecto peculiar.

Sin embargo, la luz había desfallecido y se habían empezado a denotar la imposición de la oscuridad en el lugar, el ambiente había cambiado, aquellas paredes parecían parte de un laberinto sin salida. John, empezaba a sentir la presencia de alguien más, no estaba solo. Con pasos cortos, decidió buscar la salida de la casa, golpeándose con la parte media de una escalera.
Miró bajo los últimos vestigios de luz la casa, ¿Había sido todo una estafa o acaso había tenido suerte? Trató de convencerse a sí mismo de que así era, mirando un espejo próximo a la entrada con cierto grado de furia, le habló al mismo:
– ¿Suerte? ¿Espantos? Todo era una estafa, parte del invento común de la gente. Esto no es más que un guión barato. ¿Dónde está la verdad de este lugar? John le propinó un fuerte golpe al espejo, partiendo el mismo en 4 partes.

De pronto algo extraño sucedió. La oscuridad del lugar se había empezado a extender de manera total y ahora sólo veía como su cuerpo se alejaba a lo lejos. Estaba retenido, no sabía cómo ni por qué ahora estaba encerrado en el espejo. Miró a su alrededor y logró recorrer parte de la casa, pero ahora no veía las cosas igual, caras sin expresiones y sin rostro, habitaban el lugar.
Había obtenido la verdad del lugar, pero había pagado el precio con su alma.

No sabía que resultaría a futuro, mientras miraba como su cuerpo poseído por alguien más se largaba a lo lejos.

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