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El cofre - por manuti

Web: https://masmanuti.wordpress.com/category/microrrelatos/

«Yo, Samuel Rodríguez Benguigui, en plenas facultades mentales, lego a mis hijos todos los derechos de mis obras escritas. Con una excepción, el volumen sin revisar que he dejado en la caja del banco y que está marcado como: volumen nº13. Mi esposa sabe, que siendo tan supersticioso, nunca habría podido concluir mi carrera como escritor publicando ese ejemplar. No ha sido revisado, así que por favor, pase por manos del editor antes que nada, él sabe bien lo imperfectas que son mis obras sin su aporte. Tampoco tiene título, deberá elegirlo mi esposa tras leer la edición revisada y no antes.
Siento haberos dejado así, de esta manera y en este momento. Pero esto es la vida, lo que ocurre mientras planificas lo que nunca va a ocurrir.
Una última cosa. En la caja fuerte también hay un cofre cerrado con candado. El cofre y su llave deben ser entregados a mi sobrino, Isaac Rodríguez Vázquez, o si el lo prefiere hay un sobre con dinero. Deberá elegir una de las dos cosas.
Y para que conste firmo el presente testamento ante notario.»

– ¿Cómo que los derechos son para mis hijos? Deberían ser para mí. Y ya heredaran ellos cuando yo muera– contestó mi tía, sin reparar en que mis primos o yo mismo estábamos allí.
– ¿Y nuestro primo que pinta en todo esto? – decía Alicia, mientras me señalaba sin siquiera mirarme.
– Calma, calma – dijo el notario, mientras trataba de rebajar el volumen de la voces. – Tranquilicense , este despacho es muy pequeño para estar armando tanto follón.

Siempre pensé que mi tío era un excéntrico, me caía bien. Cuando estaba con mis primos, en esos domingos absurdos en el campo o en la playa, siempre se acercaba a mí cuando me sentaba a leer un rato. Hablábamos del libro que estaba leyendo, de si me gustaba escribir, de mil cosas con las que, ahora que lo pienso, no hablaba con nadie más. Bueno, siendo sincero, creo que no he vuelto a hablar de libros y de escribir desde que dejé de ir con mis padres los fines de semana.

– A ver – dijo el notario levantando las manos –, la legislación en materia de herencias es muy estricta, aunque el texto de su marido parece arbitrario se ajusta a ley y se han valorado económicamente para que nadie salga perjudicado. Las ventas del volumen póstumo serán más que suficientes para usted, y el resto de los derechos permitirán a sus hijos terminar los estudios y vivir de ellos hasta independizarse.
– Pero y él, ¿cuanto dinero le ha dejado? ¿qué hay en ese cofre? – esta vez, mi primo Ernesto, sí me miró mientras preguntaba.
– Eso, creo que es un tema personal entre el difunto y él. La cantidad no es significativa, es solo una especie de «salto de fe».
– Salto de ¿qué? – repitió casi de inmediato mi tía.
– Es una cuestión que quedará entre ellos, puede llevarse el cofre con la llave, o el dinero y no saber que contiene.

Parece que fue ayer, cuando renuncié al dinero y me traje el cofre a casa. Está claro que no es un tesoro. El día que me lo traje estuve tentado de abrirlo, pero luego pensé en que debía encontrar un momento solemne, más apropiado para él…

«Si estás leyendo esto, significa que renunciaste al dinero, aquí dentro como ves solo hay otra caja. Es de mi máquina de escribir, que por supuesto está dentro. Salgo con ellas en varias fotos, que te he incluido y que van firmadas por mí. Así que, si sigo siendo medianamente famoso, esa máquina debe valer lo mismo o más que el dinero que te dejé. Siempre fuiste mi sobrino favorito y en cierta forma me hubiera gustado que fueras mi hijo, a ellos nunca les interesó leer o mucho menos escribir. Supongo que ninguno de ellos ha echado en falta mi Olivetti.
Todo esto es una excusa para decirte que siempre intenté leer lo que escribías, que tu profesor de Literatura me hacía llegar tus redacciones como pago de una vieja amistad. Así que te animo a que sigas escribiendo, a que rechaces el dinero fácil y que si te llega el éxito me alegraré por el donde quiera que estés. Tienes madera de escritor así que sigue adelante.»
Mientras lloraba, me senté ante la máquina y escribí esto que acabas de leer.

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2 comentarios

  1. 1. manuti dice:

    Muchas gracias a las dos personas que leyeron esta historia y la comentaron. Sus alabanzas y consejos son lo mejor de escribir.

    Escrito el 28 diciembre 2013 a las 19:09
  2. 2. Mar Mare Maris dice:

    Es genial, me ha gustado mucho. Enhorabuena por tu texto.

    Escrito el 7 enero 2014 a las 18:59

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