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Nunca es tarde - por Mar Mare Maris

Apuró el paso al escuchar las doce campanadas. Era increíble que llegase tarde, aunque la verdad fuese que nadie se lo echaría en cara. Pero él nunca se lo perdonaría, tenía que despedirse de la única persona que se lo merecía: él mismo, ya que Paco llegaba tarde a su propio entierro.

Tres días antes, cuando despertó en el suelo del baño con los pantalones por las rodillas, no entendió nada. Las explicaciones que le dio un señor con túnica negra y guadaña tampoco le ayudaron mucho. Él recordaba estar sentado tranquilamente en el váter leyendo sobre la última derrota de su equipo cuando, de pronto, ya estaba el Segador a su lado pidiéndole que se subiese los pantalones rápido, ya que las fechas navideñas estaban muy solicitadas para morir.

No podía ser. Él, que lo tenía todo, estaba muerto.

-¿Qué pasará con mi adorada esposa? -le lloraba a la Muerte -¿Y mis queridos hijos crecerán sin una figura paterna?- le clamaba a la Parca- ¿Y mis amigos?, sobre todo Toni al que aún le debo dinero del último partido del Atleti, ¿nunca se lo podré devolver? -le sollozaba a aquel ser del Otro Mundo. Todos le echarían de menos y él a ellos.

Desde la oscuridad de aquella capucha estalló una carcajada.

– Mira Paco, me has caído bien y como los colchoneros nos tenemos que ayudar voy a hacerte un favor. Te doy tres días, hasta que te entierren, para que veas con otros ojos tu vida.

Y así fue como Paco vio las caras largas de sus hijos, las lágrimas de su mujer y las cañas que sus amigos se tomaron en su honor. Pero el segundo día todo cambió. Resultó que sus hijos sólo estaban tristes por tener que pasar varios días lejos de sus ordenadores y que su mujer ya no lloraba sino que hacía otro tipo de ruidos, sobre todo con su amigo Toni. Éste ya cenaba con su familia en la segunda noche y marcaba goles con su mujer a todas horas. Paco comenzó a sentirse más vivo que nunca y le ardía la sangre escuchándolos mientras preparaban una escapadita romántica a Benidorm ese mismo viernes.

Lo que para otros hubiese sido un fatídico desenlace, para Paco fue todo lo contrario. El final de su vida era lo mejor que le podía haber pasado. Por eso, decidió despedirse de sí mismo y que por lo menos hubiese alguien en aquel entierro que lo quisiera de verdad.

Con la última campanada entró en la capilla medio vacía. Se dirigió al féretro atravesando el pasillo mientras aquellas sombras de su anterior vida engañaban con sus llantos. Cuando tocó la madera del ataúd, a su lado, se colocó la Muerte.

-Es la hora.- dijo la Parca, parca en palabras.

-Sí, llévame lejos. Sobre todo de ellos- refiriéndose a la lacrimosa viuda y su amigo.- Espero que tengan una vida larga, así al menos tardaré en volver a verlos.

– No estaría tan seguro.- comentó divertida la oscuridad.- El viernes tengo una cita con ellos, dicen que Benidorm está muy bonita en esta época.

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5 comentarios

  1. 1. Aida dice:

    ¡Muy divertido! Siempre es un placer leerte. Lo demás ya te lo puse en los comentarios 😉

    Escrito el 29 enero 2014 a las 20:19
  2. 2. Mar Mare Maris dice:

    Gracias Aida, por leerme y por comentarme. Tus consejos siempre son muy bienvenidos!

    Escrito el 29 enero 2014 a las 20:45
  3. 3. Toti dice:

    Me he reído mucho con el final no tan trágico para Paco, al final, cada uno recibe lo que se merece 😉

    Escrito el 29 enero 2014 a las 22:39
  4. 4. Lucía dice:

    Jajajajaja este es el que nos contaste en el Rebo! Muy bueno :)Me ha encantado la Parca parca en palabras xD

    Escrito el 30 enero 2014 a las 21:49
  5. 5. Emmeline Punkhurst dice:

    Al igual que se debe tener “mano” para textos más dramáticos, hacer reír a las personas que te leen es cosa difícil. Tú lo has conseguido (y con carcajadas incluidas).

    Escrito el 5 febrero 2014 a las 21:13

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