Relato histórico (I) - por Cárlos

Apuró el paso al oir las doce campanadas. Habían empezado a sonar los cuartos justo cuando salía del ascensor, desconectó el blutuz y guardó los auriculares pero no apagó el móvil. «¡Papá, has venido!» dijo Borja, su hijo de ocho años. Víctor capturó en el aire una bolsa con las uvas de la suerte que le arrojó su hermano. Claudia, su mujer, hizo lo que pudo por ocultar su disgusto. La llegada de Víctor en el último momento había añadido todavía más emoción al comienzo del nuevo año con tres generaciones de la familia reunidas. Nadie sabía exactamente de dónde venía, ni cuáles eras esos asuntos tan importantes que tenía que resolver a esas horas tan extrañas. Víctor decía que tenía que solucionar «asuntos del banco».
Víctor había preparado el Golpe como se había acordado en las reuniones del Grupo. Se habían montado las bombas decenas de veces, los miembros de los comandos habían alcanzado tal destreza que podían perpetrar la cadena de atentados casi con los ojos cerrados. Aquel iba a ser el empujón definitivo que derrocaría al gobierno y a la monarquía. A los diez minutos de empezar el año, una vez que los fuegos artificiales oficiales hubieran terminado, se desplegaría por las capitales de la nación una cadena de explosiones coordinadas, con el fin de dar a conocer a los ciudadanos que se había iniciado algo con ambición de liquidar realmente el sistema de corrupción imperante.
Coordinar a los operadores del golpe había sido una tarea minuciosa y discreta, como diseñar y administrar un fondo de inversión del banco en el que trabajaba Víctor. Antíguos miembros de organizaciones terroristas liquidadas, soldados que habían prestado servicios de paz en oriente, islamistas conversos al capitalismo, hooligans, hackers… una estrafalaria combinación de talentos excluídos.
Victor permanecía atento a su móvil, al que le llegarían puntualmente mensajes cifrados con la verificación de los objetivos cumplidos. Víctor esperaba con especial interés los sucesos de Valencia donde un grupo de falleros había construído unos muñecos aerostáticos con la imagen de la familia real y los miembros destacados del gobierno, los sindicatos y la oposición. Los muñecos se elevaban en la Plaça de l'Ajuntament, donde una multitud celebraba el comienzo del nuevo año. Eran en total doce muñecos que irían estallando de uno en uno para terminar con la explosión del mayor de todos con la imagen del rey. Se creía en el Grupo que la propagación de esas imágenes por televisión tendrían un fuerte efecto movilizador entre las masas.
A las 00:02 hrs. estallaron las primeras bombas, todas ellas en grandes almacenes del centro de las ciudades, no habían pasado diez minutos cuando una marea humana imposible de detener se había lanzado al saqueo. Las fuerzas del orden y el ejército permanecían acuarteladas, habían recibido órdenes de no exponer innecesariamente efectivos que debían de utilizarse en una acción dirigida por el Alto Mando.
El ambiente en el salón de la casa de Víctor había cambiado por completo, todos estaban pendientes de la pantalla del televisor que perdió la señal durante unos minutos interminables. Tras ponerse de color rojo mostró la imagen de Emilio Botín, presidente del Santander. «Debido a la gravedad de los acontecimientos me he visto obligado a tomar una decisión sin precedentes históricos. Acabo de hablar con Obama y me ha asegurado que su gobierno no permitirá que se ultrajen los legítimos e imprescriptibles derechos de los accionistas. El presidente me ha confirmado que han zarpado cuatro acorazados con dirección a España y una cantidad sin determinar de efectivos bélicos del ejército del aire de su país está en situación de máxima alerta. También he hablado con el Papa Francisco, juntos hemos elevado una plegaria. El comité de emergencia de la Asociación Española de la Banca permanece reunido…».
Víctor supo por los mensajes que recibía en su teléfono que se habían cumplido el setenta por ciento de los objetivos, lo cual garantizaba el éxito del Golpe. Claudia permanecía serena y triste, su matrimonio naufragaba pero se había salvado el EURO gracias a su sacrificio.
Al móvil de Víctor llegaban ahora unos mensajes inesperados. En Edinburgo, un grupo de independentistas había secuestrado a un alto mando de la policía y pedía una comparecencia de las autoridades en la que se reconociera el derecho a la autodeterminación de los escoceses. Otras ciudades europeas y del norte de África estaban siendo escenario de levantamientos populares. La tercera guerra civil europea había comenzado.