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Nueva vida - por Naoki

Apuró el paso al escuchar las doce campanadas, sabía lo que significaba y quería estar lo más lejos posible del pueblo. Todavía no podía creer lo que habían echo. Es cierto que en alguna ocasión lo comentaron pero… nunca pensó que tuvieran el valor para hacerlo.

Miró a su lado y sonrío sin poderlo evitar, era el mejor compañero que hubiese podido encontrar nunca. Siguió corriendo hacia el bosque evitando cuidadosamente las calles donde había gente.

Al llegar a las afueras del pueblo, jadeantes pero sonrientes, pararon un momento a recobrar aire. Sintió como le cogía la mano y estiraba de él para continuar la huida.

Todo lo que podía oír era su propio latido, sabía que habían empezado a perseguirles y temía lo que les harían si lograban cogerles. Apretó con fuerza la mano de su compañero y aumentó la velocidad, faltaba poco para llegar al bosque y con ello despistar a sus perseguidores.

Pareció una eternidad cuando al fin llegaron a su refugió secreto en las ramas altas de un árbol. Se miraron un momento antes de empezar a reír, ligeramente incrédulos tal vez. Rato después más calmados, compartieron un beso tierno nada comparado con el que habían compartido bajo la torre de las campanas frente a una buena parte del pueblo. Se habían liberado de miradas y susurros del pueblo donde no los aceptaban. Sabía que juntos podrían vivir en el bosque, Alex era un buen cazador especialmente con el arco, él llevaba algún tiempo aprendiendo a fabricar ropa con las pieles de las presas y ambos eran buenos cocinando.

Pasaron semanas viviendo esa luna de miel, sin apenas problemas. Varias veces se habían visto obligados a dar amplios rodeos para evitar llevar a los soldados a su refugio o su lago escondido.

Empezaba el invierno y con ello los problemas.

Después de unos días en los que trataron de pensar en todas las soluciones posibles, Alex decidió que lo mejor era marchar al sur donde durante una cacería, había encontrado una cueva interconectada con otras mas pequeñas.

Al día siguiente empezaron a recoger todo lo que les podría ser útil en los próximos meses fríos, agradecía más que nada que su relación fuera tan fuerte. Se estremecía de pensar lo que podría ser de lo contrario. Sintió los brazos fuertes de Alex a su alrededor y se giró para besarle, siempre sentía que el mundo se detenía al besarse.

-Necesitaremos más mantas con el frío- dijo Alex frotándole los brazos pensando probablemente que tenía frío.

-Si, pero tenemos tiempo y yo también puedo cazar- le recordó sonriendo con suavidad.

-Lo sé. Pero es más peligroso en las heladas y bueno… no eres tan bueno al arco como con el cuchillo.

-¿Crees, que podremos llegar antes de que caigan las primeras nieves?- acurrucándose en sus brazos y besándole ligeramente el cuello.

-Lo conseguiremos, como logramos escapar de los soldados del pueblo- le reconfortó.

Después de un almuerzo frugal cogieron las bolsas preparadas y empezaron su camino. Sin prisas disfrutando del ligero viento que traía el olor de las flores negras que empezaban a florecer. Caminaron apenas deteniéndose más de lo esencial durante días, dormían haciendo guardias pues sabían que los soldados habían intensificado su búsqueda y los animales eran más feroces.

Tardaron más de lo que habían planeado por los muchos desvíos que tuvieron que tomar para despistar los soldados que parecían más numerosos que la última vez. Sus reservas de comida habían disminuido demasiado, al llegar a las cuevas lo pudieron comprobar al deshacer las bolsas en una de las cuevas laterales.

-Saldré a cazar, seguro que puedo encontrar alguna pieza grande todavía- murmuro Alex

-Ten cuidado, las nieves empezaran pronto y con los soldados dando vueltas…

-¡Ey! No va a pasarme nada ya veras que vuelvo antes de que lo notes- dijo abrazándole

-¡Eso no es cierto! siempre te extraño cuando sales de caza solo.

-Pero logro traer comida suficiente para no salir durante bastante tiempo- sonriendo orgulloso.

Podía ver el amor en sus ojos y por eso no dijo mas cuando salió para cazar.

Para distraerse de su marcha arregló tranquilamente el lugar para vivir. Pasaron dos semanas antes de que Alex volviera con una gran pieza, pero herido.

-¿Que pasó?- preguntó alarmado al verle el brazo sangrando

-Unos soldados. No es nada, se curara en unos días- dijo Alex tranquilizándole

-Al menos estamos juntos.

Fuera empezó a nevar.

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