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Destino: Una nueva vida - por Juan Carmona Fdez

Apuré el paso al escuchar las doce campanadas que marcaba el reloj. El tren estaba a punto de partir y el jefe de la estación me instaba a darme más prisa; sin embargo, corría todo cuanto me permitían los tacones y la pesada maleta que arrastraba tras de mí. Cuando finalmente alcancé el vagón, escuché con desatino como el hombre dejaba escapar un bufido de desaprobación.
La puerta se cerró y el sonido del silbato quedó amortiguado por el ruido de la locomotora. Nos movíamos. Tomé aliento, ya no había marcha atrás.

Recorrí con torpeza el estrecho pasillo del vagón, mientras revisaba concienzudamente cada compartimento. Al cabo de un rato encontré uno vacío y totalmente de mi agrado. Intenté colocar la maleta en el portaequipajes, pero los recuerdos y las inseguridades que guardaba en ella pesaban demasiado, por lo que opté por mantenerla a mi lado.

Había decidido viajar de noche para ampararme en las sombras, para no levantar rumores en el pueblo donde vivía. Simplemente, la gente se levantaría al día siguiente y descubrirían incrédulos que ya no estaba allí. Aunque también lo había hecho para poder dormir tranquilamente mientras durase el viaje, suavemente mecida por el vaivén hipnótico del tren.

Disfruté de un breve sueño ligero, aún temiendo que alguien entrase en el compartimento. Cuando finalmente abrí los ojos pude descubrir sentado frente a mí a un apuesto y joven desconocido que me observaba sonriente.

– No la a soltado ni un solo minuto- dijo el muchacho, haciendo referencia a la maleta que sujetaba entre las piernas.
“ Nadie podría haber intentado robársela.

Me sonrojé e intenté reincorporarme en el asiento de la forma más natural posible.

– Discúlpeme señorita, no me he presentado: Oliver Bonnaire- añadió, extendiendo su mano.

Dudé.

– Isabelle Bouquet- respondí mientras hacía lo correcto y le estrechaba la mano- Me dirijo a Limousin, allí vive mi hermana…

Me detuve de repente, dándome buena cuenta de que no era necesario explicarle a aquel joven los detalles de mi viaje. Oliver comenzó a reír, por lo que deduje que intuía lo que estaba pensando. Era una risa inocente, jovial y contagiosa, por lo que inmediatamente yo también me puse a reír.

Permanecimos en silencio durante un largo espacio de tiempo. Aproveché para examinar a Oliver, para reflexionar sobre aquella situación, para valorar y descartar los miles de pensamientos que se me pasaban por la cabeza.
El muchacho también me observaba, y noté como mis mejillas se sonrojaban y ardían ante la imposibilidad de adivinar que era lo que estaba pensando. Tenía sus ojos de color miel clavados en mí y los labios apretados en una mueca sensual.

– Y usted, ¿Hacía donde se dirige?- pregunté entonces, rompiendo sin saber porqué aquel momento.

– Casualmente también a Limousin- respondió- Trabajo allí como profesor en Saint Jean.

¿Saint Jean?
Sentí como el corazón me daba un vuelco en el pecho y este comenzaba a latir muy deprisa.
Saint Jean era el colegio en el que mi hermana Charlotte había conseguido una plaza de maestra para mí.

-Olvida a Laurent. No le debes nada, tan solo sufrimiento. Ven conmigo a Limousin, allí podrás empezar desde cero- me había aconsejado mi hermana semanas antes.

Me abracé a mi misma acariciando las heridas invisibles que me había provocado ese amor tan grande que había sentido por Laurent. El tormento grabado a fuego en mi piel. Intenté disimular las lágrimas para que el joven no descubriese el inmenso dolor que guardaba en el interior de mi alma. Vi mi rostro reflejado en el cristal de la ventana, los ojos húmedos. El retrato de la persona vencida.

No. No podía permitirlo. Ya no.

– Cerca de la estación hay una cafetería- dijo Oliver, una vez más el muchacho pareció intuir que algo no marchaba bien- Si usted quiere puedo invitarla a un buen café cuando lleguemos.

¿Acaso el destino me ofrecía otra oportunidad para ser feliz?

Tomé aliento y dibujé el esbozo de una sonrisa en mis labios. Un buen café junto a una persona por conocer era lo que necesitaba para comenzar mi nueva vida. Una nueva vida lejos del amargo sinsabor del pasado, del recuerdo opresor de Laurent que poco a poco se iba diluyendo de mi memoria como sangre vertida en agua.

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1 comentario

  1. 1. Juampe dice:

    Muchas gracias a los tres autores que leyeron y comentaron mi texto. Espero que os haya gustado y, aunque brevemente, hayáis disfrutado.

    Es la primera vez que participo en el Taller y no será la última. He disfrutado mucho y ha sido una experiencia muy buena.

    Muchas gracias por vuestras críticas y consejos, me serán muy útiles.

    ¡¡¡ Nos leemos!!!

    Escrito el 30 enero 2014 a las 14:59

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