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El hombre precavido - por DavidRubio

Web: http://elreinorobado.blogspot.com

Apuró el paso al escuchar las doce campanadas. El día en el que, fuera como fuera, debía permanecer encerrado en su casa comenzaba y, todavía, se encontraba a tres calles, dos pasos de peatones y un semáforo. ¡Cómo pudo olvidarse del tabaco! Por lo menos las calles se veían tranquilas a esas horas de la noche; mejor, estaban desérticas.
Llegó al último cruce. Se detuvo ante la luz roja del semáforo de peatones, pese a que no transitaba ningún vehículo. Miró las balconadas bajo las que debía pasar hasta su portal; afortunadamente, de ninguna colgaban macetas que pudieran precipitarse.
Ese asesor financiero negaba el azar y los imprevistos: no eran más que la ignorancia de alguna variable. Por eso, a comienzos de cada año, visitaba a una consultora de eventualidades de baja probabilidad; o, para cualquiera que no fuera él, una vidente.
“El día doce del decimosegundo mes morirás”, ese fue el augurio que le vaticinó ese año. Se inquietó, pero él no era hombre de lamentos y, de todas formas, para eso la consultaba: para estar preparado ante cualquier eventualidad. Su primera medida fue pagar el ritual que le propuso la pitonisa.
Pero eso no era suficiente, por supuesto.
Le pareció evidente que el día señalado debería permanecer en casa; eso reducía las posibilidades de accidente, aunque no las eliminaba. Podría haber un escape de gas, un incendio e, incluso, el mismo bloque podría colapsarse. Inició un programa de reformas, no solo en su casa, en todo el edificio. Renovó la instalación eléctrica, la del gas y las tuberías del agua; rehabilitó la fachada y el ascensor. Más le costó convencer a los vecinos de la necesidad de apuntalar los pilares del edificio. No por el dinero, puesto que se comprometió a pagarlo todo de su bolsillo, si no por las molestias que suponía que cada mes hubieran en sus salones ingenieros y aparejadores revisando columnas, tabiques y vigas.
Pero con eso tampoco bastaba.
Aún en la casa más segura podría morir por una enfermedad o por un traicionero ataque al corazón. Fue así que, empezando por la A de alergólogos, visitó a todos los especialistas de su seguro médico; cardiólogos, endocrinos, nefrólogos, oncólogos, urólogos, y hasta dermatólogos. Ninguno le detectó nada, ni leve ni grave.
Pero la gente no moría solo por accidente o enfermedad.
Tampoco podía descartar el asesinato. Vivir solo le facilitaba las cosas. Aunque no podía descartar que alguien asaltara su casa. Contrató un servicio de seguridad, con alarma y cámaras de vigilancia e instaló tres pestillos de acero en su puerta. Aún y así, consideró oportuno aumentar la pensión que le pasaba a su ex mujer, reconocer la negligencia que arruinó a aquel inversor y regalar un bono anual de “La casita del placer” al músico que vivía en el piso de abajo: en compensación a la denuncia que le interpuso por contaminación acústica.
Con todos esos trajines pasó el año. Todo planificado y tuvo que olvidarse de comprar tabaco.
Por fin llegó al portal de su edificio. Entró. Pese a vivir en un ático, decidió subir por las escaleras. Arribó exhausto pero aliviado: su descuido no había tenido consecuencias. Cerró la puerta y echó los tres pestillos, la llave y conectó la alarma. Dejó el abrigo sobre la mesa, al lado de la gastada guía médica. Se sentó en su sofá, se descalzó, encendió un cigarrillo y exhaló una relajada bocanada de humo.
Encendió la televisión. Apareció un presentador de informativos. Tras él, en un recuadro, se observaba un avión de cuyos motores nacía una estela de llamas y humo que destacaba sobre el cielo nocturno. El periodista explicaba que el aparato, con sus doscientos pasajeros, iba a estrellarse de forma inmediata. Dio una profunda calada y se recostó sobre el sofá. Se sintió orgulloso de su capacidad de previsión: esa que le diferenciaba de los pobres ocupantes de ese avión.
Oyó un ruido en la calle, como el que hacen los camiones de basura al vaciar los contenedores. Pese a solapar el sonido del televisor, no subió el volumen. “Pronto se irá”, pensó. Pero el ruido dio paso a un insoportable estrépito. Se puso en pie y fue a ver.
Sus ojos se desorbitaron al ver las aterradas caras de los pilotos que le miraban desde la cabina del avión, apenas a un par de metros de su ventana.

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21 comentarios

  1. 1. Chiripa dice:

    Genial DavidR !
    Casi muero por el suspenso!
    Me gustó con fuiste describiendo cada una de las previsiones del protagonista, unas lógicas, otras exageradas y otras muy divertidas, como la compensación al músico.
    También como describiste la distancia hasta su casa: “… se encontraba a tres calles, dos pasos de peatones y un semáforo…”
    No pudo ser mejor el final.
    Ya quiero escribir como tu lo haces y quisiera seguir leyéndote.
    Felicitaciones

    Escrito el 29 enero 2014 a las 16:42
  2. 2. DavidRubio dice:

    Caramba, me sacaste los colores. Gracias por tu lectura Chiripa. Tras releerlo creo que hay cosillas que se pueden mejorar. Algunas, de forma acertada, me fueron apuntadas en los comentarios.
    Un abrazo

    Escrito el 30 enero 2014 a las 00:22
  3. Me ha encantado tu relato DavidRubio. Tu forma de escribir y de describir, me han hecho estar en vilo durante toda la historia y el final es inesperado y, como en otras partes de la escena, tiene su punto cómico.
    Me has ganado con esta frase: “Por eso, a comienzos de cada año, visitaba a una consultora de eventualidades de baja probabilidad; o, para cualquiera que no fuera él, una vidente.”
    Enhorabuena!! No dejes de participar para que podamos seguir disfrutando de tu imaginación. Sabía que alguien que comenta así de bien un texto, tendría que escribir igual de bien. 😉

    Escrito el 30 enero 2014 a las 09:17
  4. 4. Simon Wallace dice:

    Como a Virginia, la definición de la vidente me ha hecho ver el texto de forma diferente a las primeras de cambio. Me ha gustado mucho todo el desarrollo.

    Particularmente, el final no ha sido tan de mi agrado. Aunque es verdad que la muerte es imprevisible, me hubiera gustado más que hubiera muerto por un error suyo. Justo durante el texto deja usted ver que ha cometido el error de no comprar tabaco, y tal vez eso mismo le habría podido condenar a morir de algún modo (saliendo a por tabaco, probando nuevas sustancias en casa a causa del mono…)

    Pero no es más que una idea y es algo totalmente personal. Espero que no le importe el comentario. Objetivamente, el texto funciona a la perfección.

    ¡Felicidades!

    Escrito el 30 enero 2014 a las 10:12
  5. Se me olvidó comentarte que el término desérticas para calles no lo veo adecuado, ya que implica que estas tengan arena y palmeras, jeje. Creo que es más idóneo utilizar “desiertas” para mostrar la ausencia de gente o de tráfico. 😉

    Escrito el 30 enero 2014 a las 19:43
  6. 6. Forvetor dice:

    hey David! yo fui uno de los que te comentó el texto. como ya te dije allí (y te comentan varios compañeros) me gustó bastante la redefinición de la adivina y el airillo de humor negro que flota por todo el texto… porque todos sabemos que la cosa va acabar mal xD

    Escrito el 30 enero 2014 a las 20:34
  7. 7. DavidRubio dice:

    Gracias Virginia. ¡Muy bien tu apunte! “Desiertas” es la palabra correcta. La corrijo en mi blog, donde ya he tocado algunas cosas del relato. Creo que un relato debe ser escrito y después revisado al cabo de una semana o dos cuando la cabeza está más alejada de la historia y se ven los fallos con más claridad.
    Respecto a la frase que comentas. En un relato de 750 palabras no puedes dedicar mucho espacio a decir como es el personaje. Su personalidad se debe mostrar con lo que hace o dice. En este caso la frase me pareció adecuada para dar a entender que estamos ante un estirado, redicho y presuntuoso. Por lo menos esa fue mi intención.
    Un abrazo y espero que las musas sean rápidas en los próximos talleres.

    Escrito el 30 enero 2014 a las 23:02
  8. 8. DavidRubio dice:

    Gracias Simon, ¡Por supuesto que los textos están para ser comentados o corregidos! Eso es lo que me ha gustado de esta página: no hay “obligación” de que los comentarios sean todos positivos. Como leí una vez, tenemos que ser orgullosos en la escritura y humildes en la corrección.
    Tu aporte respecto al final es muy atinado. Tenía dos opciones. La primera es la que mencionas: que él cometiera un error fatal por tanto prevenir. Finalmente me decidí por esta. La razón es porque he pretendido criticar a esos gurus de la economía o visionarios. Esa gente que de forma tan severa se atreve a vaticinar el futuro para luego explicar de igual forma porque los planes no han resultado como predecían. Esa absurda idea de que podemos dominar los acontecimientos. Por eso me decidí por el avión, es algo absolutamente imprevisible, algo totalmente fuera de la posible acción del protagonista. (O esa era mi intención).
    Un abrazo y gracias por tu aportación.

    Escrito el 30 enero 2014 a las 23:11
  9. 9. DavidRubio dice:

    Gracias Forvetor. Tus comentarios me gustaron mucho y de hecho ya comencé a revisar el texto en mi blog. He cambiado la frase inicial y la transición anterior a la llegada al portal. Y me quedan otras cinco cosas que no me acaban de convencer. Saludos

    Escrito el 30 enero 2014 a las 23:16
  10. 10. borja dice:

    hola!
    Te lo curraste. Me pareció interesante. Entiendo al compañero que te dice lo del final alternativo, pero creo que me quedo con el tuyo. La idea de que por mucho que hagas, por mucho que tengas y por mucho que intentes evitarlo, no te puedes escapar, es muy potente, y creo que cala. A nivel de descripciones y de enfocar la escena otro acierto. La frase de la distancia, lo mismo que a la compañera.
    imagino que es para mantener la distancia, para denostarlo un poco más y ningunearlo, pero cuando te refieres al protagonista como “Ese asesor” le da un punto impersonal que se me hace raro.
    En fin, me alegro de leerte.
    Saúdos.

    Escrito el 31 enero 2014 a las 03:47
  11. 11. Eloyzinho dice:

    Hola, David.

    Me ha gustado bastante tu relato: me parece muy divertido y con mucha ironía. Por cierto, pienso que tampoco habría encajado mal en el tema del mes pasado, el de las supersticiones 😉

    Contiene muy buenos detalles, como son los de especificar la distancia a recorrer, el eufemismo con el que nombra a la pitonisa, los detalles para compensar a quienes “fastidio” en el pasado, la serie de médicos a los que acude, la referencia a “la gastada guía médica”, etc. Coincido con los comentarios anteriores en apuntar la brillantez de esas expresiones 🙂

    Aparte de la palabra “desértica” ya comentada, he observado otras cosas que podrían cambiarse y hacer que el resultado fuera algo más redondo. Creo que hay una pequeña falta de ortografía, ya que en “esa que le diferenciaba de los pobres ocupantes de ese avión”, debería ser “ésa”. También he notado varias redundancias, esto es, el uso de la misma palabra (o palabras de la misma raíz) muy seguidas una de la otra: “eventualidades” y “eventualidad”, en el tercer y cuarto párrafo; “edificio”, en el sexto párrafo; y “podía descartar”, en el décimo. Si sustituyes alguna de cada par por otro sinónimo, creo que quedaría mucho mejor, aunque el resultado no se ve desmerecido para nada por estos detalles.

    Buen trabajo 🙂

    Escrito el 31 enero 2014 a las 12:42
  12. 12. Cibeles dice:

    Éste es uno de los que me tocó comentar XD Me encantó, sobre todo el tono humorístico. Y del final, bueno, me pareció muy acertado, si bien entiendo la opinión de Simón, creo que lo del avión funciona muy bien, sobre todo por el modo en que está descripta la escena.

    Escrito el 31 enero 2014 a las 13:31
  13. 13. Ada Lena G. P. dice:

    ¡Saludos David!
    Es admirable cómo has ahondado en la idea de que el ser humano es absolutamente vulnerable, pues aunque quisiera no puede controlarlo todo; lo más inverosímil puede acabar con su destino.
    El apego que el protagonista le tiene a la vida nos recuerda en todo momento el tópico literario:MEMENTO MORI (Recuerda que has de morir). El carácter cierto de la muerte como fin de la vida. Esta enseñanza aleccionadora que desarrollas con originalidad en tu relato crea un gran desasociego en el lector.
    Una ingeniosa prosa salpicada de metáfora enfatiza aún más la psique tan precavida de tu protagonista.
    En general el relato me ha atrapado por su realismo absurdo, que planteas perfectamente en lo que le sucede al protagonista, y es interesante porque: lo absurdo, dentro de la literatura, se distingue y se integra en la ficción como un estado filosófico en el que los personajes asumen el carente sentido que tiene la vida y la existencia, cosa que contrasta muy de lejos con el sentido que le da a la vida tu protagonista.
    ¡Enhorabuena y gracias por regalarnos esta excelente historia!

    Escrito el 31 enero 2014 a las 14:29
  14. 14. David Rubio dice:

    Gracias por la lectura Borja. Estoy encantado con la calidad de todos los comentarios y las aportaciones que se hacen a los textos. Tienes razón, creo que me falló el inconsciente. El personaje no me caía bien y me salió con el “Ese asesor financiero”, podría cambiarse por “Aquel asesor”.
    Un abrazo.

    Escrito el 1 febrero 2014 a las 00:00
  15. 15. David Rubio dice:

    Hola Eloyzinho por tus atinados apuntes. Tienes razón en las redundancias. Cuando encaro un relato, empiezo con un esquema de la trama, para ver si puede ser interesante. A partir de ir empiezo a escribir muy en bruto, para luego dejarlo una semana sin leerlo. Entonces con la distancia los fallos se ven con más claridad. Aquí me faltó ese tiempo ¡pero os tengo a vosotros!
    Respecto al acento de ésa. No hace mucho la RAE dijo respecto a los pronombres demostrativos:”Sin embargo, ese empleo tradicional de la tilde en el adverbio solo y los pronombres demostrativos no cumple el requisito fundamental que justifica el uso de la tilde diacrítica, que es el de oponer palabras tónicas o acentuadas a palabras átonas o inacentuadas formalmente idénticas, ya que tanto solo como los demostrativos son siempre palabras tónicas en cualquiera de sus funciones. Por eso, a partir de ahora se podrá prescindir de la tilde en estas formas incluso en casos de ambigüedad. La recomendación general es, pues, la de no tildar nunca estas palabras.” Por tanto creo que no se debe acentuar. Normalmente cometo el error de acentuarlos. Os dejo el enlace de la RAE. http://www.rae.es/consultas/el-adverbio-solo-y-los-pronombres-demostrativos-sin-tilde#sthash.NZQLfFeI.dpuf.
    Me ha maravillado, como todos, la calidad de tu comentario Eloyzinho

    Escrito el 1 febrero 2014 a las 00:13
  16. 16. David Rubio dice:

    Gracias Cibeles. Fui afortunado con los análisis recibidos. Nos leemos

    Escrito el 1 febrero 2014 a las 00:15
  17. 17. David Rubio dice:

    Caray Ada, me has dejado sin palabras con la belleza de tu comentario. Muchísimas gracias de corazón.

    Escrito el 1 febrero 2014 a las 00:18
  18. 18. David Rubio dice:

    ¡Madre mía! Acabo de revisar el texto y ¡Dos “podía descartar” en la misma línea! ¿Cómo se puede estar tan ciego? Gracias Eloyzinho te debo una. Ya modifiqué la versión en mi blog.

    Escrito el 1 febrero 2014 a las 00:30
  19. 19. Eloyzinho dice:

    Me has pillado pero bien, bien 😉 Sabía lo de los “aun” y los “solo”, pero no lo de los demostrativos, así que me va a venir muy bien de ahora en adelante (no solo soy de los que seguía poniendo esas tildes, sino que además corregía a los demás según el mismo criterio). Creo que gracias a esto ya no me debes ninguna porque me doy por pagado 😉 Gracias 🙂

    Escrito el 1 febrero 2014 a las 12:33
  20. 20. Servio Flores dice:

    Buen relato, me mantuvo en suspenso. Tiene un gran nivel de descripciones y nos mete en el pensamiento obsesivo del prota.
    Me ha gustado.
    Saludos

    Escrito el 2 febrero 2014 a las 04:27
  21. 21. David Rubio dice:

    Gracias por tu lectura y comentario Servio.
    Eloyzinho: Ni te imaginas lo que me cuesta aplicar esa norma, de hecho soy bastante arbitrario con esas tildes. Un abrazo

    Escrito el 2 febrero 2014 a las 13:46

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