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Secuestro - por Osvaldo Mario Vela Saenz

SECUESTRO
Apuró el paso al oír las doce campanadas, atrás quedaba la casa de seguridad que habitara por varios días. Su escape se dio casi como un milagro. Por celebrar, desde temprano la llegada de la navidad, el alcohol venció la cordura de los custodios; les ganó el sueño. Aprovechó la condición de los guardianes para escurrirse. En ese momento, se encontraba a tan sólo tres cuadras de su reciente cautiverio. Actuaba con naturalidad. Quien lo viera, pensaría que buscaba el calor de su hogar en ese día lleno de celebraciones. El reloj de la plaza, frente a la guarida del secuestro, marcaría la media noche. Había escuchado sus campanadas por varias noches. A esa hora llegarían los elementos del nuevo turno. Aceleró su caminar: era esencial alejarse. Las calles frías, sin un lugar donde poder esconderse. Caminó y caminó hasta que llegó a unas vías de ferrocarril. Las ubicó inmediatamente. Las vías bordeaban la central de autobuses, que unos días antes le diera la bienvenida a la frontera. Su intención era emigrar al país del norte. Su tío Juan, hermano de su madre quedó de pasar por él; lo ayudaría a cruzar. Soñaba en vivir en una de las grandes ciudades del vecino país. El trabajo ofrecido por el tío era en la construcción, faena que el dominaba a la perfección. Su profunda concentración, en un sueño tan vivo como el que lo dominaba en ese momento, lo volvió distraído. Lo hizo vulnerable al engaño por venir. Se sentó en una de las bancas de la empresa de camiones urbanos. Ahí lo recogería su tío. Vio a un joven acercarse con suficiencia.
–Ya estás aquí, vámonos. ¿Cuál es tu nombre?
— Soy Pedro. Estoy esperando que vengan por mí.
–¿Pues quién crees me mando?
–¿Mi tío Juan?
–El mismo. Vámonos.
Terminó en la casa que fuera su albergue por tres días. Recibió todo tipo de amenazas. Con su identificación y las anotaciones en su cartera, lograron comunicarse con su familia. Los amenazaron con desaparecerlo. Fue un bombardeo de pavor para al final pedir una cantidad estratosférica por su rescate.

Ahora, bajo el frio de la noche, era necesario encontrar un escondite. Se adueñó de un vagón vacío para descansar unas horas. El ulular de las sirenas de las patrullas, como clarines inundaban sus oídos. Se dio cuenta, durante su cautiverio, que los patrulleros eran cómplices de sus secuestradores; ni como pedirles ayuda. Cerca de la madrugada, el frio que calaba profundo, Lo hizo abandonar el vagón. Salió de los patios del ferrocarril por un portón sin vigilancia. Lo recibió un parque con su quiosco y sus bancas. La mañana todavía oscura. Justo frente a la plaza, despertó a su diaria actividad, una taquería.
Se aproximó al dueño de la vendimia y le contó sus desventuras. Recibió de parte del comerciante de tacos la opción de recurrir a la policía. Le aclaró no poder hacerlo porque las patrullas de policía eran los que se llevaban a los que iban a recibir su libertad o así les decían a ellos. Pidió usar su teléfono. Logró comunicación con su padre. Le dijo estar bien y haber logrado evadir su secuestro. Por labios de su padre supo, que el rescate estaba casi completo. Hizo hincapié ante su progenitor, de no depositarles ningún dinero y que si le llamaban, cortara la comunicación inmediatamente. Pidió, que le mandara un dinero para regresar a casa. Que buen anfitrión mostró ser aquel taquero, de nombre Enrique, quien se encargó de conducirlo al banco y recoger él envió de dinero que llegó a nombre de él, pues Pedro carecía de identificación. Una vez que recibió el dinero, Pedro cubrió los gastos de su hospedaje.
Pidió a su anfitrión, un aventón a pueblo avecinado. Enrique lo condujo a tranquila comunidad a una hora de distancia. Debía a toda costa evitar contacto con aquella central de autobuses de la frontera. No se arriesgaría a ser reconocido por alguien de la banda de secuestradores. El viaje por autobús hasta su pueblo natal consumió un día completo. No hubo más sobresaltos. Una vez que el camión abandonó los límites fronterizos, la tranquilidad regresó a su conciencia. Su pueblo lo recibió con acrisolada paz el último día del año. Era casi la media noche. El reloj del Palacio Municipal así lo indicaba. Pasó de largo rumbo a su casa. Caminaba despacio. Un nuevo año y una nueva vida lo esperaba. Apuró el paso al oír las doce campanadas. Valossi

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10 comentarios

  1. 1. Aitor dice:

    Es un texto que impacta porqué, desgraciadamente, retrata una realidad común en muchos lugares. Enhorabuena.

    Escrito el 28 enero 2014 a las 14:24
  2. 2. José Torma dice:

    Muy logrado y de una actualidad mexicana que no se puede esconder. Es una historia oscura y agradezco no haber tenido que leer descripciones de su cautiverio.

    Me gusto. Enhorabuena!

    Escrito el 28 enero 2014 a las 18:26
  3. 3. Eleazaro Habacut Vega Perez dice:

    Es un texto con su nudo y desenlace excelente y de mucha actualidad.

    Escrito el 28 enero 2014 a las 22:15
  4. 4. Eloyzinho dice:

    La primera parte me parece muy buena, aunque creo que se desinfla un poco hacia el final. Aún así, me ha parecido bastante interesante.

    Formalmente he apreciado algunas comas entre el sujeto y el verbo, así como alguna falta de ortografía (si quieres, puedo indicártelas). También un par de redundancias que hacen tropezar la narración (“dominaba” en el primer párrafo, y “padre” en el penúltimo).

    La idea es buena y se ve respaldada por buena información al respecto (la forma de engatusar para que se confíe la gente, o lo de la policía corrupta, por ejemplo).

    Una duda: ¿la palabra Valossi que aparece al final es tu firma?

    Escrito el 29 enero 2014 a las 11:19
  5. Muy bueno. Un tema actual que nos involucra todos. felicitaciones!

    Escrito el 29 enero 2014 a las 14:16
  6. 6. Forvetor dice:

    como Eloyzinho creo que la primera parte tiene más fuerza. y te felicito por abordar un tema tan espinoso. pero… en mi opinión le falta garra. toda la situación es presentada muy de lejos. yo no llegué a empatizar con el protagonista. me resultó una exposición de hechos, sin más. échale un vistazo a el Juego de la Guerra de Kangreja, para que veas a lo que me refiero ;).

    Escrito el 29 enero 2014 a las 20:27
  7. 7. Constanza dice:

    Hola, es un texto muy valiente, aunque también pienso que le falta un poco de “vida”. Saludos y suerte.

    Escrito el 29 enero 2014 a las 23:14
  8. 8. Osvaldo Vela dice:

    Eloyzinhio, el nombre que aparece al final del texto es mi nombre de pluma y se generó debido a dos apelativos recibidos en mi tiempo de estudiante. Me llamaban Valo en Mexico o me llamaban Ossi en los Estados Unidos. Así nació Valossi. gracias por tus comentarios.

    Gracias Constanza.

    Gracias Korvetor por tu recomendacionde lectura.

    Gracias Isabel.

    Gracias Eleazaro.

    José Torma. Traté de imprimirle a la historia esa verdad que se vive en algunos lugares sin ser muy descriptivo. Gracias.
    Gracias Aitor.

    Escrito el 2 febrero 2014 a las 03:13
  9. 9. Servio Flores dice:

    Buen texto. Que quiza pueda ampliarse pues seguro, ya que hay partes que quedan como enunciado.
    El tema muy crudo, pero tocado con sutileza. De verdad me ha gustado.
    Saludos

    Escrito el 2 febrero 2014 a las 10:43
  10. 10. jaime castillo dice:

    para mi la primera parte fue un poco enredada, o confusa, pero el relato es bueno y la historia actual

    Escrito el 14 septiembre 2014 a las 04:50

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