Cookie MonsterEsta web utiliza cookies. Si sigues navegando, entendemos que aceptas las condiciones de uso.

Do you speak english?

¿If you prefer, you can visit the Literautas site in english?

Apuntes, tutoriales, ejercicios, reflexiones y recursos sobre escritura o el arte de contar historias

<< Volver a la lista de textos

Final inesperado - por Luis Angel Sáenz

Final inesperado (por Luis Ángel Sáenz)

¡Apuró el paso al escuchar las 12 campanadas! La adrenalina lo hacía ir cada vez más rápido. No debo correr eso me delataría, pensó. Había quedado de verse con el coyote a más tardar a las 12:15. El reloj de la catedral marcaba las 12:00. Su sueño dorado estaba a punto de iniciar; en su natal Michoacán las cosas no andaban muy bien, recién había terminado sus estudios cuando empezó a buscar trabajo.

¡No te desesperes hijo!, te aseguro que pronto conseguirás donde trabajar. Pero Mamá donde quiera que lo intento me dicen lo mismo, -que si tengo experiencia, que donde he trabajado y cuando les digo que recién salí de la escuela, también me dicen lo mismo, nosotros le llamamos-

-No Mamá esto no es posible, estoy desesperado, así que este fin de semana me voy al norte-

-Pero hijo, adonde irás, donde quiera que vayas las cosas están muy difíciles-

-Ayer hablé con su compadre Mamá, “el Chiliquas” y me comentó que él tiene un amigo en Mexicali allá en el norte-

Ya te he dicho que no se llama Chiliquas, ese es su apodo, su nombre es Gonzalo-

Ya son las 12:13 y lo que me gusta es que la noche está muy oscura. Me dijeron que es chaparrito, gordito y de bigote, espero poder localizarlo con esos datos, aunque no creo que sea tan sencillo, porque con esas señas ya he visto como a 6 y ninguno se ha dignado ni siquiera voltear a verme.

Por fin lo encontré, ya vamos en camino; afortunadamente la noche sigue muy oscura y así tendremos la ventaja para que no nos localicen los de la patrulla fronteriza, pensó. El hombre iba adelante, él trataba de seguirle el ritmo. Llegó un momento que me cansé pero él chaparrito insistía en que si nos deteníamos en cualquier momento podíamos ser descubiertos. Habíamos avanzado alrededor de 25 metros dentro del territorio norteamericano y después de hablarle insistentemente y no recibir respuesta, me di cuenta que ¡el coyote había desaparecido!!!

Estoy comprobando que si es cierto lo que me dijeron acerca de las temperaturas tan inclementes en esta parte del País. Ya me habían platicado que en Mexicali en este mes de agosto el calor es insoportable. Casi puedo asegurarles que la temperatura debe andar en los 46⁰ C.

Primero empezó a sentirse débil, agotado. Se sentó por un momento, el silencio era impresionante. De pronto volteó a su izquierda ya que creyó haber escuchado un murmullo o algún ruido semejante. Después de escuchar atentamente por varios minutos, pensó que todo había sido producto de su imaginación. Sin embargo, cada momento que pasaba se sentía más mal, le dolía la cabeza y su estómago se le revolvía cada vez más. Se acostó por un momento temblando y balbuceando cualquier cosa. No cabía duda que la calentura hacía presa de su cuerpo, su boca reseca y los demás síntomas eran evidentes, seguramente Conrado se estaba deshidratando.

Su delirio lo llevó directo al momento en que empezó a revivir como se zambullía en aquella alberca con aguas termales, allá en Los Azufres en Ciudad Hidalgo, Mich. Muy pronto su cuerpo empezó a convulsionarse. Habían ido de vacaciones y el clima era perfecto, su Mamá vigilaba muy de cerca cada una de sus zambullidas; Conrado nunca había sido tan feliz.

Joe sabía que de acuerdo con las huellas que había encontrado, cada vez más profundas por cierto, no tardaría mucho en dar con él indocumentado. Henry, por su lado, no había localizado ningún indicio del escurridizo individuo. Por fin dio con él, Joe se comunicó con Henry y le dijo que lo había localizado y le pidió que fuera a su encuentro. Ya eran las 3:15 de la mañana. Ambos patrulleros estuvieron junto a Conrado por unos 5 minutos. Ahora surgía un problema mayor, tendrían que llamar a la base para informar que habían localizado un cadáver de un hombre como de unos 32 años de nombre Conrado Inocencio Ramírez, según sus documentos.

El cadáver presentaba huellas de algunos depredadores, quizá lobos o zorros, no sabían bien a bien, lo único cierto era que casi un 70 % de su cuerpo había desaparecido.

Lo peor de esta situación sería que mi amigo Michoacano, hubiera sido

¡Devorado por Coyotes!

Mexicali, B. C., enero 10 de 2014.

¿Te ha gustado esta entrada? Recibe en tu correo los nuevos comentarios que se publiquen.

Todavía no hay comentarios en este texto. Anímate y deja el tuyo!

Deja un comentario:

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.