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La fórmula del amor - por Patricia López Garrido

Web: http://relatame.tumblr.com/

Apuré el paso al escuchar las doce campanadas. Quise situarme lo más cerca posible de él para ser lo primero que viera al oír el último gong, y me besara. Pero no lo hizo. ¿Acaso es posible que un gigante de tres metros se fije en un diminuto ser de apenas cincuenta centímetros?

Deshice mi camino hecha un mar de lágrimas, abandonándome a la suerte que él había elegido para mí. Corrí sin descanso durante varios minutos para llegar cuanto antes al lugar secreto que mi madre había construido para mí antes de morir. Mis zancadas eran cada vez más pequeñas y mi estatura se reducía por momentos.

Ya ni recuerdo las veces que había visitado aquel sitio en tan solo seis meses. Mi búnker emocional para los malos momentos estaba provisto de toda suerte de pócimas que ella había empezado a preparar para mí cuando supo que le quedaban apenas unas par de hojas del calendario que arrancar.

En su carta de despedida me explicó que las cosas no iban a ser fáciles, que en muchas ocasiones tendría ganas de abandonar y que, como no iba a poder estar a mi lado para consolarme, había querido que aquel lugar mágico fuera mi refugio.

Era una habitación enorme, repleta de estanterías sobre las que reposaban botes de cristal cerrados herméticamente. Cada uno de ellos contenía un remedio para enfermedades del yo más íntimo. Algunos estaban repetidos, supongo que porque mi madre consideró que necesitaría más de ellos.

Había cientos de recipientes, todos rellenos de emociones positivas. Confianza, autoestima, seguridad, alegría, gratitud, esperanza, optimismo, diversión, humor, euforia, reconocimiento, perseverancia, agradecimiento, entusiasmo, bondad, nobleza, armonía, admiración, sorpresa, ternura, erotismo,… Sin embargo, en ninguna de las etiquetas de aquellos tarros pude encontrar la fórmula que necesitaba en ese momento, la del amor.

Rendida, me senté en un rincón, chiquitita, víctima de mi miedo a perderle a él también. Mi estatura se redujo aún más. Ahora apenas alcanzaba a medir lo que una regla de colegio. Si seguía así, desaparecería en unas pocas horas.

El cansancio y el sofoco hicieron que mi mente desconectara, y me dormí. Inmediatamente después, quedé atrapada en un sueño que ella había organizado para mí. La veía, pero era incapaz de tocarla. Estaba allí, ante mí, majestuosa, grande, con ese halo de ternura que yo tanto amaba. Sus inmensos ojos verdes rezumaban la inconfundible preocupación de las madres cuando sus bebés lloran y no saben cómo calmarlos.

Y, aunque no pude tocarla, la hablé:

—Mamá, ¿dónde pusiste la fórmula del amor? —pregunté —¡Vuelve y quiéreme como tú lo hacías!

Desapareció un instante y, cuando volví a verla, estaba sentada junto a mí. Colocó su dedo índice sobre mi barbilla y suavemente colocó mis ojos a su altura.

—Eli, encontrarás su amor cuando aprendas a quererte a ti misma. El amor está dentro de cada uno de nosotros y está compuesto de muchos elementos: autoestima, confianza, seguridad, armonía, alegría, optimismo, ilusión,… Y es en eso en lo que te tienes que concentrar, hija. Bebe del vaso que encontrarás al despertar, no desperdicies ni una gota. Hará que te sientas mejor. Y, no te acostumbres, ejercita de forma natural todas estas emociones durante el resto de los días de tu vida.

Y, tal como vino, se fue. Abrí los ojos, despacio, y comprobé que me había dejado allí el vaso al que se había referido. Lo cogí, lo acabé todo de un trago y de lo que pasó después hasta que desperté, no me acuerdo.

Cuando salí del búnker de las emociones había recuperado mi tamaño normal. Fui para el salón donde hacía un rato estábamos celebrando el año nuevo. Él estaba tan cerca y tan lejos, cabizbajo, sin mirarme. Extrañamente yo ya no sentía las mismas ganas de llamar su atención. Sin embargo, mi amor hacia él era enorme. Papá, yo también la echo de menos pero estaré contigo, siempre.

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1 comentario

  1. 1. lunaclara dice:

    Hola! Un relato muy interesante. Me ha gustado mucho cómo describes la búsqueda desesperada del amor paternal, y la forma de presentar a su madre como su consejera y su salvadora. Echo de menos algo de diálogo con él, pero vaya, es un relato fantástico y que creo que se merece más desarrollo, ¿no?. Felicidades!

    Escrito el 29 enero 2014 a las 00:05

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