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Casus belli - por Alejandro Cadenas

Apuré el paso al oír las doce campanadas. Ya era mediodía y llegaba tarde. Desde que llegamos a Silesia, hacía ya 13 días, apenas conseguía arrancar al servicio unas pocas horas para dormir. Siempre había algo que hacer: Movimiento de municiones, organizar las guardias, gestionar la compra de provisiones, inventario de armas, inventario de equipos electrónicos, inventario de combustible, inventario de material sanitario. Incluso el registro general, que no era otra cosa que el inventario de inventarios. Mantener un pequeño campamento de 50 hombres era una tarea Hercúlea. Tenía la sensación de ser el hombre más atareado en todo el Reich.

Cuando por fin llegué casi sin aliento a la sala de reunión ya habían empezado sin mí. Por suerte la operación era lo suficientemente importante como para que nadie prestara atención a mi impuntualidad.
El capitán Naujocks hablaba en voz baja frente a un gran plano de lo que parecía ser una estación de radio. Sobre el mapa había dibujadas varias flechas y cruces que marcaban los lugares estratégicos del asalto. Cuatro oficiales escuchaban atentamente y anotaban incesantes en sus pequeñas libretas todo lo que el capitán decía.
A los pocos minutos finalizó la reunión y salí otra vez apresurado a recibir un cargamento. No sin antes preguntarle a uno de los oficiales si podía pasarme por su habitación un par de horas después para que me pusiera al corriente. Yo conocía los detalles de la operación pero por lo que pude entender, y como era de suponer, había cambios de última hora. El oficial aceptó de buen grado y yo fui a recibir el material para la misión.

A la hora convenida llegó un camión refrigerado al campamento proveniente del campo de trabajo de Dachau con el paquete que esperábamos para el asalto. El nombre en clave del paquete era konserven. En total once cadáveres polacos que habían recibido la inyección letal unas horas antes y un alemán recogido de la comisaría local. Más tarde descubrí que este último no estaba muerto, sino que había sido drogado hasta quedar inconsciente. Por su ficha pude ver que se trataba de Franciszek Honiok, de 41 años, agricultor y vendedor de maquinaria agrícola. Había sido detenido por la Gestapo esa misma mañana y puesto en régimen de incomunicación. Fue seleccionado de los archivos policiales por sus simpatías hacia los polacos que habían participado en la rebelión de Silesia en 1921. Tanto a los cadáveres como al agricultor los habían vestido con el uniforme del ejército polaco.
Una vez se realizó la entrega me dirigí a la habitación del oficial para que me pusiera al tanto de los últimos cambios en la misión.

La operación se llevaría a cabo en suelo alemán y se dividiría en dos partes que se llevarían a cabo de manera simultánea. A las 19:40 horas siete soldados de las SS y las SD ocuparían la casa de aduanas de Hochlinden y dispararían y abandonarían allí los cuerpos polacos del paquete konserven. Pese a que el registro oficial indicaba que en ella se encontraban dos patrullas de la Staatspolizei, la casa había sido evacuada esa tarde por una amenaza de bomba de modo que los soldados tendrían tiempo de sobra para dejar el escenario como si se hubiera producido un asalto.
En paralelo a esta primera fase otro grupo atacaría la estación forestal de Pitschen, secuestrando a los guardabosques y extendiendo sangre de buey por el suelo. Tras esto, a las 20:00 horas el segundo grupo atacaría la estación de radio de Gleiwitz. Tras reducir a los cuatro operadores que trabajaban allí los soldados transmitirían una proclama, en polaco, animando a la minoría polaca en territorio alemán a enfrentarse al régimen nazi. La emisora de Gleiwitz estaba enlazada con la de Breslau con lo que la emisión debería escucharse en toda Alemania. Después, ya en retirada, se ejecutaría al agricultor alemán vestido de soldado polaco en las inmediaciones de la estación de radio. Tras el incidente se llevaría a la prensa y a personalidades de la escena y se redactaría el informe policial. Hitler podría ahora ofrecer a la prensa internacional la prueba de la provocación Polaca.

Si teníamos éxito, la bala para aquel agricultor sería la primera de la guerra por el resurgir de Alemania. Un millón y medio de soldados alemanes ya estaban situados en la frontera esperando la orden del führer. El 1 de septiembre de 1939 sería un día clave en la historia del Reich. Alemania estaba a punto de invadir Polonia.

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4 comentarios

  1. 1. Pablo Blanco dice:

    Como suelo hacer, me paso a comentar uno de los relatos que me ha tocado. Ya lo dije en el comentario que te he enviado pero lo repito por aquí: me ha encantado.
    Más que la historia en sí, me ha gustado tu voz narrativa. Cómo cuentas la historia. Me ha resultado muy ameno leerte y tengo la sensación de que esta misma historia narrada por otra persona, me habría resultado mucho más aburrida.
    Al releerlo he advertido un punto que creo que no he comentado, y es que creo que el final podría tener más efecto con una pequeña revisión. Tal vez si la extensión pudiera ser un poco más amplia se podría desarrollar el desenlace de una forma más efectiva.
    Por lo demás, impecable. Enhorabuena por tu trabajo.

    Escrito el 28 enero 2014 a las 12:29
  2. 2. Mario DG dice:

    Encantado de haber comentado tu relato. La verdad es que se me hizo muy ameno y también eché en falta algo de extensión, pero bueno es el precio del taller literario.

    Como ya te comenté la temática militar me gusta mucho y creo que está bien desarrollada, dada la longitud del texto.

    Un saludo y sigue escribiendo.

    Escrito el 28 enero 2014 a las 12:41
  3. 3. Alejandro Cadenas dice:

    Muchas gracias Pablo, Mario por vuestros comentarios.
    La verdad es que se agradece leer una opinión sobre el texto casi tanto como las palabras de ánimo. Vuestras críticas me han resultado muy ilustrativas, más aún siendo este mi primer escrito. ¡Estoy deseando que salga la siguiente escena!

    Escrito el 30 enero 2014 a las 16:28
  4. 4. Forvetor dice:

    estupendo. el estilo correcto y directo le viene de perlas al ambiente castrense del texto. el contenido podría quedar en anécdota, pero al situarlo en esa situación previa a un evento como la invasión de Polonía lo clavas. felicidades.

    Escrito el 30 enero 2014 a las 18:08

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