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El error - por Simon Wallace

Web: http://www.ismaeln.es/blog

Apuró el paso al escuchar las doce campanadas. La calle era oscura y fría. Se plantó ante el numero treinta y dos. Suspiró. Fue entonces cuando decidió llamar.

Ella abrió la puerta de par en par, al otro lado, la voz del hombre susurró:

– Busco calor en una noche fría.

Lynda se asomó un poco más y arrugó la nariz. Para su gusto, el tipo no olía demasiado bien: como a bar de fritanga y a alcohol barato. Aunque, en realidad, él no había bebido en su vida: tan solo fumaba y lo ocultaba bajo una colonia terrible. Pero Lynda no arrugaba solo la nariz por eso. Era algo más: el olor dio paso a una sensación de mala espina, de que algo no iba bien. A pesar de todo, contestó:

– Será porque no vas muy abrigado.

Le abrió paso y el hombre franqueó la puerta. Se quitó el sombrero y extendió la mano saludando:

– Soy Simon Wallace.

Simon escrutó la estancia: una sola habitación; una cama vieja, una mesa, una cocina y una puerta que, supuso correctamente, daría al baño. Como le habían prometido algo sencillo, no esperaba más. Si que le sorprendía la mujer que tenía ante sí: preciosa, de mirada felina y gestos seductores. Simon no podía creerse su suerte.

Mientras Simon repasaba la estancia de pie, Lynda cerró la puerta y resopló ignorando el saludo del hombre. Estaba harta de que le enviaran aficionados. ¿Simon Wallace? ¿En qué estaba pensando ese tipo? Con su gabardina sucia, su colonia barata y su sombrero de ala ancha; como gritando al mundo “eh, miradme, soy un jodido espía, estoy aquí para saber lo que hacéis”. Menudo pringado. Y encima ese nombre: Simon Wallace, al estilo de un escritor olvidado, como si fueran dos palabras que juntas no pasan desapercibidas. Desde luego, Lynda estaba harta de los aficionados, y no iba a soltar prenda hasta que Simon Wallace demostrara tener mejores dotes para el espionaje que para la puntualidad y la vestimenta.

– Llegas tarde – Lynda caminó hacia la cama y se sentó en el borde.

– Lo-lo siento – tartamudeó Simon, que no entendía por qué estaba tenso – Me perdí…es decir, pasé por la calle, pero los números… no se veía nada con esta niebla, vamos.

Simon se sentó al lado de Lynda e intentó quitarse los nervios del cuerpo, pero no podía. Realmente, era la primera vez que hacía algo así. En el fondo se sentía algo sucio y no conseguía recordar el motivo. Simplemente, desde pequeño le habían enseñado que lo que iba a ocurrir, era inmoral.

Al ver como Simon se sentaba sin quitarse la gabardina, Lynda se inquietó aún más. En cuestión de segundos decidió que como el tipo ese no demostrara algo, abortaría la misión y le cantaría las cuarenta a su jefe. Sencillamente, estaba harta de los aficionados. Antes de hablar, metió la mano disimuladamente debajo del colchón. Le resultaba muy reconfortante tener el cuchillo ahí para protegerla.

El silencio se hizo algo tenso. Simon carraspeó:

– ¿Empezamos?

Lynda sacó el cuchillo y se lo puso a Simon en la garganta. Acariciándole la piel. Firme, pero sin cortar. Lo suficientemente cerca para que Simon pudiera notar el frío del metal. Y lo notó, tanto que del susto dio un respingo y estuvo a punto de cortarse.

– ¿Quién te envía? – Lynda susurraba con voz fiera.

– ¿Qué-qué-qué-qué quieres decir? – Simon estaba descontrolado. No entendía lo que ocurría.

– No me jodas, Wallace – Amenazó Lynda.- Si ese es tu verdadero nombre.

– ¡Claro que no es mi verdadero nombre! – respondió Simon. -¿Estás loca? ¿O te llamas Dulcita Lulú de verdad?

Ahora Lynda estaba confusa. Tenía a un cagado de miedo soltando sinsentidos. Si ese mendrugo había llegado hasta ella, alguien había hecho algo muy mal y estaba en claro peligro.

Simon no sintió nada. Para cuando su sangre tocaba las sábanas de la cama, ya llevaba un rato muerto. Y Lynda había escapado apresuradamente sin rastro de su presencia.

Apuró el paso al escuchar las doce campanadas. La calle era oscura y fría. Se plantó ante el número veintitrés y llamó sin dudarlo.

Ella abrió la puerta de par en par, al otro lado, la voz del hombre susurró:

– Busco calor en una noche fría.

– Y Dulcita Lulú te va a dar más calor que un volcán, guapo – respondió la mujer dejándole paso.

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8 comentarios

  1. 1. Gandalf dice:

    Me ha gustado mucho, y el final es perfecto. Felicidades.

    Escrito el 28 enero 2014 a las 14:37
  2. 2. Simon Wallace dice:

    ¡Muchísimas gracias, Gandalf! :_)

    Escrito el 29 enero 2014 a las 00:02
  3. 3. Servio Flores dice:

    Muy bueno simon Wallace, solo una cosa, lamento su muerte 😉
    saludos, buen cuento.

    Escrito el 29 enero 2014 a las 04:43
  4. 4. DavidRubio dice:

    Excelente texto. Tanto en estructura, como estilo. Quizás el final, ese vuelta de tuerca clarificadora, es pelín innecesario porque a esas alturas, gracias al buen narrar, el lector ya ha entendido el equívoco. Enhorabuena

    Escrito el 30 enero 2014 a las 00:46
  5. 5. Simon Wallace dice:

    Jeje…gracias Servio, bueno, si el texto gusta un poquito, tal vez sea porque la muerte me ha sentado bien 😛

    David, gracias. Creo que tiene usted razón. El remate pretendía darle un aspecto cómico al texto y completar un ejercicio de utilizar narrador omnisciente, por lo que pensé que debía añadirlo (pero no había espacio para añadirlo mejor) La verdad es que el cambio es un poco brusco y es algo difícil de entender de primeras. ¡A seguir escribiendo y mejorando!

    Escrito el 30 enero 2014 a las 09:40
  6. 6. Forvetor dice:

    ante todo mi mas sentido pésame por su muerte compañero Wallace, jejeje, muy bueno el juego metaliterario. en cuanto al texto, a mi el final me gusta, después de demostrar lo dura (y afilada) que es Lynda la frase de Dulcita rebaja el tono y saca una sonrisa. si algo en contra del texto es la duplicidad del narrador, aunque sea omnisciente no me gusta que tome partido por los dos protagonista y además al mismo tiempo. me resulta confuso. pero, bueno, es sólo una apreciación personal, el texto sigue siendo estupendo 😉

    Escrito el 30 enero 2014 a las 18:18
  7. 7. Cibeles dice:

    Hola

    En mi opinión personal, el manejo del narrador está bien, y el final también me gustó, aunque debo confesar que la primera vez que lo leí me di cuenta de que había algo que se me escapaba y tuve que leerlo de nuevo, qué vergüenza 😛

    Y es verdad, el asunto del nombre le da un toque XD

    Escrito el 31 enero 2014 a las 13:14
  8. 8. Raquel Pérez dice:

    Hola Simón. Me ha gustado mucho tu relato, aunque me ponen un poco nerviosa los malentendidos. Me quedo con la angustia de que al desgraciado del protagonista lo han asesinado tontamente.
    Felicidades has conseguido trasmitirme ansiedad….. jajajaja. Muy buenos los textos que trasmiten y consiguen emanar del lector/a algún sentimiento.

    Escrito el 1 febrero 2014 a las 00:46

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