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Papilio ulysses - por Ninotchka

Doce campanadas

Apuró el paso al escuchar las doce campanadas, pero sabía que ya era demasiado tarde, era imposible atravesar la ciudad sin un carro, y su yegua se había roto la pata semana pasada. Greta ya no tenía aire, había corrido demasiado desde la casa de Sara.
“¿Y ahora qué?” se preguntó con los ojos encharcados, divagó por las calles de su pueblo un rato más, se estaba congelando, su piel tersa estaba más blanca de lo normal, sus labios carnudos, ahora estaban morados, temblaba, no sabía qué hacer, y continuaba llorando, con cada paso que daba le costaba más caminar, su vestido blanco, de hermosos pliegues, cosido a mano, fabricado con seda y decorado con macramé estaba empapado, la parte de abajo la tenía cubierta de fango, estaba exhausta se sentó en un banco que estaba bajo una farola que reflejaba una luz tenue sobre los charcos de la calle, elevó sus manos hacia la cabeza y cuidadosamente se quitó las mariposas que le había puesto su abuela, sus hermosos rizos fueron cayendo a medida que deshacía la laboriosa tarea que Mar había realizado horas antes.
Finalmente se durmió, hundió sus pensamientos en lo más oscuro de su imaginación. La magia se le presentaba en forma de colores, bombas rosas, azules, carmines y rojas que le explotaban en su cara, Greta miró al suelo, y su vestido iba desapareciendo se consumía, entró en pánico, tragó saliva, miró en trente, la nube de color, esta vez verde, la cegó por completo, intento ayudarse con sus manos ¿sus qué? –sus manos, pero ya no tenía “¿Qué pasa?” se preguntó el ensordecedor estallido de las bombas cesaron plácidamente, y ella, ¡ay! Ella, no sabía que había sido de sí.
En cuanto tuvo el valor de abrir los ojos, lo hizo, discutía consigo misma sobre qué estaba pasando, en este caso, y una vez más, por no ser más valiente. No lograba ver ninguna de sus extremidades. De pronto y en medio de su desesperación agitó con fuerza los creía eran sus brazos y ante sí se desplegaron dos hermosas alas azules, que la deslumbraron, tanto como el rededor de tan precioso color, un color negro, parecía tener purpurina, contorneaba dulcemente ese azul. Greta se percató de por qué no tenía brazos y detenidamente consiguió por fin ver sus piernas, que ya no lo eran, eran patitas, diminutas y negras como la noche “soy una mariposa” se dijo, y algo animada pensó que no podía ser tan malo, salió fuera de las hojas, buscando una reunión de gotas de agua que le pudieran proporcionar algún tipo de reflejo, una vez se vio, no se pudo haber imaginado mejor ¡qué guapa era! Un delicioso aroma la atrajo tan fuertemente que sus alas la alzaron hacia el rico polen y sumergiéndose en él colmó su apetito, de repente pensó en la muerte de Sara, como la había asesinado a sangre fría con el revolver de su padre, se estremeció, pero siguió comiendo, y pensó que ya era hora de volver a la realidad, ya había dormido demasiado, no había podido llegar a Max, para huir furtivamente con él, pero tenía ahora la oportunidad de salir de allí sin ser reconocida, no sabía cómo pero estaba segura de ello. Intentó una y otra vez despertarse, pero no pudo, odiaba ese tipo de sueños, voló hacía la cumbre de un pino y vio la mansión, la de Sara y voló hacia la habitación de ambas, nadie la había encontrado aún, era extraño pensó, se gratificaba por haberse deshecho de la mujer que le quitó a Max y que pretendía poseer todo por lo que ella había luchado tanto, “la zorra se lo merecía” se dijo, encontró una nota “ Sara, en cuanto te despiertes ven al parque, Greta ha muerto congelada, y Max, tu prometido, ha sido arrollado por un tren hace unas horas” Greta voló hasta el parque y efectivamente estaba muerta, como una estatua, se acercó a Mar quien que le decía al cuerpo sin vida “hubieras sido una gran madre y tía” Greta voló, moría, ¿Sara preñada? ¿Y ella también? Era imposible, ¿Max muerto? ¡No podía ser! “bueno, sea como sea, sigo viva, al final gano, aunque me la hayan jugado”, pero su mente replicó “qué ingenua eres, mocosa, las mariposas solo viven 24 horas” no acabó de hablar cuando Greta se fue evaporando y no quedó nada de tan bello ser.

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