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Gorok, el temido - por Jesús Sánchez

Web: http://zeromaniatic-return.blogspot.com.es/

El autor/a de este texto es menor de edad

Lodo, eso era todo en kilómetros a la redonda, le llegaba el agua hasta la cintura. La lluvia que caía le salpicaba por la espalda y él se ponía rígido. Heisen era un joven de cabello corto y rubio, con unos ojos azules que se veían a través de su casco y un cuerpo lleno de cicatrices de antiguas batallas en la academia. Su armadura no conseguía retener la mayoría de las gotas que caían, y él se mojaba. Sin embargo, pese a la lluvia, consiguió ver la silueta de su contrincante. Heisen sacó su espada y su escudo del amarre de su espalda. Había un mínimo de niebla que también le hacía imposible de ver las facciones de aquella bestia. Esta se fue acercando, poco a poco, hasta que finalmente pudo ver al enorme ogro verde, con un martillo sobrenatural (a ojos de Heisen) y una cara que expresaba su mal humor, unos dientes amarillos, un traje hecho de piel de puma y huesos de humanos y animales por igual.
-Tú serás Gorok –dijo Heisen, el ogro resopló-, tomaré eso como un sí.
Los dos comenzaron a girar en círculos mientras Gorok sacaba su martillo de la espalda.
-No eres digno de acercarte al templo –dijo Gorok con un tono de voz muy profundo y grave.
-Ni vosotros de asaltar a aldeanos constantemente –dijo Heisen-, me han ordenado que mate a toda tu orden, habéis dado bastantes problemas.
-Hay un secreto en ese templo del que os estamos protegiendo –dijo Gorok-, que menos que exijamos una pequeña paga.
-Me importa poco el secreto, solo he venido a luchar por mi pueblo, así que eso haré.
Heisen se abalanzó contra Gorok, que lo esquivó y le dio un martillazo en la espalda que lo hizo caer bajo el lodo. Heisen se puso en pie como pudo y Gorok ya estaba a su espalda listo para aplastarlo, pero cuando el martillo chocó Heisen estaba ya a un lado. Con su espada intentó cortar el brazo de la bestia, pero esta le dio un codazo y salió disparado de nuevo, cayendo bajo el agua de lodo una vez más, pero esta vez había perdido su espada. Intentó salir de debajo del lodo, pero Gorok llegó antes y le puso el pie sobre el pecho impidiéndole moverse. Mientras más apretaba el pie, más estrés sentía Heisen y más se oía el crujir de la armadura, tenía que descubrir pronto una manera de salir de allí. Mientras tanto Gorok levantaba el martillo para dar el toque final aplastando el cráneo de Heisen. Cuando se disponía a acabar con él, Gorok sintió un dolor horrible en su pie, Heisen le estaba arrancando las uñas con las manos. Gorok cayó de espaldas gimiendo de dolor mientras Heisen se levantaba y cogía aire fuertemente: “Ha estado cerca” pensó Heisen. Entonces Gorok se levantó enfurecido y se lanzó de cabeza y con el martillo en la mano a por él. Heisen uso su escudo, que aún llevaba en mano, y retuvo el impacto de cabeza pero no el empujón. Gorok paró de empujar por el dolor de su pie, lo que le permitió a Heisen buscar su espada bajo el lodo, pasó su pie hasta que le dio una patada a algo duro. Alegrado, Heisen cogió su espada y se abalanzó contra la bestia. Gorok le intentó dar un martillazo con dificultad, pero Heisen pasó por debajo del trayecto el golpe. Pudiendo encontrarse de cara al estómago de la bestia. Heisen clavó su espada hasta el fondo, el fuerte sonido de chapoteo en el agua, dejaba claro que Gorok había soltado el martillo. El pantano quedó en silencio, no se oía ni la caída de una cascada, ni un pájaro, ni si quiera un grillo. El silencio se cortó con la caída del cadáver de Gorok al pantano. Heisen guardó su espada, su armadura estaba cubierta de gotitas de sangre de Gorok que iban desapareciendo con la lluvia. Heisen miró a un lado del pantano, la cueva estaba allí, y seguramente había más de un ogro allí dentro, pero él avanzó hasta su interior, esperando encontrar el misterioso secreto del que Gorok hablaba.

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